Ser Santa Claus no es llevar el traje rojo

Entre imitadores de San Nicolás, sobresale el que vive la Navidad

A pocos días de la Navidad, Santa Claus está más ocupado que nunca, se le ve por todas partes.

A Santa Claus se le observó recientemente en una esquina, bailando con una flecha gigantesca colgando de su cuello, anunciando “Aseguranza barata”. En otra ocasión, se le vio con una trompeta pidiendo limosnas sobre la calle Broadway. La semana pasada, en una convención llamada SantaCon en Hollywood, lo vieron caminando en el Bulevar de las Estrellas junto con el Hombre Araña. Es mas, en esa convención estuvieron cientos de Santas presentes, incluyendo Santa Elvis, Santa en bikini, y otros Santa a los que les gusta empinar el codo en los bares.

Y es que son miles alrededor del mundo los que en diciembre ocupan el traje rojo para diversión o perversión del personaje místico universal que ha venido transcurriendo desde el siglo IV.

De acuerdo a los libros de historia, Nikolaus de Mira, el verdadero santo canonizado por la iglesia católica, fue un griego, nacido en lo que es hoy Turquía, en el año 270 D.C. A él se le atribuyeron varios milagros y, cuenta la leyenda, tenía la reputación de dar regalos en secreto, como monedas en los calcetines que los pobres colgaban a secar en la calle.

San Nicolás es venerado por muchas religiones -incluyendo los griegos ortodoxos y luteranos- y es considerado en muchas partes el santo patrón de los marineros así como el de los estudiantes y los ladrones arrepentidos.

Quién sabe cuándo y dónde, pero después de varios siglos la figura de San Nicolás ha pasado por una metamorfosis que lo ha llevado a ser una figura comercial con carácter lucrativo.

Hoy en día, para muchos, el traje rojo es una herramienta de trabajo; la barba una pala y el ¡jo-jo-jo! su martillo.

Pero para otros, el traje rojo es más que eso.

“Mi verdadero nombre es Santa” comenta un hombre estrechando la mano, rehusando dar otro nombre.

Trabaja en un centro comercial de Panorama City, los siete días, sentado en un trineo cargado de niños sonrientes y llorones.

“Estoy aquí porque tengo la oportunidad de hacer a muchos niños felices, amo mi trabajo y a los niños” comenta Santa con voz calma y mirada penetrante. “Cuando me pongo el traje, olvido todas mis preocupaciones y me enfoco en ver el mundo desde los ojos de un niño” dice Santa.

A pesar que este centro comercial se puede recorrer de punta a punta en tres minutos, hay otros dos Santas pasando dulces y llamando a la gente a que pase a gastar su dinero, uno en Walmart y otro en La Curacao. “A veces me pregunto si este lugar es suficientemente grande para tres Santas” comenta este señor. Pero es obvio que no hay competencia. Este santa tiene porte, su barba y barriga son reales. Los demás parecen estar a dieta, con el traje flojo, tenis en vez de botas y barbas de nylon.

“Los niños saben la verdad, ellos pueden ver quien es el verdadero Santa” comenta el mismo y asegura que aunque le preocupa que muchos ocupan la imagen para ganancia personal, él sabe que la necesidad abunda. “Todos, incluyendo los que hacen los juguetes, tienen que ganarse la vida, la manera que hacen para atraer a la gente es su opción… Santa también necesita dinero para fabricar los juguetes” comenta, recordando que está aquí trabajando para una compañía que tomas las fotos de Santa y ofrece paquetes desde 22.99 hasta 45.99 dólares. Los abrazos, las sonrisas y los deseos son gratis.

Este Santa escucha cientos de peticiones diarias. La más común entre los niños es el Nintendo DS y las niñas piden Barbies y Dora la exploradora.

También hay peticiones que le tocan el alma.

“Una niña me pidió que su papá estuviera con ella para la Navidad, le pregunté donde estaba y me dijo que lo habían deportado a Honduras pero ya venia en camino de regreso… le dije que iba a rezar por él… Santa nunca promete nada”.

Recuerda también a otra niña que solo quería dos cosas, que su papá ya no fuera tanto al hospital y que su hermanito se sanara del brazo. “Esa niña es el ejemplo de lo que es la Navidad, pensar en los demás.” asegura Santa.

Desde su trineo, este hombre ve lo bueno y lo malo de la gente. En una ocasión, unos adolescentes prepotentes, pasaron botando los adornitos y burlando le preguntaron: “Hey Santa, Me puedo sentar en tu pierna..” Santa no se dejó y les respondió: “Si eres hombre ven aquí…” No paso a mas.

Entre las cosas mas bellas que ha visto, comenta sobre unas adolescentes que pasaron sobres con dinero que ellas mismas ahorraron, y se los dieron a personas que parecían con necesidad. “Esas jóvenes son Santa. Eso es realmente la Navidad” comenta. “Santa Claus no es un traje, es una acción”.

Este Santa seguirá cargando niños y escuchando pedidos hasta el sábado por la noche, pero se tendrá que ir temprano. Le espera una larga noche.

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