Podría enfrentar pena de muerte autor de masacre

El presunto asesino, One L. Goh, otro inmigrante, es sometido a interrogatorios

Asistentes a la ceremonia religiosa en memoria de las víctimas, en Oakland.

Asistentes a la ceremonia religiosa en memoria de las víctimas, en Oakland. Crédito: Francisco Barradas / El Mensajero

Oakland.- Una mujer nigeriana, otra de Filipinas, dos de Corea, dos de la India, una de Guyana, la alcaldesa Jean Quan hizo el recuento, en un templo religioso, donde pastores de múltiples credos e individuos de diferentes razas se reunieron la noche del martes 3 de abril para orar en memoria de esas siete que fueron asesinadas, sin razón aparente, por otro inmigrante.

One L. Goh, nacido en Corea y naturalizado estadounidense, es el presunto autor de la masacre, ocurrida dentro de la Universidad Oikos, una institución de enseñanza privada, con filosofía cristiana. Todas las víctimas fatales, hay además otros tres heridos, eran estudiantes de enfermería.

El lunes 2 de abril, Goh fue a la Universidad Oikos, ubicada en una zona de bodegas próxima al aeropuerto y el Coliseo de Oakland. Armado con una pistola, aparentemente tomó como rehén a Katleen Ping, originaria de Filipinas, y luego junto con ella ingresó a un salón de clases. Sin más, dijo que iba a matarlos a todos y comenzó a disparar.

Tras más de una hora de aterrorizar el campus —donde había menos de 40 personas a esa hora— Goh se entregó sin oponer resistencia. Incluso, fue él quien pidió que llamaran a la policía para que lo arrestaran, según el testimonio de unos guardias de seguridad de un supermercado próximo al campus de la Universidad.

Howard Jordan, jefe de la policía de Oakland, ha dicho que Goh, de 43 años, colabora en los interrogatorios. De ser hallado culpable, podría ser sentenciado a cadena perpetua o a la pena de muerte.

Llegado de Virgina, donde se radicó legalmente tras migrar de Corea con su familia, Goh se inscribió en la Universidad Oikos.

Presente en la misa en memoria de las víctimas, Soo Nam Sung, una maestra de Oikos, describió a Goh como una persona con problemas para concentrarse, quien además atraviesa por “tiempos difíciles” —se sabe que su madre y un hermano murieron el año pasado—; además, agregó, sufría los problemas comunes de los inmigrantes para adaptarse a este país.

“Esto es América”

La masacre de la Universidad Oikos es el sexto tiroteo ocurrido dentro de una escuela en los Estados Unidos en lo que va de 2012. En estos incidentes, 15 personas han perdido la vida.

Para Oakland, la cuarta ciudad más violenta en el país, la masacre solo acrecentó los problemas para el Departamento de Policía, perpetuamente escaso de oficiales, lerdo para responder los llamados de auxilio y atenazado por el déficit presupuestal.

A la alcaldesa Jean Quan, cuya imagen ha sido también vapuleada por la inseguridad perenne y, el colmo, los abusos en que incurrió la policía en octubre 25 al intentar contener una marcha del movimiento Occupy, la abrupta masacre sólo le sumó otro asunto negativo que revertir.

El martes 3, en el templo bautista Allen, ubicado sobre el boulevard International —un largo camino hacia el degradado Este citadino, la zona con más alto índice criminal—, la alcadesa lucía no sólo triste, sino apabullada. Elaboró un discurso, en que resaltó que los tiroteos en escuelas no son causa de la violencia en la ciudad.

“Esto es América, donde es más fácil encontrar una pistola que ayuda sicológica”, dijo Quan.

Mencionó que la violencia doméstica se está apoderando de las calles; refirió que ocho de cada 25 personas que son asesinadas en Oakland mueren por mano de un familiar o amigo.

Pidió no volverse indiferentes ante la facilidad de obtener armas y la ira con que muchos viven.

Lamentó la alcaldesa las muertes de Katleen Ping, de Filipinas; de Lydia Sim y Grace Eunhea Kim (ambas con ancestros en Corea); de Sonam Choedon y Tshering Rinzing Bhutia, de la India; de Doris Chibuko, de Nigeria; de Judith Seymor, con raíces en Guyana.

“Son gente que vinieron a Oakland, porque ésta es una ciudad donde trabajamos juntos, porque éste es un lugar de inmigrantes”, dijo la alcaldesa, quien había recordado que en la ciudad se hablan 130 lenguas distintas.

Finalizó: “Tuvimos una gran pérdida. Pero tenemos que renacer con gran esperanza. Usemos esta Semana Santa para renacer”.

Woo Nam Soo, vicepresidente de la Universidad Oikos, presente en el oficio religioso, dijo a los presentes que de la tragedia y el dolor sufridos, “sólo Dios podrá crear algo bueno”.

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