El peso de la historia

SOCIEDAD

El cine se ha convertido en un instrumento para el debate político en Estados Unidos. Temas escabrosos que muchos quisieran ver enterrados en la historia resurgen una y otra vez mostrando la carga del pasado, y las heridas que los años no logran ni deben borrar.

Recientemente dos películas trajeron de regreso el tema de la esclavitud y la discriminación contra los negros, a los que para evitar la carga racista se les llama afroamericanos. The Butler y 12 años de esclavo, esta última ganó oscares.

Algunos manejan el argumento de que la historia ha quedado atrás y que ya no hay nada que hacer, ahora se trata de vivir el presente y construir un futuro distinto.

Esto es cierto en parte, aunque en ocasiones el pasado se aferra en permanecer, aunque lo haga mutando.

Se podrá argumentar que ya no existe la esclavitud, lo que es cierto, si por eso nos referimos a la existencia de un mercado en donde se vendían mujeres y hombres; pero es innegable que hay lugares donde las condiciones de trabajo no se alejan mucho de aquellas cuando la dignidad personal era pisoteada sin misericordia.

Algunos sostienen que las circunstancias históricas generaron fenómenos que hoy deben ser vistos con otros ojos, pero no podemos dejar de ver que el racismo de entonces, donde se deshumanizaba a la gente, no está muy lejano del racismo de hoy, cuando se ha vuelto más sútil.

Posiblemente pocos se atrevan a quemar grandes cruces antes de linchar a los diferentes, pero en cambio los distintos encuentran el camino a la marginalidad y la prisión con más frecuencia que los que queman cruces, aunque sea metafóricamente. Aunque el nivel de cinismo no amaina. Hace poco tiempo el candidato republicano al Gobierno de Texas apareció con un depredador sexual, al que considera su hermano y el clamor social no lo ha hecho cambiar de opinión. Esto equivale a la complicidad para mantener en el puesto al visitador de derechos humanos en Ciudad Juárez, no obstante, su declarada judeofobia.

El racismo y la discriminación crecen con solidez. En todos los estados de Estados Unidos hay grupos de odio, uno encuentra un escenario donde hay un espectro de odio de todos, aunque prevalecen los grupos de supremacistas blancos, que son antisemitas, antinegro, anticomunista, o sea, que odian a un amplio espectro de personas.

Con frecuencia uno encuentra una postura que busca disculpar los crimenes del pasado. ¿Acaso los descendientes de los esclavistas deben cargar la culpa de las acciones de sus antepasados?, ¿acaso los alemanes deben cargar la culpa de las atrocidades cometidas por muchos de sus parientes? Mi esposa se encontró con una alemana que sostenía que su familia no se enteró de lo que sucedía en un campo de exterminio rodeado por el pueblo. Otra que manejaba con vergüenza la confesión del padre moribundo sobre su papel en el exterminio de judíos. Los de hoy llevan la vergüenza de los de ayer.

Sin duda, que la postura que esgrime la propuesta del “Nunca Jamás” es correcta. No se trata de mantener resentimientos de por vida, sino de mantener la memoria para que los crimenes contra la humanidad no se vuelvan a repetir. Esto es válido no solamente con los judíos, sino con todas las persecuciones que ha atestiguado la humanidad y que no han sido pocas.

Estamos a poco tiempo de cumplirse el centenario del holocausto armenio, que consistió en la deportación forzosa y exterminio de un número de civiles armenios, calculado aproximadamente entre un millón y medio y dos millones de personas, por el Gobierno de los turcos en el Imperio otomano, desde 1915 hasta 1923.

Como este podemos mencionar el exterminio de camboyanos por Pol Pot, millones de asesinados por Stalin, cuya ignominia todavía mantiene silenciada una buena parte de la izquierda. En este recuento tiene un lugar mayor el encierro en reservaciones de las comunidades originales en Estados Unidos. En México hubo una propuesta similar en Chihuahua que por fortuna no prosperó.

Mencionar las grandes matanzas no busca minimizar la persecución y aniquilamiento de pequeñas comunidades que continúa hasta la fecha.

Encontramos conflictos religiosos, matanzas disfrazadas y persecuciones implacables contra los diferentes. El estatuto de asilo político en Estados Unidos ya protege a los homosexuales y a las mujeres golpeadas.

Parte del problema es que en lugar de encontrar un decrecimiento del odio, encontramos constantemente nuevas víctimas y la recreación de la infamia.

Suerte que el cine nos recuerda esas historias, pero tal vez, lo que vemos es el recordatorio de que aquello no murió, no debe quedar atrás y que constantemente encontramos nuevas expresiones de odio y discriminación.

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