Aún no listos para un cambio

Los funcionarios mexicanos quieren enlistar a los mexicano-americanos para ayudar a provocar un cambio drástico en México

Política

En Estados Unidos, algunos nativistas extremistas sospechan que los mexicano-americanos han sido reconquistados.

Como si fuéramos agentes del gobierno mexicano y trabajáramos silenciosamente para socavar la soberanía de los Estados Unidos en el sudoeste, acelerando el día en que la tierra vuelva a su propietario anterior. Eso es una locura.

Pero en la ciudad más poblada de América del Norte, acabo de oír un argumento opuesto, que es igualmente ridículo. Algunos políticos e intelectuales mexicanos quieren ahora otorgar otro título a lo que se estima que son 35 millones de mexicano-americanos que viven al norte de la frontera: embajadores. Quieren que representemos a México, y a su pueblo, en los Estados Unidos.

Fui a la Ciudad de México como parte de una delegación de líderes mexicano-americanos y judíos americanos organizada por el Instituto Latino y Latinoamericano del American Jewish Committee, una organización mundial y judía de incidencia, cuyo objetivo es fortalecer las relaciones entre latinos y judíos en Estados Unidos.

Quizás los mexicanos consideren al pueblo judío como modelo. Ven que los judíos americanos defienden a Israel y envían millones de dólares a la Tierra Santa para edificar escuelas, museos y hospitales, y quieren que los mexicano-americanos que viven en Estados Unidos hagan lo mismo. Después de todo, dicen, ambos grupos son parte de la diáspora —gente que se vio obligada a vivir fuera de su patria ancestral y que ha sido sometida históricamente al prejuicio.

Hablando de patrias ancestrales, he vuelto al país donde nació mi abuelo —casi al cumplirse un siglo de ese momento que alteró destinos, en que un niño pequeño y su familia cruzaron lo que en aquella época era poco más de una línea en la tierra y comenzaron un nuevo capítulo en los Estados Unidos.

Los cientos de miles de mexicanos que huyeron de su país durante la Revolución Mexicana, entre 1910 y 1920, no fueron tanto inmigrantes como refugiados. Muchos no vinieron en busca de una vida mejor sino, literalmente, para salvar su vida.

Ahora, mientras sus hijos y nietos ocupan su lugar en la sociedad estadounidense, algunos mexicanos hacen un llamado a las nuevas generaciones para que vuelvan —por lo menos en espíritu. Quieren que los mexicano-americanos se reconecten con México.

“Necesitamos una relación más estrecha con la comunidad mexicano-americana en Estados Unidos, porque hay una gran oportunidad allí”, nos dijo Luis de la Calle, un estudioso y analista político. “Necesitamos hacer un esfuerzo para que esta comunidad vea a México como un bien. Y México debe ver a la comunidad mexicano-americana en Estados Unidos como un bien —en cuanto a los negocios, por supuesto, pero también en cuanto a representar a México en Estados Unidos. Debemos ver a los mexicano-americanos como a nuestros embajadores. Es algo difícil de aceptar para los mexicanos, pero es exactamente la forma en que deberíamos verlos”.

¿Qué tal si dedicamos un minuto a considerar cómo ven los mexicano-americanos a los mexicanos y, para el caso, a México? Esta cuestión de los embajadores no es sólo difícil de aceptar para los mexicanos. Para muchos mexicano-americanos está fuera de cuestión.

Un mexicano-americano de la delegación respondió a la idea. Si nosotros somos embajadores de México, expresó a de la Calle, entonces somos “embajadores sin portafolio”. Parte de la razón, dijo, es que tenemos una “relación de amor-odio” con los mexicanos, quienes a menudo nos consideran “no suficientemente mexicanos”.

Es totalmente cierto. Los de la clase gobernante de México fueron completamente indiferentes a la situación de nuestros padres y abuelos, y ahora nos están insultando. Nuestro español nunca será suficientemente bueno, nuestras raíces nunca suficientemente fuertes.

No soy el único en experimentar ese resentimiento. Si me muestran un mexicano-americano, les mostraré a alguien con un árbol genealógico que incluye un expatriado que huyó al norte porque México no tenía nada que ofrecerle. Para muchos de nosotros, el rencor perdura.

Irónicamente, muchas de las oportunidades económicas de las que disfruta ahora México provienen de los expatriados que viven en el norte —los que lavan platos en Las Vegas, las mucamas de Phoenix, los jardineros de Dallas. Esos expatriados mandan a casa más de 20,000 millones de dólares en envíos. Es un generoso regalo que ayuda a mantener la economía mexicana, pero muchos miembros de la élite mexicana son demasiado orgullosos para reconocerlo. Les gusta pensar que son ellos los que mantienen México a flote.

Ahora los funcionarios mexicanos quieren enlistar a los mexicano-americanos para ayudar a provocar un cambio drástico en México. La relación sigue siendo una herida abierta, y sin embargo esperan que nosotros —hijos y nietos de los desechados— abramos nuestras billeteras.

No ocurrirá, amigos. Primero, reconozcan la herida. Y hagan lo posible para curarla. Después hablaremos.

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