Bo Xilai: se abre debate sobre reforma en China

El caso del ex secretario del PCCh en Chongqing ha captado la atención internacional por la coyuntura política local y la muerte de un ciudadano británico.

Xilai incluso podría enfrentar la pena de muerte.

Xilai incluso podría enfrentar la pena de muerte. Crédito: AP

Pekín, 20 de abril.- Diez días después de la purga de uno de los políticos chinos más carismáticos, Bo Xilai, y en plena vorágine de teorías sobre las causas de su caída en desgracia, algunos expertos se plantean si la crisis que ha desatado su caso puede apresurar la puesta en marcha de reformas políticas en China.

“El asunto de Bo Xilai podría abrir una ventana para que los líderes chinos consensúen una seria reforma política”, comenta hoy en el diario “South China Morning Post” Lanxin Xiang, profesor de Historia y Política Internacional del Instituto de Estudios Internacionales y Desarrollo de Ginebra.

Para Lanxin, si algo positivo tiene esta situación es que pone de manifiesto que hay dos aspectos críticos del sistema político chino que “necesitan ser revisados”- las relaciones entre el Gobierno central y las provincias, y la toma de decisiones en la cúpula de poder.

Aunque el caso de Bo no dista mucho de la purga de otros políticos locales antes de producirse un relevo en el liderazgo -el antiguo secretario del Partido Comunista Chino (PCCh) en Pekín, Chen Xitong, o el ex jefe de la formación en Shanghái, Chen Liangyu-, la diferencia es la justificación del Comité del PCCh.

Así, mientras los cargos de corrupción fueron suficientes para ajusticiar a los Chen, apunta Lanxin, no lo han sido ahora, que “parece haber un homicidio sobre la mesa”.

El 10 de abril, la agencia oficial Xinhua daba a conocer la suspensión de Bo del Comité Central del PCCh y del Politburó por “presuntas irregularidades”, y, apenas minutos después, la detención de su esposa, Gu Kailai, como sospechosa del homicidio del empresario británico Neil Heywood, cercano a la familia.

“Se trata de una acusación política. Los cargos en sí son secundarios. En cuestiones internas chinas, nunca se sabe qué ocurre de verdad”, argumenta a Efe desde su despacho de la Universidad de Singapur el sinólogo Bo Zhiyue.

La proximidad -faltan menos de seis meses- del cambio generacional de líderes de la próxima década no es motivo suficiente para este profesor, quien matiza que “la fotografía de octubre será la misma; los jubilados se retirarán y los suplentes principales ya están preparados”.

Cabe preguntarse quién se beneficia realmente de su suspensión, a lo que el experto responde que, en realidad, “nadie”, ya que el Comité Permanente -formado actualmente por nueve miembros y al que aspiraba a entrar el ex secretario de Chongqing- no tiene un número fijo de asientos y podría incluso bajar.

Además, hay una nueva diferenciación con respecto a cómo el Gobierno está gestionando la crisis más grave desde la matanza de Tiananmen de 1989, y es el mayor flujo de información oficial.

“Esto sucede, principalmente, por el componente internacional que da Heywood a la escena”, comenta el experto a Efe.

De hecho, la destitución de Bo al frente de Chongqing (centro) el pasado marzo la precipitó la petición de asilo de su entonces colaborador Wang Lijun a la Embajada de EEUU de Chengdu (próxima a Chongqing), donde supuestamente confesó la mala praxis de su jefe y sugirió el envenenamiento de Heywood en noviembre de 2011.

La respuesta de China es, asevera Bo Zhiyue, “transmitir un espíritu de unidad”, intención secundada por los múltiples editoriales de los diarios oficialistas de esta semana, en los que son comunes las arengas a favor de las jerarquías políticas e, incluso, las advertencias sobre posibles sublevaciones.

“Sólo hay un camino para que los altos oficiales desarrollen sus ambiciones e influencias (…), y es dentro del PCCh”, reza un artículo del “Global Times”, versión inglesa del “Diario del Pueblo”, portavoz del Partido.

Es la máxima de unión la que, según Bo Zhiyue, “podría evitarle a Bo Xilai la pena de muerte” si acabase siendo imputado por crímenes de corrupción o se le implicase en hasta seis asesinatos, como apunta el portal de información de China en el extranjero Boxun.

“Sin embargo, su mujer sí que podría ser condenada a la pena capital”, destaca el experto.

En lo que también coinciden Bo Zhiyue y Lanxin es en el poder de internet -activo pese a la censura- y en que la corrupción ya resulta demasiado obvia para la sociedad china.

En su último discurso como presidente durante la asamblea anual del Legislativo -pronunciado un día antes de la destitución de Bo de su cargo en Chongqing-, el propio Wen Jiabao sugería que “China necesita acometer reformas”.

Pero, mientras Wen las defendía despertando el fantasma de la Revolución Cultural, algunos expertos reparan en el anacronismo del sistema de “gabinete de guerra” imperante en China y en la necesidad de retornar al modelo de estadista fuerte, ausente desde los tiempos de Deng Xiaoping.

Pase lo que pase después del cambio de poderes, la única certeza actual es que Bo Xilai, condenado de momento al ostracismo político, no será la figura emblemática de esa hipotética reforma.

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