Crece secuestro de inmigrantes al cruzar la frontera de EEUU
Al ser más difícil cruzar a los indocumentados, los "polleros" han recurrido al secuestro de éstos para obtener dinero de sus familiares

José Luis Orozco pagó rescate por el secuestro de su hijo. Crédito: Araceli Martínez / La Opinión
SACRAMENTO.— José Luis Orozco cortaba árboles para la leña en el huerto de almendras donde trabaja en el condado de Merced cuando una llamada a su teléfono celular lo puso a temblar.
“A su hijo lo encontramos tirado en el cerro. Ya lo cruzamos a Escondido pero si quiere volver a verlo con vida y que se lo entreguemos nos tiene que mandar $7 mil dólares”, escuchó a través de la línea, el pasado 25 de septiembre.
Para demostrarle que su hijo estaba con vida, los hombres se lo pusieron al teléfono. “Ya estoy aquí en Escondido”, recuerda José Luis Orozco que le dijo, con aparente voz tranquila, su hijo Luis Eduardo de 16 años a quien no ve desde hace diez años.
Hecho un manojo de nervios temiendo lo peor, el angustiado padre abandonó sus labores para salir corriendo a Stockton donde vive y ver cómo juntaba el dinero.
“Qué voy hacer si no lo logro. Lo irán a matar”, dice que se preguntaba una y otra vez. Sólo tenía listos los $3 mil dólares que se había comprometido a pagar a los coyotes por su hijo cuando se lo entregaran en los Ángeles.
Al darse cuenta que no podía juntar los $7 mil dólares del rescate se lo dijo a los secuestradores. Le exigieron entonces $5 mil dólares. “Sólo tengo $4 mil dólares”, les dije; y aceptaron, pero me pidieron mandar el dinero en dos envíos de $2 mil dólares”.
José Luis Orozco hizo las transferencias a Ixtapaluca, estado de México a nombre de Alejandro Ruiz Juárez y José Rangel Sánchez a través de la compañía Orlandi Valuta.
“Luego los llamé para darles la clave como a las 4:30 de la tarde. Ellos lo cobraron a las 5:04, y no volví a saber nada. Nunca me contestaron”, dice.
Esperanza Díaz, compañera de José Luis Orozco dice que éste no durmió toda la noche. “Estaba bien nervioso, desesperado, enojado pero cuando al día siguiente su hijo lo llamó para decirle que lo habían liberado y estaba en Tijuana, le volvió la sonrisa”.
Luis Eduardo, la víctima dice que llevaba 15 días de haber llegado a Tijuana desde Michoacán, cuando el 24 de septiembre , una camioneta lo recogió a él y a otros tres hombres y una mujer.
“Nos dejaron en un cerro por la autopista Tijuana-Tecate y acompañados por dos guías caminamos dos horas, y luego nos quedamos dormidos. Despertamos como a las 4:00 de la mañana y comenzamos de nuevo a caminar cuando llegaron tres hombres armados y golpearon a los dos guardias que salieron huyendo”.
El muchacho recuerda que los secuestradores les quitaron cinturones, zapatos, les pidieron sus celulares y los acostaron boca abajo sobre el monte.
“Nos pidieron los nombres de nuestros familiares. Y empezaron a llamarles. Nosotros escuchábamos todo porque ponían los teléfonos en altavoz. Cuando me pidieron hablarle a mi papá me tenían el arma apuntando”, explica.
Los secuestradores con acento chilango y edades entre los 25 y 30 años lograron hasta $8 mil dólares por cada uno en el grupo donde iba según narra Luis Alberto. “Sólo hubo un señor que sus familiares nunca contestaron. Y a ese le rompieron las costillas porque no le pudieron sacar dinero”.
Dice que los liberaron, no sin antes tomarles fotos y amenazarlos con buscar a sus familiares y matarlos si los denunciaban a la Policía.
“Incluso nos dijeron que su jefe tenía papeles para cruzar la frontera y venir a matar a nuestras familias, si los denunciaban”, afirma.
El joven explica que se dieron cuenta que sus secuestradores son parte de una banda que operan junto con los polleros. “El lugar donde nos tenían, estaba lleno de chips de teléfonos tirados, que han usado para hacer sus llamadas”.
Pese a la experiencia traumática, Luis Eduardo todavía quiere cruzar la frontera y venir a EEUU. “Quiero trabajar honradamente. Hacerme de un futuro. Allá en Michoacán, en el pueblo, no hay trabajo todo el año y cuando llega a ver, los sueldos son muy bajos”.
El sacerdote Ernesto Hernández Ruiz, director del desayunador saleciano Padre Chava de Tijuana que atiende a migrantes indigentes comentó que el secuestro de inmigrantes que intentan cruzar a EEUU se han incrementado en el último año y medio.
“Es producto de la militarización de la frontera que ha hecho más difícil a los polleros cruzar a los inmigrantes, entonces como sus ganancias se han reducido, muchos de ellos han recurrido al secuestro”, explicó el clérigo quien ha sido testigo de cómo muchos llegan golpeados al desayunador después de los secuestros.