Cubanos toman la ‘vía rápida’ a la ciudadanía
Algunos políticos ahora cuestionan la Ley de Ajuste Cubano de 1966
Darién Munilla tiene 35 años y entró a los Estados Unidos por la frontera sur, luego de estar dos meses en Guatemala buscando como llegar al soñado norte. Finalmente se decidió por viajar en camiones o trailers, uno desde Tecún Umán en la frontera de Guatemala con México hasta el DF y luego otro a Nuevo Laredo.
Cuando finamente llegó al puente internacional de Laredo, el difícil viaje de Munilla había terminado: como tantos otros paisanos suyos lo hacen, informó a los agentes fronterizos que era cubano y que pedía refugio en este país. El 21 de marzo ingresó a Estados Unidos y a pocos días de haberlo hecho, ya está instalado en Los Ángeles con familiares y haciendo los trámites de ayuda de bienestar social, Medical, bonos de comida, seguro social y finalmente, el permiso de trabajo.
“Aquí ya estoy, tramitando la ayuda”, dijo Munilla en una entrevista. “Todos los cubanos sabemos perfectamente que una vez nos presentemos en una frontera estadounidense tenemos derecho a pedir el asilo. Allá en Cuba dejé a mis padres, pero tengo la intención de traerlos en cuanto sea posible”.
Como ya lo ha hecho más de un millón de cubanos, Munilla se acogerá a la ley especial que permite que los que son ciudadanos de ese país que huyen de la isla reciban entrada legal, ayuda y permisos para trabajar y la tarjeta de residencia permanente después de 1 año y 1 día de haber entrado al país. Luego de ese tiempo, pueden hacerse ciudadano en cuatro años, porque aunque el tiempo regular es cinco, se los otorgan retroactivo al momento que pusieron un pie en el territorio americano.
Es el “camino a la ciudadanía” más directo y sencillo que existe hoy en día en las leyes de los Estados Unidos para personas que vienen sin tener aquí un familar, ni un trabajo, ni un patrocinador. Y es un privilegio que está en la mira de muchos, incluyendo algunos líderes cubanoamericanos, que piensan que ya es hora de hacer ciertas reformas a la “Ley de Ajuste Cubano” que se aprobó en 1966 en plena guerra fría.
Entre otros beneficios de ser cubano también están: no tienen que mostrar que al inmigrar familiares estos no van a ser una carga para el país y los cubanos que se casen con un indocumentado de otro país, no tienen las mismas restricciones ni tienen que pedir waiver como las personas de otras nacionalidades para inmigrar a sus cónyuges.
Los cubanos que huyen por el mar tiene la opción de pedir refugio una vez tienen el “pie seco” o al llegar a la costa. Si los detienen en el mar los regresan. Pero si llegan a cualquier frontera de Estados Unidos, son recibido automáticamente. Cada vez más, los cubanos están llegando por medio de un tercer país a estas fronteras, como es el caso de Munilla.
Hace unos días, un editorial de The Chicago Tribune cuestionó que aún exista una ley que trate a los cubanos de manera diferente que a otros latinoamericanos, sobre todo tomando en cuenta que ahora los cubanos que salen viajan libremente a la isla, y casi medio millón de ellos lo hace cada año.
“Es difícil argumentar que los cubanos que van y vienen como quieren de la isla tienen necesidad de consideraciones especiales normalmente reservadas para las víctimas de la represión política”, dijo el editorial. “Uno no escapa del comunismo para regresar en repetidas oportunidades con una maleta llena de mercancía y dinero para la familia”.
El sector tradicional del exilio cubano y sus representantes en el Congreso ha hablado de la necesidad de revisar las condiciones de la ley, sobre todo para evitar los abusos de aquellos que vienen, claman ser refugiados políticos y luego están de vuelta en Cuba a los pocos meses de visita, como si nada hubiera pasado. Entre los que han hablado de esto están el senador Marco Rubio y los congresistas Díaz Balart de Florida, aunque que se sepa, esto no se ha discutido en el contexto de la negociación por la reforma migratoria.
“Eso de que ahora vengan estos cubanos, se acojan a la ley y luego al poco tiempo regresen a la isla está causando el resentimiento del viejo exilio”, apuntó Jesús Hernández, cubano y periodista, editor de la revista Contacto en Los Angeles. “Esta otra inmigración de ahora es una inmigración más económica, pero también hay que tomar en cuenta que el régimen sigue siendo represivo y que tiene en sus manos todos los modos de producción, por lo que la situación de Cuba no es la misma que la del resto de América Latina”.
Este estatus especial de los cubanos también viene siendo cuestionado por otros latinos en vista de la difícil situación de los inmigrantes indocumentados, que por años han sido fuertemente criminalizados por razones políticas en los Estados Unidos. En particular porque el senador latino más prominente del llamado “gang de los 8”, el republicano Rubio de Florida, insiste en que no debe haber “un camino especial para la ciudadanía de los 11 millones de indocumentados”.
No obstante, se cuestiona que los cubanos sigan, después de 50 años, teniendo una “autopista express” hacia la residencia y la ciudadanía, cuando el resto no recibe ni un “camino”.
“Si Estados Unidos hubiera dado un estatus como el cubano a otros refugiados de países víctimas de gobiernos autoritarios y genocidas, deberían de haber tenido leyes similares para muchos países de América Latina. En este momento, por ejemplo, se está enjuiciando al General Rios Mont de Guatemala, que probablemente haya tenido el gobierno más represivo y genocida en la historia reciente y sin embargo, los guatemaltecos no tienen ni tuvieron su ley especial de inmigración”, dijo Gonzalo Santos, profesor de sociología de UC Bakersfield.
“La Ley de Ajuste Cubano es una decisión ideológica que tiene más que ver con la política exterior de Estados Unidos y con el poder político de los cubanoamericanos”.