Inteligencia desobediente
Las violentas protestas recientemente ocurridas en Venezuela revelan un preocupante panorama sobre si el presidente Nicolás Maduro tiene realmente el control de su Gobierno.
Ya es público que los principales autores del tiroteo contra la protesta estudiantil que dejó tres muertos, fueron efectivos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) que habrían actuado en la manifestación desafiando las órdenes de Maduro y de su director el general Manuel Bernal de acuartelarse durante la protesta. La intensión, según el mandatario, era que solamente participarán la Policía Nacional y la Guardia Nacional “con orientaciones muy claras de respeto estricto a los derechos humanos”. Pero no fue así.
La rápida destitución de Bernal es un paso positivo tomado por Maduro. El general mostró no tener el control de sus hombres, en este caso se castigó al líder impotente. Sin embargo, quedaron los efectivos de inteligencia que decidieron desobedecer las órdenes y que con su actitud rebelde de disparar contra la oposición, crearon una crisis muy seria para Maduro.
La pasada elección presidencial mostró que Venezuela es un país profundamente dividido que requiere un Gobierno tolerante y abierto al disenso y que reconozca las realidades políticas. Maduro, con su dura retórica, no se ha caracterizado por la virtud de la reconciliación.
Hoy la situación se agrava por la percepción de que Maduro no tiene el control absoluto de su Gobierno y que precisamente los más violentos en la delicada área de inteligencia sean los que respondan a otros intereses.
El reconocimiento público del problema dentro del Sebin por parte de Maduro es una señal que las dificultades dentro del Gobierno son mayores. Esto no justifica de ninguna manera los llamados a una intervención militar.
Todo esto debe poner a pensar al Presidente que todos los problemas de Venezuela no son una maniobra estadounidense, sino que también son producto de la agenda propia de individuos dentro del círculo de su Gobierno.