Ser mamá, una bendición

Psicóloga asegura que el ser madre implica un amor y un compromiso incondicional

El amor de madre es uno de los más puros, sinceros e incondicional.

El amor de madre es uno de los más puros, sinceros e incondicional. Crédito: Archivo / La Opinión

Madre no hay más que una, reza un popular dicho que al analizarlo tiene mucho de verdad. Y es que el ser mamá va más allá de dar vida.

“Ser madre es una situación respaldada por un amor incondicional que permite el sacrificio y el trabajar sin descanso para proteger y cuidar del bienestar del ser procreado”, explica la psicóloga Luz Bayer, especializada en terapia de pareja y familia.

Es por ello, que el ser madre da a las progenitoras un lugar de importancia en la estructura familiar.

“La mamá es el centro del hogar; es la conexión directa de la relación entre padres e hijos; es quien -por la misma intuición maternal- sabe siempre lo que está pasando con los hijos; es la directora espiritual; es la coordinadora del círculo social y de las actividades domésticas del hogar. En resumidas cuentas, trabaje o no trabaje, la madre es la cabeza irreemplazable de un sinnúmero de actividades importantes en el balance emocional de los hijos y el funcionamiento de la familia”, dice la experta en comportamiento humano, con práctica en Mission Viejo.

Desde el punto de vista de los hijos, Bayer explica que la mamá es el soporte emocional de los hijos ya que, entre madre e hijos ,es da una conexión muy especial desde el mismo momento del alumbramiento.

Esto pasa también en el momento que las madres por adopción abren su corazón para cuidar y amar a un hijo adoptivo.

“Y esa unidad sentimental entre madre e hijo es de por vida”, agregta Bayer.

Es por eso, que para toda mamá el rol de madre prima y llena de alegría.

Esto lo sabe muy bien la supervisora Gloria Molina, del Primer Distrito de Los Ángeles: al traer al mundo a su hija Valentina, experimentó “la felicidad más grande: que ha tenido en la vida.

“Lo más importante para mi es ser madre”, dice la funcionaria. “Ni los logros políticos, ni los académicos me han dado tanta alegría como el ser mamá”.

La nacida en Los Ángeles, de padres mexicanos, está agradecida con la vida por haber tenido la experiencia de ser madre.

“En realidad que nunca pensé ser madre”, cuenta la funcionaria. “Como la hija mayor de una familia de diez hijos, siempre me vi como la tía de los hijos de mis hermanos”, dice. “Pero, a los 38 años, me tocó la suerte de casarme y de tener a mi hija linda”.

Han pasado 23 años del alumbramiento de Valentina y Molina no se imagina hoy su vida sin su heredera. “Me siento muy agradecida con Dios por dejarme ser madre y sentir tanta alegría por ello”, resalta. “Ser mamá es algo muy especial… es un sentimiento muy profundo, algo difícil de describir”.

Siendo una madre profesional dentro del campo de la política, Molina reconocer que sus responsabilidades laborales le impidieron en muchas ocasiones estar presente en eventos importantes en la infancia de su hija. “Pero estoy tranquila”, asienta. “Porque siempre me esforcé en darle a mi hija un tiempo de calidad y no de cantidad”.

Molina aprendió esto de su progenitora, de nombre Concepción y natural de Chihuahua.

“A pesar que fuimos un montón de hijos, mi madre [Concepción] siempre nos dio tiempo a cada uno y nos hizo sentir alguien muy especial”, expresa. “Por eso, es que hoy veo a mi mamá como una heroína”. Lo mismo le ocurre a Norma Edith García, presidenta de la Mesa Directiva del Colegio Comunitario Río Hondo, quien al tener hace ocho meses a su primer hijo comenzó a ver a su mamá con su heroína.

“Hasta el momento que fui madre, a los 39 años de edad, comprendí que el ser mamá es una de las bendiciones más grandes de la vida… Y comprendí, que el amor de madre, es el amor más puro, sincero e incondicional”, dice la también directora de una agencia del condado de Los Ángeles.

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