Cierra establo en sur de LA

Quejas sobre la seguridad lleva a condado a ordenar el desalojo

Un último caballo permanecía ayer en el establo de Willowbrook.

Un último caballo permanecía ayer en el establo de Willowbrook. Crédito: Virginia Gaglianone

Sólo un caballo quedaba ayer en los establos cerca de la calle 131 y Figueroa, en el área no incorporada de Willowbrook, en el sur, luego de que el Condado de Los Ángeles ordenara el desalojo de todos los animales del lugar.

El ambiente en general era de desolación y desconfianza. Los cuidadores y trabajadores del lugar se mostraban reticentes a hablar con la prensa y quienes lo hacían temían dar su nombre para evitar “meterse en problemas”.

“La semana pasada se llenó de periodistas que después hablaron mal de nosotros”, dijo Juan, quien no quiso dar su apellido.

El 17 de junio, un incendio ocurrido en el establo que resultó en la muerte de tres caballos y una cabra reavivó quejas pasadas sobre la salubridad del lugar y la seguridad de los animales. La Junta de supervisores de los Ángeles votó para imponer nuevas regulaciones. El supervisor Mark Ridley-Thomas, en cuyo distrito se encuentra la propiedad, acusó al dueño de hacer lo mínimo necesario para cumplir con los códigos de la ciudad .

En los últimos años, el establecimiento de 1.5 acres, propiedad de Nickolas Tokaruk y familia, recibió por lo menos 70 multas por violaciones que incluían abuso y maltrato a animales, falta de licencias, asalto y posesión de drogas.

Los dueños de caballo pagaban alrededor de 120 dólares por mes por mantener allí a sus animales. El lugar, ubicado cerca de las vías de tren se veía sucio y descuidado y millones de moscas revoloteaban alrededor de las heces desparramadas por todos lados. Sin embargo, algunos de los dueños expresaron su desacuerdo con la decisión de cerrar el lugar.

“Nos dijeron que teníamos que sacar los animales en 24 horas”, dijo Ray Anderson, dueño de uno de los caballos del establo. “Cuando otros establos se enteraron de que tendríamos que mudarnos, empezaron a subir los precios”. Anderson no considera que las condiciones del lugar son inseguras y cree que lo que quieren es el lugar para poder construir otros edificios . “Desde 1968 que tengo caballos aquí. En un momento llegué a tener seis caballos y nunca me pareció inseguro”, señaló.

“Vamos a remodelarlo, limpiarlo y volveremos a abrirlo”, aseguró uno de los cuidadores que no dio su nombre. “Este establo es parte de la tradición de los afroamericanos y latinos que vivimos en esta zona”. El cuidador dijo que había comenzado a trabajar en el establo a los 15 años y que muchos de los niños de la comunidad llegaban al lugar a alquilar caballos. “Ningún vecino se ha quejado. En lugar de criticarnos, necesitamos personas que hagan donaciones y se ofrezcan como voluntarios para poder salvar el lugar”.

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