Recuerdos de un magnicidio

El asesinato de Robert Kennedy hace 44 años en LA marcó para siempre la vida de Juan Antonio Romero

Romero visita la tumba de Robert Kennedy por primera vez para la serie 'I Forgive You'.

Romero visita la tumba de Robert Kennedy por primera vez para la serie 'I Forgive You'. Crédito: Suministrada

La sangre del senador Robert F. Kennedy se le escurría entre los dedos a Juan Antonio Romero, un inmigrante mexicano de 17 años de edad que trabajaba como ayudante de camarero en el Hotel Ambassador y que esa madrugada del 5 de junio de 1968 le colocó un rosario en la mano a quien se perfilaba para ser presidente de los Estados Unidos.

Era el momento en que “Bobby” Kennedy agonizaba por los tres balazos que recibió a manos de Sirhan Sirhan, un joven palestino antisemita que supuestamente fue motivado para cometer el crimen por la postura a favor de Israel del senador neoyorquino.

Y ahí estaba Romero, sosteniéndole la cabeza mientras la incertidumbre reinaba en la cocina del Ambassador y los disparos de aquel revólver Iver Johnson calibre 22 parecían aún retumbar.

A 44 años de distancia de aquel trágico hecho, Romero recuerda esos momentos que le cambiaron el rumbo al país, instantes que quedaron captados en las fotografías del diario Los Angeles Times y la revista Life, imágenes que por muchos años intentó evitar porque le producían coraje, tristeza, rabia.

“La gente me dice que yo estuve en el tiempo y en el lugar correcto, porque no me dieron ningún balazo, pero yo les respondo que mi tiempo y lugar correcto hubiera sido enfrente de esa pistola”, comenta Romero en entrevista telefónica para La Opinión.

Hasta la fecha Romero no deja de pensar lo que esa noche pudo haber hecho, que pudo salvarle la vida al senador Kennedy, que pudo atravesarse para evitar los disparos y cambiar la historia, que pudo detener al agresor, que pudo haber hecho cualquier otro movimiento.

Pero no pudo y eso ha sido un pesar que lo ha atormentado por el resto de su vida.

Romero era simpatizante de los Kennedy porque en aquel entonces, recuerda, el apellido se escuchaba por todas partes y entre los latinos era muy popular, tanto que en los hogares del Este de Los Ángeles solían colocar la fotografía del presidente John F. Kennedy junto a las imágenes del Sagrado Corazón y la Virgen de Guadalupe.

“Los Kennedy siempre me llamaron la atención, escuchaba mucho su nombre, mi padrastro compraba todos los días La Opinión, era el periódico que leíamos ahí en la casa, y me interesó mucho porque hacían mucho por la gente desafortunada, como los morenos y los latinos”.

En una ocasión, cuenta Romero, César Chávez le pidió al presidente Kennedy que lo apoyara en la huelga, pero no sólo hizo eso, sino que mandó a su hermano “Bobby”, quien era fiscal general de los Estados Unidos, para que investigara las demandas de los campesinos.

Por eso Romero la noche previa al asesinato le pidió a su amigo Miguelito, quien también era “busboy” (ayudante de camarero), que le dejara atender la suite del senador, de donde habían pedido servicio al cuarto.

“Le dije: ‘Ándale, no seas gacho, deja yo lo atiendo’, y le ofrecí esa propina y todas las propinas que me habían dado la noche, además de recoger las mesas que a él le tocaban”.

Fueron alrededor de 15 dólares en propinas, que para la fecha era bastante dinero, lo que le costó a Romero atender a Kennedy, a quien tuvo la oportunidad de saludar de mano en par de ocasiones.

Originario de Nayarit, Romero actualmente radica en San José, donde viven sus cuatro hijos y donde por los últimos 30 años ha trabajado en la construcción para una compañía de asfalto.

Y la estructura principal del hotel Ambassador, donde ocurrió el asesinato, ya ha sido demolida y en su lugar se construyó una escuela preparatoria que lleva el nombre de Robert Kennedy.

Recientemente Romero, a sus 62 años de edad, visitó la tumba del senador Kennedy en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia, para pedirle perdón por esa culpa involuntaria.

La visita al cementerio fue parte de un documental que se estrenará este fin de semana, como parte de la nueva serie I Forgive You de la cadena de televisiónGMC.

“Hubo muchos sentimientos frente a la tumba, se me reveló lo que había pasado esa noche y la anterior, cuando fui a su cuarto a llevarle comida y me dio la mano y me sentí muy orgulloso, recordé su sonrisa, sentí la presencia de él, ese momento cuando él estaba en el suelo y veía que sus labios se movían, cuando acerqué mi oreja y escuché que dijo: ‘Everything’s gonna be alright… Is everybody okay?’… Lo volví a escuchar”.

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