Regresan a México para liberar a plagiados

Bandas prefieren a los que tienen parientes en EEUU; cobran más dinero

Policías estatales en un recorrido para buscar a secuestradores reconocidos por los habitantes de Coatzingo.

Policías estatales en un recorrido para buscar a secuestradores reconocidos por los habitantes de Coatzingo. Crédito: Gardenia Mendoza / La Opinión

Bandas de secuestradores prefieren a los que tienen parientes en EEUU; cobran más dinero

COATZINGO, México.- El sonido del cerrojo que abre el portón se escucha seco y amenazante. Al interior de la casa que sirve como cuartel, los congregados se sobresaltan pero continúan en pie para poner fin a los secuestros que los acechan día ynoche, sobre todo si tienen familia en Estados Unidos o fueron migrantes.

“Pase”, dice uno de ellos a la mujer que sirve de enlace con organizaciones de oriundos en la Unión Americana, los llamados “clubes espejo” que operan en México para dar seguimiento a trabajos bilaterales en esta región de la mixteca poblana, a unos 400 kilómetros al noreste de la capital mexicana.

Tania Díaz entra con paso sigiloso y cierra la puerta para dejar atrás a los policías que la escoltan porque vino a dar informes sobre los avances de la investigación que arrancó hace poco la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Puebla.

Las víctimas esperan el reporte entre una bandada de mosquitos que atacan a picotazos a los pocos habitantes que se atreven a salir de sus casas después de que a mediados de agosto pasado la policía capturó a cuatro secuestradores que a diario raptaban a por lo menos una persona de los alrededores, pero siguen libres unos ocho.

Podrían estar aquí o en Ahuatlán, Zacapala, San Felipe, El Rosario e Izúcar porque son malandrines de la misma región que se organizaron: los de un pueblo, raptaban al del otro para no ser reconocidos por los suyos. Exigían hasta 100, 000 dólares.

Vestido con sombrero de ala ancha y huaraches cruzados al frente, José Vázquez mira receloso a la visitante que bajó de la patrulla, pero sigue con el relato de su secuestro. Se lo llevaron mientras vigilaba su ganado, no lo trataron mal; es decir, no lo mutilaron ni torturaron y le daban de comer una vez al día hasta que soltó la plata. “Me acabaron”, concluye ya liberado, aunque tuvo que vender la casa que adquirió en Los Ángeles con años de trabajo que se esfumaron al pagar 75,000 dólares que exigieron por su liberación.

En ese tiempo no dijo nada. “Aquí quien se queme, allá que se sople”, aconsejaba una frase popular como expresión de la falta de solidaridad que había entre vecinos hasta que todos fueron los afectados: primero le tocó al de al lado; después, al amigo, luego al tío y finalmente en carne propia.

La impunidad llegó a tal punto que los delincuentes se paseaban con las armas en la cintura y hacían tremendas fiestas a las que, según testimonios, participaba el presidente municipal, Hernán Cortés, que resultó compadre de uno de los plagiarios capturados. El inculpado no hizo comentarios a este diario.

El pandemónium llegó hasta EEUU cuando los parientes emigrantes debían saldar las cuentas por los rescates de la inagotable avaricia de los criminales que cobraba por igual a jóvenes, enfermos y ancianos.

A Julián Benítez – cuyo nombre, igual que el de José, fue cambiado por motivos deseguridad- lo vigilaron como candidato ideal de un plagio por tener cuatro hijos en Nueva York y dos en Los Ángeles.Finalmente no lo secuestraron, probablemente por su deteriorada salud: tiene 70 años, las manos lisiadas y camina en silla de ruedas tras un accidente de coche; en cambio le robaron en julio pasado 5,000 dólares, justo la tarde en que los recibió por una buena cosecha de tomates, ni siquiera por un envío del “otro lado”.

“Me voy a morir y no se me va a acabar el coraje”, comenta el anciano. “Al otro día tuve que pedir prestado para comprar tortillas”.

Su boca desdentada hace una mueca tristona en resumen de la desgracia que empeoró unos días después el secuestro de su primo Elías Benítez que logró escapar aún cuando le falta una pierna.

Benítez se escabulló de sus secuestradores porque los vigilantes (“tlacoyeros”) huyeron al escuchar el sobrevuelo de un helicóptero de la policía que ya buscaba a la banda. Hoy está escondido en unciudad lejana, pero es una pieza clave de las investigaciones.

La intervención de la SSP estatal fue en respuesta a la intervención del Consejo Binacional de Organizaciones Comunitarias Mexicanas (CBOC), con sede en LosÁngeles, cuando los delincuentes comenzaron los raptos en grupos de hasta 10 personas.

Roberto Bravo, oriundo de la región y representante de la organización, envió una carta al gobierno de Puebla por sugerencia del consulado en junio pasado. Ahora recibe amenazas de muerte y no puede visitar su tierra natal, sino de noche,desapercibido.

“Todos creen que problema empezó hace cinco años, pero en realidad fue antes, cuando permitimos que nos robaran en las carreteras: se atravesaban y nos quitaban todo y no decíamos nada; luego empezaron a enviar papeles para extorsionar y también nos callamos y la delincuencia siguió”, resume.

Ardelio Vargas, secretario de Seguridad Pública local, tomó el caso de los secuestros en la mixteca casi como un asunto personal apenas se enteró del asunto a través de la carta de la CBOC que le reenvió elgobernador Rafael Moreno.

Al revisar los archivos descubrió que no había ni siquiera una denuncia formal en contra de los secuestradores. “Muchas veces dicen que la policía no actúa, pero no podemos hacer nada si no hay delito denunciado porque no nos tienen confianza”, explica el jefe policíaco a este diario en sus oficinas.

“Por eso creemos que los migrantes pueden ser un vínculo extraordinario para romper el silencio de sus comunidades de origen: ellos están fuera, pero también dentro”.

Bravo lo ve más allá: como un programa piloto en todo el país. “El gobierno va y nos dice que hagamos proyectos de inversión, pero primero debe pensar en algo así como el 3×1 para seguridad o ver la forma de que nos quiten lo poco que ahorramos los migrantes”.

El riesgo es grande. En esta zona, por ejemplo, se organizó en 2010 el Primer Evento Cultural Los Ángeles- México al que acudieron decenas de jóvenes estadounidenses de origen mexicano de entre 15 y 18 años que por primera vez visitaban las comunidades de origen de sus padres que no habían podido traerlos por ser indocumentados. Los chicos ni siquiera imaginaban el peligro que corrían.

“Tuvimos suerte de que no secuestraran a ninguno de esos muchachos”, concluye Tania Díaz,l a joven del club espejo, como uno de los argumentos ante las víctimas del secuestro, para que no desistan en sus denuncias, menos aún cuando el caso llegó tan lejos.

Incluso el senador por California, Kevin de León, envió un certificado de reconocimiento al juez Alberto Bagatella -quien será el responsable desentenciar a los cuatro presuntos secuestradores capturados- por su trabajo en analizar los casos que afectan de manera bilateral a dos comunidades.

Bagatella tiene fama de duro. En entrevista con este diario contó 20 sentencias contraigual número de plagiarios con penas acumuladas de hasta 70 años, aún cuando notiene escolta y para entrar al juzgado no existe un protocolo de ingreso.

Su vulnerabilidad pone en duda a las víctimas, pero sus familiares migrantes no quitan el dedo del renglón: hasta las últimas consecuencias, a menos quequieran seguir toda la vida cuidándose los bolsillos o huir.

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