Para calcular consumo

El marihuanerómetro como tal no se ha inventado, pero podría ahorrar accidentes, como su carnal el alcoholímetro

PAPELES

No hay tutía: por donde transitamos, vemos solitarios inclinados sobre algún sofisticado cachivache, mirando o enviando correos. Si no andan en esas, están armando su cigarro de marihuana. Para eso quedaron los dedos. No era la idea del que reparte dones y fabrica estrellas. El alcoholímetro es historia patria. En cualquier parte detienen a los conductores y los ponen a soplar para indagar cuántos grados de alcohol llevan encima.

No es por aguar la fiesta pero también la gente trabada provoca accidentes. Un bareto, porro, cacho o quenque, como se les dice en distintos países, le alborota la bobada y la desconcentración a cualquiera. “Todo psicoactivo, psicodisléptico, sedante, puede producir dismetrías y facilitar los accidentes”, opina un médico.

El marihuanerómetro como tal no se ha inventado. Su existencia autónoma podría ahorrar accidentes, como su carnal el alcoholímetro. Mientras algún emprendedor feliz o un nerd hecho en Harvard diseña el marihuanerómetro ideal, propongo alternativas para detectar el grado de enmarihuanada de un chofer. El método es un poco artesanal, pero principio tienen las cosas. El aparato está a prueba de corruptos, pues no requiere mayor inversión, ya que funciona a base del jurásico método pregunta-respuesta.

El funcionario de tránsito que interrogue al sospechoso hará preguntas al conductor, y de acuerdo con las respuestas deducirá la calidad de la traba, e impondrá la sanción. Adicional al marihuanerómetro sugiero otra forma de penalizar a los infractores. Tal vez así se respeten las restricciones. La nueva penitencia podría servirle de modelo al papa Francisco que está poniendo patas arriba la Iglesia católica desde hace un año. Como regalo de cumpleaños pontificio, tiene mi nihil obstat para utilizar el procedimiento que podría reducir o desalentar pecadores. A pecados nuevos penitencias modernas. No estamos bajo la jurisdicción del padre Gaspar Astete y de su famoso catecismo, hoy por hoy convertido en nostalgia teológico.

Menos blablabla. Vamos con dos preguntas y las posibles respuestas:

– ¿Entonces qué, vecino, lo veo con los ojos rojos, en la nuca?

– Uy, más vecino será su gato, parce. Como se ve que usted no sabe quién soy yo. ¿Sabe qué, papá?, mi taita tiene la casa por cárcel. Detállese lo importante que es. Así que si quiere seguir en su oficio de agente de tránsito, ábrase pero es ya. (Sanción: tres meses sin Internet, cuatro sin Blackberry, cinco semanas sin parque).

— Usted tiene la boca reseca, hecha un Sahara, señor… Me late que está conduciendo trabado.

— A este menso se le corrió el champú. Como que no leyó lo que dijo el viejo Barack Obama quien metió cannabis a lo bien. Como también lo confesó el presidente Juan Manuel Santos. Decía Barack que los accidentes, en su mayoría, los cometen los borrachos. Métase con esa fauna y déjeme en santa paz. Sabe qué, brother, empáquese esta cannabis de aperitivo.(Sanción por intento de soborno e irrespeto a la autoridad: dos años sin internet, un año sin Blackberry, cero féminas durante un semestre. Tendrá que aprenderse de memoria los discursos del presidente Obama en sánscrito y mandarín)

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