Oscar 2012 – Alberto Iglesias: Su música rompe las fronteras
Alberto Iglesias es nominado por tercera vez
El pasado domingo, Alberto Iglesias recogió su décimo premio Goya -el llamado Oscar español- por la música que escribió para La piel que habito, de Pedro Almodóvar.
Este domingo, el compositor español nacido en 1955 tratará de hacerse con el primer Oscar de su carrera, tras tres nominaciones, por su composición para el filme Tinker Tailor Soldier Spy, candidato a un total de tres Premios de la Academia, entre ellos el de Mejor Actor para Gary Oldman.
Veremos cómo le van las cosas en el Kodak Theatre, pero para este músico vasco que se inició en la banda sonora de cine hace casi 30 años la posibilidad de ir más allá de las fronteras del cine español no es algo de lo que nunca haya huido.
Compositor favorito de Almodóvar -para él ha escrito las partituras de La flor de mi secreto, Carne trémula, Todo sobre mi madre, Hable con ella, La mala educación, Volver, Los abrazos rotos y la citada La piel que habito?, Iglesias ha escrito la música de Comandante, documental de Oliver Stone, The Constant Gardener, de Fernando Meirelles, The Kite Runner, de Marc Forster (por estas dos últimas recibió sus primeras nominaciones al Oscar), y Che, de Steven Soderbergh.
En Tinker Tailor Soldier Spy, adaptación de la novela de John le Carré, Iglesias trabajó con el director sueco Tomas Alfredson (Let the Right One In) quien, según el músico español, “tiene un gusto especial por la música y se nota no solo en la música, sino también como filma, en la cadencia”.
Alfredson “me pidió que hiciera buena música [risas]”, afirma vía telefónica a ¡holaLA! cuando se le pregunta cuáles fueron las instrucciones del cineasta. “Me dijo que le gustaba la música que yo hacía. Quiso que me pusiera cerca del personaje principal, el de Gary Oldman. Quiso que compusiera la música en sentido cronológico, algo que normalmente no se hace, empezando por la primera escena hasta el final”.
Alberto Iglesias escribió la banda sonora de Tinker Tailor Soldier Spy “en dos meses”, reconoce. “Me llamaron con bastante prisa”. Pero en ningún momento, ni en esta cinta ni en los títulos internacionales en los que ha trabajado con anterioridad, se deja llevar por la nacionalidad del filme.
“Cada película tiene una entidad diferente. Pero no saco el pasaporte y me digo: ‘voy a hacer de compositor internacional'”, reconoce. “[La nacionalidad] no marca tanto”.
“En todos los lados se me escapará algún españolismo probablemente”, continúa. “Pero dos de las películas internacionales que he hecho tenían una implicación geográfica muy marcada. The Constant Gardener [tenía lugar] en África, y sí, tuve que estudiar un poco e intenté acercarme a las sonoridades de la música africana. En The Kite Runner, [ambientada en] Afganistán, me inspiraron instrumentos de allí [y de Asia]”. En Tinker Tailor Soldier Spy “no hubo un color específico: no me dijeron ‘tienes que ser británico’. No tuve una obligación geográfica”.
“En esta película he utilizado toda una orquesta. Pero no hay sonoridades heroicas, porque es un trabajo de antihéroes y anticlimático, no como muchas películas, como algunas de las nominadas, que versan precisamente sobre eso. Son muy climáticas”, explica al hablar, por ejemplo, de War Horse o The Adventures of Tintin, ambas de John Williams.
“La mía es otro carácter, pero no por eso hay menos escritura [de música]. La intimidad no tiene el tutti [todos los instrumentos al unísono] como excelencia, pero sí tiene la sutileza de las dinámicas. A veces es también una escritura laboriosa: la respiración con el diálogo, estar a su misma altura. Eso obliga a una escritura específica. Pero yo estoy acostumbrado a ese tipo de sonido”.
Para Iglesias, la incorporación de los sintetizadores al mundo de la composición cinematográfica en las décadas recientes ha aportado “no es solo fuentes de sonido nuevas, sino también la organización del sonido, de la partitura”, afirma. Ahora es barato tener una computadora y unos sintetizadores que pueden ser muy sofisticados. Facilitan el acceso a la música. Es un paralelo a la fotografía: ahora cualquiera puede hacer una foto. Pero hay que tener la visión de lo que uno quiere hacer. Hay tecnologías más sofisticadas, pero están ayudando a simplificar y a ser más concreto y eso hace que evolucione el lenguaje [de la música]”.
Un lenguaje que está en manos de compositores jóvenes de los que Iglesias no tiene “ninguna duda. Tienen un empuje y un arranque… no sé: es una generación muy bien formada en todos los aspectos”, describe. “Su ambición está muy educada, porque ahora [se conocen] los pasos para llegar [a triunfar]. Yo creo que, por decirlo de alguna manera, todo va bien”.
“Pero el peligro de las bandas sonoras, tanto ahora como antes, es el uso excesivo del lugar común. El no innovar o el no tratar de innovar. Yo no es que me considere un innovador, ni muchísimo menos. Pero sí tengo que buscar nuevas posibilidades. Y entre todos tenemos que ir encontrando las nuevas expresiones [musicales]. Dice algún derrotista que todo cambia para seguir igual. Pero yo creo que todo cambia y [con ello] se puede llegar a formas que sean más expresivas o con un mayor contacto con el espectador de hoy. Es un reto muy grande y cada generación lo resuelve a su manera”.
El músico vasco se enfrenta de nuevo con John Williams, el compositor de clásicos como E.T. o Star Wars, un hecho que, para él, “sigue siendo impresionante”, sentencia. “John Williams es una leyenda. Es uno de los tres o cuatro mayores, mejores y más influyentes compositores que ha tenido el mundo del cine. Es casi una casualidad estar [nominado a su lado]”.
El domingo Alberto Iglesias irá a la ceremonia de los Oscar con una actitud incierta. “No lo sé… Es muy… Yo sé que es muy difícil ganar”, explica dubitativo. “No hay que ser derrotista y quedarse en casa y no ir, [solo] porque está muy difícil [ganar]. Pero una vez llegado a este punto, es un ejercicio de modestia decir: ‘pues esto es lo que hemos hecho’. Yo estoy orgulloso de la película. Y ya está. No pido más”.