El temor se lo llevó el viento

Más de 50 mil atletas establecen un récord en el Maratón de NY

Vista panorámica de la 4ta. Avenida en Brooklyn.

Vista panorámica de la 4ta. Avenida en Brooklyn. Crédito: AP

NUEVA YORK.— Las calles de la ciudad se llenaron ayer de júbilo y admiración por el esfuerzo humano cuando más de 50 mil personas corrieron la Maratón de Nueva York que volvió tras suspenderse el año pasado debido al huracán “Sandy” y dejando a un lado el temor por los atentados en el Maratón de Boston.

“Este es el mejor maratón del mundo, el más bonito. Por eso me da alegría que esté de vuelta porque nos hizo mucha falta el año pasado”, dijo Rodrigo Álvarez, quien tañía su campana para alentar a los maratonistas en el cruce de la 1a. Avenida y la calle 120.

“No dejamos de hacer ruido para que toda esta gente siga corriendo”, expresó.

El escenario fue digno de una historia neoyorquina. Los colores otoñales en los árboles se sacudían con la fresca brisa que les arrancaba una a una las hojas que flotaban para caer a los pies de los maratonistas.

Había de todo tipo de participantes. Corredores en sillas de ruedas, invidentes guiados por una persona, gente que quizás no tuvo tiempo de quitarse el disfraz de Halloween antes de ir a correr la maratón.

La masa de corredores se tomó las calles de la ciudad desde temprano para comenzar su recorrido hacia el famosísimo Central Park.

Helicópteros, patrullas y policías a pie se encontraban en casi cada esquina vigilando como parte del gran aparato de seguridad que montaron la ciudad y los organizadores para prevenir una tragedia como la ocurrida en Boston en abril pasado.

“Si es notoria su presencia, pero en realidad hemos podido disfrutar muy tranquilamente la carrera”, dijo León Rivas, quien viajó desde México para apoyar a familiares y amigos que participaron en la carrera.

El trayecto fue acompañado por todo tipo de música. Bandas y DJ’s tocaron sus ritmos desde escenarios ubicados a los largo de la ruta. Sonaron canciones de los Beatles, Creedence, Run DMC, tambores africanos y las voces de la gente que cantaban y no dejaban de gritar.

Aunque para muchos es una manera de compartir con amigos un buen momento, hay otros que se toman muy en serio esto de aclamar a los corredores, como el vasco Jon Cerezales que en una esquina de Harlem ondeaba la bandera de su provincia en España.

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