‘No’ lleva a Gael García al Chile de Pinochet (Video)

Gael García Bernal y el director Pablo Larraín analizan la caída de Augusto Pinochet en filme nominado.

El actor Gael Garcia Bernal y el realizador Pablo Larraín, durante la presentación de"No".

El actor Gael Garcia Bernal y el realizador Pablo Larraín, durante la presentación de"No". Crédito: EFE / Archivo

Uno de los cineastas que mejor retrató la conexión del mundo político con los medios y la publicidad fue Sidney Lumet.

En la magistral Network (1976) retrató un mundo obsesionado con la imagen y lo superficial, desde las pantallas televisivas, mientras que en la olvidada Power (1983), convirtió a Richard Gere en un publicista a cargo de lanzar la carrera de un candidato.

Todos esos mundos se combinan en No, el filme del realizador chileno Pablo Larraín (Post Mortem) en el que Gael García Bernal da vida a René Saavedra, un especialista en campañas comerciales a quien la oposición al régimen de Pinochet le encarga la casi imposible misión de promover el voto negativo en el referéndum que el dictador organizó en 1988 con el fin de mantenerse en el poder.

Saavedra, una suma de dos personas que crearon y vivieron la campaña, se enfrenta en tal misión a su jefe, Lucho Guzmán (a quien da vida Alfredo Castro), una rivalidad que define el nuevo y el viejo Chile, distantes, pero obligados a convivir.

García Bernal —nacido en Guadalajara, Mexico, hace 34 años— y Larraín —de 36 años— conversaron en un hotel de Beverly Hills con La Vibra acerca del largometraje, nominado al Oscar al Mejor Filme de Habla no Inglesa (donde rivaliza con las favoritas Amour, de Austria, y A Royal Affair, de Dinamarca), la primera vez que el país chileno opta al Premio de la Academia.

Hacer del cine político un cine entretenido no es tarea fácil. Era algo habitual en el cine de los años 70 (‘All the President’s Men’, ‘Network’), pero parece que se ha perdido…

Pablo Larraín: En esto fue muy importante Pedro Peirano, que es el guionista, que le dio una estructura clásica a la película: eso es mérito de él. Si hubiera estado yo a cargo de él, seguramente hubiera sido mucho más oscuro y amargo [risas]. Pedro le puso una impronta de película más clásica, como [esos filmes]…

Gael García Bernal: Hay otras referencias que me han venido a la mente, como Wag the Dog o Memorias del Subdesarrollo.

P.L.: ¿La de [Tomás Gutiérrez] Alea?

G.G.B.: Sí. ¿Te acuerdas cómo transita el personaje principal en la película?

P.L.: Sí, exacto.

G.G.B.: Eso me vino a la mente…

P.L.: Como la falta de conciencia dónde está, como liviano.

G.G.B.: Es un superviviente de lo que sucede.

P.L.: A mí lo que me parece interesante del personaje de Gael es que hay una falta de conciencia, [y] lo que está haciendo es cambiar el curso de la historia. Si le hubiéramos dado más conciencia hubiera sido un error gravísimo. Él está como un niño jugando con un juguete muy grande. Sus instintos le permiten hacer cosas que son más importantes.

Para él es su trabajo, no política.

P.L.: No, también es política. No creo que el personaje sea tan inocente como para no entender lo que está haciendo a un nivel más político. Lo que no creo es que midiera el peso histórico de lo que estaba haciendo. Y esa es la medida de su éxito.

La relación de tu personaje, Gael, con el de Alfredo Castro, ¿qué te parece que es más: un cara a cara entre el viejo y el nuevo Chile, que tienen que aprender a convivir, o una relación paternal?

G.G.B.: Pues creo que los dos [risas]. Van de la mano. Esa fue una de las grandes tragedias, no solo en Chile,sino donde también han tenido todas estas guerras civiles: la división familar. Pero la relación entre el personaje de Alfredo y el mío es entrañable. Es una cosa paternalista de muchos principios, no ética profesional, sino más de lealtad. [Hay] competencia y admiración mutua. Los dos pertenecen a un club, el de los publicistas…

P.L.: Esa es la clave…

G.G.B.: Ven el mundo desde la perspectiva de la publicidad. Eso los hace extraterrestres o vampirescos. Son personas a los que les importa un car… lo que se hacen el uno al otro. [Lo importante] es cómo lo venden.

P.L.: El producto no es lo relevante, sino la idea que se construye tras de él.

Pablo, ¿qué utilizaste y que no usaste de la obra teatral original [de Antonio Skármeta]?

P.L.: Prefiero conversar de lo que utilizamos… El gran acierto de la obra es precisamente tomar el punto de vista del publicista. Porque había la posibilidad de agarrar el punto de vista de los políticos, de los millones del pueblo de Chile manifestándose durante años contra Pinochet, de los militares o, incluso, de Pinochet. Había un rango de opciones muy grande. Y se tomó el punto de vista de gente enormemente desconocida y que tuvo un rol muy silencioso. Nadie realmente sabía quiénes eran estas personas y lo que estaban haciendo. Nos pareció muy valioso tomar eso [de la obra]. Y otra cosa que me pareció interesante, muy bueno para la ficción, es que [en la obra] los personajes de Gael y Alfredo trabajan en la misma agencia, cuando en la realidad los dos trabajaron en agencias distintas. [Skármeta] los juntó en la misma oficina, lo que lo hace más interesante en la película. Es uno de los ingredientes que hacen [la historia] más atractiva para la audiencia.

Tu personaje, Gael, es una combinación de dos publicistas. ¿Qué relación tuviste con ellos?

G.G.B.: La película ya había hecho mucha preparación sobre lo que sucedió. Había hasta un libro fantástico que es como una especie de declaraciones libres y no ordenadas, experiencias personales que cada personaje principal de la campaña del No decía en torno a lo que sucedió.

P.L.: [En el libro] estaba todo el mundo y cada uno organizaba su memoria de una manera distinta. Eso era muy interesante y bonito.

G.G.B.: Habían cosas que eran discordantes, pero que, al final de cuentas…

P.L.: Organizaban un relato.

G.G.B.: Exacto. Y permitió que la película eligiera un lado… o inventara. La investigación fue muy buena, pero la parte exhaustiva la hizo la película. Yo cuando llegué, me presenté a todos ellos y tuve unas largas charlas con [los publicistas] Eugenio García y José Manuel Salcedo. Charlas muy amenas, desde la perspectiva emocional: qué es lo que estaban viviendo en ese momento. Eso es lo que querían comunicar…

P.L.: Sí, porque lo que hicieron ya estaba contado.

G.G.B.: Ellos hablaron de la experiencia, del temor, de los retos, qué piensan ahora de lo que sucedió, qué les pasó por la cabeza [cuando ganaron]… Todo fue fascinante, increíble. Y el hecho de que todavía hoy no tienen conciencia plena de lo que hicieron… Lo importante fue ver lo que pensaban, lo que soñaban y su reflexión acerca de lo que sucedió.

¿Y qué crees que aporta el personaje de tu hijo [a quien da vida Pascal Montero] desde el punto de vista emocional?

G.G.B.: Una razón de ser. De una manera muy…

P.L.: Clara y concisa. Es un hijo.

G.G.B.: Es su hijo y es lo que más le importa. Muchos dirán que no, que a veces aparenta que está en un segundo plano. Pero no, el hijo está allí y es lo que más le importa.

P.L.: Es el trofeo.

Como cineasta, ¿cuán complicado fue recrear los años 80?

P.L.: Los 80 es una época súper definida. Hay una frontera entre los 70 y los 90, por lo menos en Chile. Porque allá el cambio de década significó el cambio a la democracia. En Chile no solo cambiaron de moda, sino también cambió el curso político, lo que implicó una apertura muy grande en muchos niveles. La llegada de los 90 viene con la democracia, y eso implica algo muy potente. Uno de los problemas o dificultades que tuvimos es que yo he hecho dos películas [ambientadas en los años 70] pero que crearon su [propio] universo, por lo que no tienes que pedir disculpas a nadie. Habían cosas que no eran precisas: daba lo mismo. Acá [en No], teníamos que compararnos con un archivo real. En términos de “look”, del arte e incluso de la manera cómo se hablaba, había que compararlo todo con el archivo. Había algo que estaba dentro de la película que era real: eso eleva la vara para todo el mundo mucho más si no hubiera nada con lo que compararse y tuvieras más libertad.

Cuando se dice la palabra Oscar a su alrededor, ¿qué es lo que les viene a la cabeza?

P.L.: Más gente que va a ver la película. Maravilloso.

G.G.B.: Mezclado con una borrachera de campeonato [risas].

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