El piano fue de ellos

El piano causó revuelo en Plaza de la Raza. Los estudiantes y visitantes no solo dispusieron de él, sino que también lo cuidaron y se preocuparon de que no se fuera a dañar

El proyecto musical y artístico 'Play Me, I'm Yours', llegó a la Plaza de la Raza.

El proyecto musical y artístico 'Play Me, I'm Yours', llegó a la Plaza de la Raza. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinión

Un piano en Plaza de la Raza podría parecer normal, tratándose de un centro de arte donde se imparten clases de música. Lo que no resultaba congruente era que estuviera a la intemperie, expuesto al polvo, aire y hasta a la lluvia.

Pero no se trataba de un piano “normal”. Era uno de los 30 pintados por artistas locales que se instalaron en 30 lugares públicos del condado de Los Ángeles y que formaron parte del proyecto Play Me, I’m Yours de Los Angeles Chamber Orchestra (LACO), que concluyó la semana pasada.

“Tener el piano aquí permitió que otros niños se atrevieran a acercarse al instrumento y tocarlo con libertad”, explicó María Jiménez, directora de Plaza de la Raza, un centro cultural ubicado en el área de Lincoln Heights.

Con un fondo envidiable, propio de una postal, los estudiantes y visitantes pudieron disfrutar de este “mágico” instrumento que algunos sabían tocar con habilidad y otros se limitaron a curiosear al presionar alguna tecla.

Lani Morales, de diez años, es una virtuosa de la música. Toca diez instrumentos sin mayor complicación, entre ellos piano.

“Me pareció una gran idea tener el piano aquí afuera”, expresó. “Es más divertido para todos”.

Helen Jiménez es maestra de piano de ese centro cultural y dice que este piano ha sido un gran beneficio sobre todo para los niños más pequeños.

“Muchos niños tocaban el piano mientras esperaban a sus hermanos que estaban en clases, así que ese piano fue su conexión con la música”, explica la maestra. “Además muchos de mis estudiantes no tienen un piano en casa, y aquí se quedaban después de clase para seguir practicando”.

José de Jesús Soto, fue profesor de piano en Plaza de la Raza, tiene un doctorado en la Universidad del Sur de California y toda su carrera la hizo a través de becas, debido a su gran don como pianista.

Cuenta que este tipo de programas son realmente una inspiración y determinan la vida de un niño.

Soto recuerda que cuando era niño, esa área de Lincoln Heights no era ni poco de lo que es ahora.

“Había muchas pandillas, violencia, Plaza de la Raza era como el único punto salvable y ahí me refugié”, expresa el talentoso joven.

El piano causó revuelo en Plaza de la Raza. Los estudiantes y visitantes no solo dispusieron de él, sino que también lo cuidaron y se preocuparon de que no se fuera a dañar.

Gabriel Jiménez, quien labora en ese centro, fue el encargado de mantenerlo protegido del aire, la lluvia y la brisa de la fuente que está en el lago del parque Lincoln.

María Elena Morales, abuela de Lani, cuenta que sin embargo todos en Plaza estuvieron pendientes.

“Uno de esos días que llovió, mi hijo salió de casa a las diez de la noche, con una lona, para venir a tapar el piano”, expresó. “Estaba preocupado de que se dañara”.

El piano de Plaza de la Raza que fue pintado por Fabián Debora, de Homeboy Industries, será un lindo recuerdo de quienes tuvieron la oportunidad de usarlo.

“Lo vamos a extrañar”, dice con timidez Tecilli Cuatencos de 18 años, antes de que se llevaran el piano. “Nos relaja mucho venir a tocar aquí y cantar”.

María Leonor Espinola, de 15 años, aunque no es una experta en piano, porque ella canta y toca violín, terminó asegurando que fue “una bonita experiencia tener un piano fuera de los salones”.

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