Antiatlas de las fronteras

El proyecto es contraste con las libertades humanas logradas en buena parte del planeta

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Crédito: Archivo

Migración

Quiero compartir con ustedes un interesante proyecto que reúne a académicos, artistas y activistas en torno al tema de las fronteras. El proyecto lleva por nombre “El Antiatlas de las fronteras” y su propósito es entender los cambios que vienen surgiendo en torno a movilidad humana internacional. Uno de estos cambios, quizá el más notable, es el desarrollo de un sofisticado aparato de control que, apostado en las fronteras, busca a veces regular y otras veces impedir, la migración internacional.

Este aparato de control, sus orígenes y características, representa uno de los contrastes más dramáticos con las libertades que los seres humanos han alcanzado en buena parte del planeta. Tengo claro que esas libertades no son absolutas ni todos las disfrutamos en la misma medida. Pero inclusive con este matiz, hombres y mujeres tienen hoy mayor facilidad para asociarse, expresarse y emprender distintas actividades que en el pasado.

Nada de esto sucede con el tipo de movilidad que implica el cruce de fronteras internacionales. A un mundo de crecientes libertades, se le contrapone otra realidad en la que el ingenio humano, la ciencia y la tecnología, se ponen al servicio del control y la coacción. Sucede exactamente lo inverso a lo argumentado en el párrafo anterior: Hoy hombres y mujeres enfrentan más reglas, vigilancia, condicionantes y francas barreras al desplazarse entre un país y otro.

Tomemos como ejemplo lo que está pasando en nuestro rincón del mundo. En las últimas dos décadas, el Gobierno estadounidense destinó miles de millones de dólares a reforzar su frontera con México. A lo largo de la línea se desplegaron docenas de miles de nuevos agentes de la Patrulla Fronteriza, cientos de kilómetros de bardas y un costoso arsenal tecnológico-militar de helicópteros, aviones no tripulados, cámaras de largo alcance, sensores de movimiento y calor, radares y demás. Al ser detenidos, los indocumentados son procesados con nuevos instrumentos de control que captan sus datos biográficos y biométricos, como huellas digitales y escáneres del iris de los ojos.

Una parte creciente de este aparato de control migratorio ya está en manos de empresas privadas que se enriquecen desarrollando las tecnologías de vigilancia fronteriza, los sistemas de verificación de documentos, de entrevista a quienes solicitan una visa y los servicios de detención y deportación de migrantes. Estas compañías son las verdaderas ganadoras de iniciativas, como la aprobada por el Senado hace unos meses, de destinar 40,000 millones de dólares al control fronterizo.

Y por si fuera poco, los países de tránsito de migrantes ya forman parte de este mundo de bardas, vigilancia y control. México, por ejemplo, se dispone a realizar registros biométricos de los migrantes centroamericanos que pasan por su territorio.

“El Antiatlas de las fronteras” muestra cómo funcionan los nuevos sistemas de control fronterizo y cómo migrantes, activistas, artistas y organizaciones de derechos humanos resisten y luchan contra sus efectos. Los invito a echarle un ojo a este interesante proyecto en: http://www.antiatlas.net/en/.

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