Venta ilegal de animales no cesa

Temblorosos por el frío matutino del centro de Los Ángeles, tres conejitos asoman la nariz entre las rendijas de sus jaulas, esperando un nuevo hogar. “Te los dejo en $20”, ofrece una mujer desde una esquina de la calle Santee, en el Distrito de la Moda.

Es sábado y los cientos de compradores que recorren los negocios de la zona, popularmente conocida como “Los Callejones”, son un imán de vendedores de conejos, cachorros de perros y tortugas: en sólo dos cuadras se observan al menos cuatro personas, que ocultan las mascotas en bolsas de plástico color negro al paso de policías y guardias de seguridad.

Ni la conformación de un equipo especial, liderado por el Departamento de Policía de la ciudad (LAPD), ni una nueva ordenanza que desde finales de 2011 impuso sanciones de hasta $1,000, han podido detener esta actividad ilegal en el Distrito de la Moda, reconocen las autoridades.

Incluso la organización que representa a los empresarios del sector, LA Fashion District, ha entregado al Ayuntamiento un reporte que indica el lugar y hora exacta en que éstos operan, pero nada ha pasado y todo transcurre igual.

“No sólo pasa en la calle Santee, sino también en la avenida Maple”, comenta Kent Smith, director ejecutivo del grupo empresarial. “Este es un problema que no hemos visto desaparecer. Es algo que nos gustaría que acabara por completo en nuestro distrito”, señala.

Brenda Barnette, gerente general del Departamento de Servicios para Animales de Los Ángeles, acepta que para los pocos inspectores de la agencia ha sido muy complicado detener a los infractores. “Si los vendedores se dan cuenta de que están siendo vigilados o seguidos, simplemente abandonan los animales y desaparecen entre la multitud”, comentó la funcionaria a La Opinión.

Una de las preocupaciones del gobierno de Los Ángeles sobre este negocio irregular es que muchas de las mascotas confiscadas cuando eran ofrecidas en la vía pública estaban enfermas, tenían poca edad, habían sido víctimas de maltrado o murieron apenas al llegar al hogar de sus nuevos amos. Otro temor son las enfermedades que transmiten a los niños.

“Este es un problema creciente y serio en la ciudad, y contribuye a la sobrepoblación de animales, los cuales tenemos que sacrificar en nuestros refugios”, manifestó el concejal Paul Koretz, presidente de la Comisión de Personal y Bienestar de Animales del Cabildo de la ciudad.

Han perdido la batalla, indicó, por la falta de oficiales en la Oficina de Control de Animales. “Ahora los fondos de la ciudad han bajado, por eso no tenemos suficiente personas haciendo esto”, dijo.

Vender animales de poca edad en la calle es considerado por grupos defensores como una forma de crueldad. “Tenemos un gran reto frente a nosotros y lo estamos atendiendo con recursos limitados”, lamenta Elizabeth Oreck, representante de Best Friends Animal Society.

Antes de aplicar correctamente el primer paso, el municipio quiere dar el segundo: prohibir la venta de animales pequeños en las tiendas de mascotas. La propuesta, que dejaría exento a albergues públicos y grupos de rescate, recién ha sido presentada ante el Concejo Municipal por Koretz.

“Estamos tratando de atender este tipo de problemas, uno por uno… La siguiente área de enfoque sería la venta ilegal de animales en las calles, en lugares como el Distrito de la Moda”, señaló el edil.

En la calle Santee, en unos minutos los vendedores de animales han desaparecido, pero han dejado una prueba de su presencia: algunos compradores cargan bolsas con ropa en una mano y una jaula con un conejo dentro en la otra.

El grupo LA Fashion District también ha tratado de persuadir este negocio ilegal repartiendo volantes en inglés y español, aunque la medida no ha dado frutos. “Nada ha funcionado para eliminar esta actividad. Por eso estamos tan frustrados”, dice Smith.