Entre la espada y la pared

Inmigración

Estimado lector, mientras usted lee estas líneas, la administración de Barack Obama habría ya alcanzado la cifra record de 2 millones de deportaciones de acuerdo a estimaciones realizadas por la Coalición para los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Angeles (Chirla).

El jueves anterior, el Presidente Obama —después de reunirse con los representantes del Caucus Hispano del Congreso, Luis Gutiérrez, Rubén Hinojosa y Xavier Becerra- declaró que pediría al Departamento de Seguridad Interna una revisión de las políticas de deportaciones para que estas sean conducidas de manera más humana dentro del marco de la ley.

De manera inmediata, después de leer esta declaración, me pregunté: ¿Qué quiere decir Obama con esto?

Estas palabras de Obama encendieron las alarmas y rápidamente brincaron algunos como el congresista por e Iowa, Steve King, quien publicó en su cuenta de twitter un mensaje afirmando que Obama preparaba nueva amnistía para los inmigrantes ilegales.

Sin embargo, mis dudas se despejaron cuando más tarde el New York Times publicó las declaraciones de un oficial del gobierno que bajo la condición del anonimato ha afirmado que el Presidente no estaría considerando detener las deportaciones porque sus asesores piensan que sería ilegal, ni tampoco conceder a otros inmigrantes no autorizados el beneficio de acción diferida que otorgó a los menores conocidos como los “soñadores”.

Es decir una vez más el presidente Obama estaría lanzando al aire palabras vacías que a estas alturas ya resultan hasta insultantes. Como insultante es que se autodeclare un paladín de la reforma migratoria.

Aparentemente la intención de Obama al solicitar esta reunión con los miembros del caucus hispano fue impedir que una resolución de este grupo legislativo sea puesta a consideración para un voto y posterior publicación. Personas que conocen el contenido de dicha resolución aseguran que condena fuertemente las políticas de deportaciones de Obama.

Paralelamente, la Cámara de Representantes aprobó dos proyectos de ley presentados que de convertirse en ley podrían terminar con el beneficio de la acción diferida de la que gozan actualmente los jóvenes “soñadores”. Ventajosamente es tiempo perdido, porque ni el Senado ni el mismo Obama considerarían aprobar eses leyes.

Es decir, que en materia migratoria estamos atrapados entre las declaraciones vacías de un Presidente que no está dispuesto a dar un alivio migratorio a las familias que sienten y sufren la amenaza de la deportación, y una bancada republicana que parece que después de unas pocas resoluciones bonitas quiere retornar a la antigua filosofía de las autodeportaciones.

Estamos en pocas palabras entre la espada sin filo de un Presidente que se muestra cobarde, y una pared republicana tapizada de cinismo y de politiquería. Que tragedia.

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