A evitar fuga de cerebros

Novedoso programa ecuatoriano para combatir la fuga de cerebros

Carlos es uno de los participantes en el nuevo programa que aspira a convertir a esta nación sudamericana en un competidor global.

Carlos es uno de los participantes en el nuevo programa que aspira a convertir a esta nación sudamericana en un competidor global. Crédito: AP

QUITO, Ecuador (AP).- Galo Guarderas, un respetado profesor universitario de electrónica, dueño de una maestría, se dispone a pasar varios años en España estudiando para sacar un doctorado en ingeniería fotovoltaica, un campo vital para el aprovechamiento de la energía solar y aún más en un país como Ecuador, ubicado en la mitad del mundo.

La carrera costará 150 mil dólares, pero Guarderas no abonará un centavo, pues su país está haciéndose cargo de los gastos.

Guarderas es parte de un nuevo programa que aspira a darle a Ecuador la posibilidad de competir a nivel mundial. A cambio, se le pide a los beneficiarios que trabajen para el Gobierno dos años por cada año de estudio.

“Debo estar cinco años en España. Debo hacer primero una maestría en energía fotovoltaica que esté avalada por la Unión Europea, y luego debo estudiar el doctorado”, dijo Guarderas a la AP.

Los costos de esa maestría en Europa llegan a 40 mil euros (51,200 dólares) y del doctorado a 78 mil euros (99,840 dólares), imposibles de sufragar para un profesional ecuatoriano. Para pagar su formación, Guarderas deberá trabajar 10 años para el estado ecuatoriano.

El presidente Rafael Correa tiene dos objetivos con este programa: impedir la fuga de cerebros ante la falta de oportunidades del país y fomentar la formación de personas con conocimientos avanzados.

“Sin talento humano, Ecuador no saldrá adelante, no tenemos una masa crítica (mínima) de profesionales de cuarto nivel que empuje el desarrollo del país”, sostuvo el mandatario. Agregó que en estos programas “está el futuro, estas cosas son las que nos deben unir: excelencia, talento humano, ciencia y tecnología, para el futuro, para el buen vivir, para el desarrollo”.

El viceministro de Ciencia e Innovación, Héctor Rodríguez, dijo a la AP que “es una estrategia de desarrollo a largo plazo que implica en un primer momento lograr la transferencia de conocimiento y de tecnología, para que sirva de base hasta cuando logremos nosotros generar tecnología”.

El proyecto de becarios arrancó en el 2010 con 285 beneficiados y se espera que este año totalicen dos mil.

El Gobierno dijo que no hay cupos, que se otorgará este beneficio a todo el que reúna los requisitos, por el tiempo que sea necesario.

También indicó que aportará hasta 250 mil dólares para estudiantes universitarios del ciclo básico que son aceptados en alguna de las 50 mejores universidades del mundo.

Igual que los profesionales, estos estudiantes deberán servir dos años para el Gobierno por cada año de estudio.

El proyecto contempla asimismo la importación de cerebros y hasta el momento ha logrado reclutar a cien profesionales: 50 ecuatorianos que trabajaban en el exterior y 50 extranjeros.

A cada uno de ellos les paga salarios de seis mil dólares mensuales, lo cual a nivel internacional no pareciera atractivo, pero que alcanzan para llevar un buen nivel de vida en Ecuador, debido al menor costo y las condiciones sociales y ambientales.

Unas 1,500 postulantes de España, Estados Unidos y otros países, han presentado sus hojas de vida y esperan una respuesta de Ecuador.

“En Latinoamérica no hay experiencias similares”, dijo el director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), una universidad de posgrado, Juan Ponce.

Expertos internacionales en temas de educación dicen que hay muy pocos programas en el mundo que busquen limitar el riesgo de que los especialistas formados en el exterior decidan no regresar al país porque consiguen trabajos mejor remunerados afuera.

“Este tipo de programas a menudo se quedan cortos, porque ni el Gobierno ni la economía local puede ofrecer empleos satisfactorios para los investigadores que regresan”, explicó Allan Goodman, presidente del instituto de Educación Internacional, sin fines de lucro y con sede en Nueva York. “Esto parece ser diferente. Hay una verdadera integración entre la educación y el trabajo, de una manera que no veo en muchos países”.

Para asegurarse de que los becarios regresan al país, se les exige firmar un contrato que nombra garantes personales, por lo general padres o familiares, o también pueden ser garantías físicas como propiedades. Si el becario deserta a medio camino, los garantes deben pagar lo invertido hasta ese momento.

Guarderas, por ejemplo, dice que luego de completar sus estudios en la Universidad Politécnica de Madrid piensa reincorporarse a la docencia universitaria y de posgrado en la Escuela Politécnica del Ejército (universidad estatal), donde prestaba sus servicios. No se conoce cuánto le pagarán a su regreso después de casi cinco años, pero se espera que sea lo suficiente como para dedicarse a tiempo completo a la docencia de posgrado.

Brasil también tiene un programa de becarios, aunque no es tan completo. Quiere enviar al exterior 100 mil estudiantes, un 75% financiados por el estado y el resto por la empresa privada. No tienen obligación de retornar a ese país y devengar la beca.

El ministro de educación brasileño Aloizio Mercadante declaró hace poco a la prensa que su Gobierno no tiene problema si el estudiante se queda en el exterior porque le da a su país y a sus instituciones científicas contactos con esas naciones.

Correa predica con el ejemplo. Luego de graduarse como economista en Ecuador, obtuvo una maestría en la universidad de Lovaina, en Bélgica, y más tarde un doctorado en la universidad de Illinois Urbana-Champign, de Estados Unidos. Pero no se radicó en el extranjero sino que regresó al país, se dedicó a la investigación y docencia universitaria y finalmente derivó a la política.

El mandatario es un líder polémico, un izquierdista que usa mano dura para combatir lo que considera una prensa hostil, a la que acusa de ser un instrumento de la oligarquía. Combate la influencia de Washington en América Latina y tiene buenos tratos con naciones como Irán, Rusia y China, país este último que compra la mayor parte del petróleo ecuatoriano.

Al mismo tiempo, lidera el Gobierno más estable que tiene Ecuador desde 1995 y goza de un índice de aprobación de más del 70% gracias a un generoso programa de gastos sociales, en el que la educación es la prioridad. El año que viene buscará la reelección.

Su programa para traer gente preparada al país tiene sus críticos.

Milton Luna, director del Contrato Social por la Educación, dijo a la AP que “con esto, la educación se está haciendo cada vez más elitista”.

Esa institución es un foro integrado que agrupa a una docena de instituciones y organizaciones relacionadas con la educación, que incluso ha sido consultor en varias ocasiones del Ministerio de Educación.

“Con todos esos recursos que el Gobierno invertirá en formar un grupo de profesionales en el exterior se puede lograr grandes beneficios para miles y miles de jóvenes y profesionales si se invierte para mejorar el nivel de las universidades ecuatorianas”, señaló.

Añadió que le “parece que el mensaje que está dando el Gobierno a través de estos procesos es muy desfavorable para las universidades ecuatorianas, porque les está diciendo: a los mejores les mando fuera porque no puedo dejarlos aquí, es un mensaje de desconfianza para la universidad ecuatoriana”.

“Queremos lograr una transformación radical … y pasar de ser un país exportador de primarios a un país intensivo en conocimiento”, dijo el viceministro Rodríguez, soñando con un país al que está ayudando a construir.

Más de 150 mil estudiantes se presentaron al examen para seleccionar becarios para el ciclo básico universitario y 713 fueron elegidos.

Uno de ellos fue Juan Castro, de 17 años, quien desde pequeño mostró una inusual curiosidad para saber cómo funcionaban las cosas. Desarmaba juguetes y más tarde los aparatos electrónicos de su casa.

Su familia, de clase media, no contaba con los recursos necesarios para enviarlo al exterior y menos, como ahora, a cualquiera de las mejores universidades del mundo.

“Quiero ser un investigador. Un físico puro se encarga de investigar, de crear tecnología, de crear energía. Ecuador necesita nuevas fuentes de energía. Me encantaría descubrir alguna fuente de energía alternativa que revolucione lo actual”, dijo el joven.

Entre las alternativas que analiza para su futura formación profesional están ir a Estados Unidos, Francia o Canadá.

Aún no hay resultados notables de este grupo de profesionales, porque el proceso se inició hace un año. En tres años se esperan ver cambios.

“No queremos ganar un premio Nobel, pero sí queremos cambiar la situación de nuestro país, engancharnos con la modernidad”, dijo Rodríguez.

Ecuador es un exportador de materias primas como el banano –del cual es el primer vendedor mundial-, petróleo, café, camarones y otras. En el 2011 Ecuador exportó un total de 22,292 millones de dólares, de los cuales un 77% correspondió a productos primarios, principalmente petróleo, y 23% a manufacturados, principalmente sombreros, elaborados de cacao y de productos del mar.

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