Villaraigosa: trabajaré hasta el último día

Deberá entregar el cargo el 1 de julio del año entrante

El alcalde de la ciudad de Los Ángeles  muestra un ejemplar de la Biblia que le regaló su madre y que es una de sus fuentes de inspiración.

El alcalde de la ciudad de Los Ángeles muestra un ejemplar de la Biblia que le regaló su madre y que es una de sus fuentes de inspiración. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinión

Los más de 2,500 días al frente de la ciudad de Los Ángeles han tupido la oficina de Antonio Villaraigosa de imágenes, aromas, alegrías y sinsabores. Pero en menos de un año tendrá que empacarlos todos.

A Villaraigosa le restan menos de 360 días en la Alcaldía, período en que, afirma, seguirá enfocado en la seguridad pública, sumando más de 10,000 policías, en crear empleos, sanear las finanzas municipales, expandir el transporte colectivo, reducir la contaminación y reformar el sistema educativo.

“Estamos comprometidos a trabajar hasta las 11 con 59 minutos y 59 segundos del 30 de junio”, aseguró el alcalde en una entrevista con La Opinión. “Vamos a trabajar hasta el final. Estoy muy orgulloso de ser el alcalde de la ciudad, sé la importancia histórica que recibí cuando fui electo”.

El 1 de julio de 2013 Villaraigosa entregará la estafeta a su sucesor, heredándole la nómina más delgada de los últimos diez años, menos servicios locales, muchos baches y profundos recortes fiscales, pero también bajos niveles delictivos, una policía más diversa, un puerto de San Pedro menos contaminado, un sistema de transporte en pleno crecimiento y un aeropuerto en proceso de renovación.

En esos asuntos pasará sus últimos días en el Ayuntamiento, subraya Villaraigosa, no en buscar otro puesto de elección popular o un espacio en el gabinete del presidente Barack Obama.

Algunos le critican que sus viajes a Washington D.C. (hoy estará en la Casa Blanca en la firma de la Ley Federal de Transporte) y su cargo como presidente de la Convención Nacional Demócrata este otoño, le están allanando su futuro político.

“En lo único en lo que estoy pensando es terminar el trabajo”, asegura.

Pero, hablando de las bondades de ser alcalde, al funcionario le gana el subconsciente. “Incluso si un día yo me convierto en gobernador o lo que sea, nunca tendré un trabajo como éste. ¿Sabes qué es diferente siendo alcalde? Cuando eres alcalde la gente te siente, porque todavía te toca”, dice.

Hace tres años, Villaraigosa decidió no competir por la gubernatura de California, detenido por la crisis por la que atravesaba el municipio. Hoy, el alcalde no descarta incluso dejar el gobierno en 2013. “Quiero continuar en el sector público, pero quizás no ocurra y me sentiré bien con eso”, comentó.

Sin embargo, antes de tomar cualquier opción, el primer alcalde latino de Los Ángeles en 100 años anticipa que cumplirá una vieja promesa de campaña: contar con 10,000 policías o más. Le faltan 37.

Debido a los problemas presupuestarios la corporación sólo está llenando las vacantes.

Lo logrará finalmente este año, indicó, con la ayuda de Sacramento.

No es difícil para Villaraigosa contar los detalles de su día más doloroso en la Alcaldía. Aquella tarde del 12 de septiembre de 2008, un tren de carga y otro de pasajeros chocaron en Chatsworth, dejando un saldo de 25 muertes. Como líder de la ciudad, tuvo que dar la cara a los deudos.

“Vi cómo sacaron cada cadáver, hablé con las familias que perdieron a sus hijos. Es lo más doloroso que he hecho en mi vida”, recordó.

El rostro, sin embargo, le cambia al hablar del momento más feliz de sus últimos siete años: la eufórica celebración del 2005, cuando fue electo como el alcalde 41 de esta ciudad.

“¿Cómo me gustaría ser recordado?”, dice Villaraigosa haciendo una larga pausa. “Como alguien que unió a la ciudad, como un estadounidense orgulloso, que nunca olvidó de dónde vino; como el padre de cuatro grandes hijos”, mencionó.

Las fotografías de dos de sus hijos, Natalia y Antonio, comparten la vitrina de su oficina con Earvin “Magic” Johnson, Kobe Bryant, Nelson Mandela, Bill y Hillary Clinton, George W. Bush, Obama y Al Gore. Y en el impecable escritorio del mandatario luce una biblia de unos 50 años que le regaló su madre.

Su familia, su educación y sus orígenes latinos, resalta el alcalde, son el motor que lo impulsan a defender a los campesinos, a los pobres, a los indocumentados que se le acercan pidiéndole que los ayude a salir de las sombras. “La gente viene a mí pensando que soy su Obama”, expresa el funcionario.

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