Un ranchito en el puerto

Restaurante mexicano sobresale entre los negocios anglosajones de la ciudad

Maribel Áviles trabaja en el restaurante El Ranchito, uno de los pocos negocios latinos en la ciudad.

Maribel Áviles trabaja en el restaurante El Ranchito, uno de los pocos negocios latinos en la ciudad. Crédito: <copyrite>La Opinión - </copyrite><person>Ciro César< / person>

En la zona de la península, por el bulevar Newport, entre tanto yate, comercio, mujeres en bikini y practicantes del surf que cargan sus tablas, resalta una bandera mexicana.

“El Ranchito”, se lee en el anuncio luminoso de letras rojas que acompaña al estandarte de águila, serpiente y nopal.

Es un restaurante de comida mexicana, pero en el interior toda la clientela es anglosajona, güeros la mayoría. Y no hay mariachi como imaginarían muchos, por el contrario, un par de jóvenes interpretan las canciones de moda de la radio de rock en inglés.

Las meseras y el cantinero también son jóvenes americanos, universitarios que radican en Newport Beach.

Pero en la cocina, donde se preparan los taquitos, las quesadillas, los burritos, las enchiladas y las chingolingas, todos son de origen mexicano, al igual que los propietarios.

El Ranchito Mexican Restaurant pertenece a la familia Ávila, originaria de Guanajuato, que en 1966 abrió su primer establecimiento en Huntington Park.

De las once sucursales, el que se ubica en Newport Beach, el cual abrió en 1975, es operado por Sergio Ávila, uno de los hijos de don Salvador Ávila, fundador de este próspero negocio.

También lo administran Bianca, Maribel y Valerie, hijas de Sergio, y que forman parte de una familia de 55, todos residentes en la lujosa zona residencial de Newport Beach.

“Somos pocos los latinos que vivimos aquí”, comenta Maribel Ávila. “De hecho cuando iba a la escuela en Corona del Mar High School, yo era la única latina como de entre mil estudiantes, yo nací y crecí en Newport Beach”.

Maribel dice sentirse afortunada de vivir en este lugar agraciado por el clima, la tranquilidad y la opulencia.

“Es hermoso, la forma de vida, mis papás viven aquí cruzando la calle, cerca del trabajo, son muy activos, suelen andar en bicicleta, es una lugar muy bueno para vivir, mi papá que tiene 63 años todavía practica el surf… la verdad que somos muy afortunados de vivir aquí”, dice la joven de 26 años.

Por eso han adaptado el restaurante a una clientela juvenil y anglosajona.

“Nuestra clientela aquí en Newport no es latina como en las otras ubicaciones (once en los condados de Los Ángeles y Orange), por eso debemos tratar el negocio de manera diferente”, dice Maribel.

“Y eso es lo que ha funcionado”, agrega la joven. “Han sido decisiones inteligentes de un negocio familiar. Además de que hemos sido muy afortunados, si no fuera por los trabajadores que están allá atrás, en la cocina, que son todos latinos, no estuviéramos en el negocio, porque es gente leal, al negocio, a la familia, por eso esta ciudad tan rica se mantiene”.

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