Sociedad: Educación y activismo

Somos ahora una nación de activistas que vive en una sociedad de “movimientos”. Si hay algo que nos molesta a suficientes de nosotros, tratamos de rectificar la situación mediante protestas enlínea o protestas reales en la calle.

¿Es de sorprender que la nueva actitud de Ocupar-cualquier-cosa- que-se-nos-ocurra haya llegado a las aulas de la escuela pública?

La semana pasada, Brooke Harris, profesora de Inglés y Periodismo en una escuela charter de Pontiac, Michigan, expresó que había sido despedida injustamente por alentar a sus estudiantes a organizar una recaudación de fondos para Trayvon Martin, el adolescente que llevaba puesta la capucha de su casaca cuando lo mataron en Florida, al volver a su casa de una tienda de alimentos.

Harris expresó a The Detroit Free Press, que sus estudiantes querían donar a la familia Martin, la recaudación de un día en que los estudiantes pagarían por usar las capuchas de sus casacas, a fin de mostrar solidaridad hacia el adolescente muerto.

Harris obtuvo el permiso de su director para la recaudación, pero la superintendente, Jacqueline Cassell, prohibió a Harris seguir adelante, porque los estudiantes violarían la norma que prohíbe llevar la cabeza cubierta, lo que perturbaría a la escuela entera. Cassell dijo a Free Press que, aunque ella objetó la recaudación, “Sin duda yo no utilizaría este asunto para despedir a nadie”.

Pero Harris dice que eso es exactamente lo que sucedió. “Me dijeron que era una mala maestra, y que estaba siendo poco profesional”, dijo Harris, “que se me paga para enseñar, no para ser activista”.

OK. Levanten la mano si creen sin reservas que los maestros de la escuela pública están contratados por los contribuyentes para educar a los estudiantes en las materias académicas requeridas para graduarse de la escuela secundaria -y no para alimentar a los estudiantes sus opiniones políticas y sociales personales, y alentar protestas.

El problema es que puede ser difícil determinar la diferencia entre un maestro que apoya en forma apropiada los esfuerzos de un estudiante para ejercer las responsabilidades de la ciudadanía enseñadas en las clases de Instrucción Cívica, y un maestro que sirve como el ímpetu para un acto de defensa de determinados intereses.

Y no es que los programas de preparación pedagógica capaciten, generalmente, a los nuevos educadores para enseñar razonamiento crítico abordando controvertidos hechos de actualidad y otros temas delicados relevantes a la asignatura, con datos objetivos que presenten todas las posiciones de una discusión. Ese tipo de preparación tampoco es habitual en la orientación de maestros en las escuelas.

Considerando que, en su mayor parte, los maestros moldean las jóvenes mentes tras puertas cerradas, hay que preguntarse con qué sesgo puede presentarse cualquier lección, cuando lo hace un maestro activista que piensa que parte de su misión como educador es pasar su política a sus estudiantes.

Sí, dije maestros “activistas”, quienes creen que parte de su trabajo involucra enseñar a los estudiantes las injusticias del mundo y cómo desafiarlas -lo que está muy bien, si uno resulta estar totalmente de acuerdo con las creencias sociales u políticas del maestro.

Adelante, residentes de la ciudad de Nueva York, Milwaukee, Chicago, San Francisco, Boston y Atlanta, visiten http://www.teacheractivistgroups.org y entérense de la misión de organizaciones tales como “Teachers 4 Social Justice”, “The Education for Liberation Network” y “Collective of Radical Educators”. Todas ellas organizaciones perfectamente adorables, estoy segura, si a uno no le importa un poquito de anarquía en su álgebra.

Llamé a Kyle Olson, fundador de la organización reformista Education Action Group, que habitualmente detalla ejemplos de maestros que predican creencias políticas pro sinndicalistas y antiestablishment en sus aulas, y autor de Indoctrination: How ‘Useful Idiots’ Are Using Our Schools to Subvert American Exceptionalism. Olson ofreció un dato eficaz y no partidario para que todos los padres puedan resolver situaciones de la escuela, que a veces envía a los niños a casa diciendo las cosas más extrañas.

“Los padres deben estar involucrados en el proceso de aprendizaje”, dijo Olson. “Deben preguntar a sus hijos: ‘¿Qué pasó en la escuela hoy?’ ‘¿Qué deberes tienes?’ ‘¿Qué videso vieron hoy?’ Si están preocupados tienen que enterarse más -nada cambiará a menos que los padres se quejen”.

Eso funciona también para los maestros. Los manifestantes están exigiendo la reincorporación de Harris y han preparado una concentración para ella. Si ella actuó apropiadamente y la despidieron en forma injusta por permitir meramente que sus alumnos apoyaran una causa en la que creían, las familias de sus estudiantes hacen bien en protestar en línea y en las calles a todo el que quiera oírlos. La defensa de sus hijos es una lección que más padres deben llevar a la práctica.

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