Alumnos de LA tiran a la basura $18 millones en comida cada año

El desperdicio de comida equivale a $100 mil diarios, o hasta un 10% de la comida que se sirve.

Son muchos los niños de Los Ángeles que como Nailea Guerrero, estudiante de Hollenbeck Middle School, llegan a casa con dolor de cabeza o de estómago porque prefieren aguantarse el hambre hasta llegar a casa que comer el almuerzo escolar, cuenta el padre de la niña, Daniel Guerrero.

Esto lleva al Distrito Unificado Escolar de Los Ángeles (LAUSD por sus siglas en inglés) a acumular un desperdicio de comida que anualmente le cuesta cerca de $18 millones. El equivalente a $100,000 en desperdicio diariamente, o hasta un 10% de la comida que se sirve.

“La leche sabe echada a perder y los vegetales están duros porque son congelados”, cuenta la estudiante de sexto grado. “Las tortillas que nos dan saben raro. La comida no está bien cocida por eso prefiero no comérmela”, dice.

David Binkle, director de servicios alimenticios del LAUSD, ha dicho que se siente “orgulloso de lo que se sirve” en las cafeterías escolares de los 650,000 estudiantes que asisten a escuelas de este distrito. Especialmente porque el menú es cada vez mas nutritivo y con opciones multiculturales, incluyendo platillos de la cocina latina.

“La comida es saludable y de buena calidad”, asegura. Pero reconoce que aunque el distrito pudiera hacer más para evitar el desperdicio, hay leyes federales sobre el programa de alimentos escolares que obligan al LAUSD, y a otros distritos del país, a ofrecer cinco opciones en su almuerzo.

Estas son: carne, fruta, vegetales, granos y leche. De esas, el gobierno federal dice que los estudiantes solo pueden rechazar 2 de esas opciones, indicó el funcionario del LAUSD.

“Si un niño solo quiere un plátano y leche, tiene que forzosamente elegir otro de las 5 opciones. En términos de evitar el desperdicio, hacemos un análisis de que consumen y lo que no para crear el menú, cumpliendo con las regulaciones federales”, explicó.

Binkle preciso que la única manera que el distrito puede intentar dar solución al problema del desperdicio es “abogar a nivel federal para que los estudiantes no tengan que consumir comida que no quieren”, señaló.

Silvia Ruvalcaba, madre de una estudiante del décimo grado en la Roosevelt High School, en el Este de Los Ángeles, está de acuerdo con el enfoque del funcionario escolar, pero le preocupa también que entonces se deje de ofrecer lo que realmente es saludable para los niños.

“¡Se imagina!, van a comer lo que se les dé la gana, comida grasosa o con mucha azúcar, porque eso es lo que les gusta”, expresó. Pero también reconoció que debe hacerse algo para evitar el desperdicio y que no tengan que dejar de comer porque la comida sabe mal.

“Yo creo que una opción es que tomaran más en cuenta las opiniones de los estudiantes cuando crean el menú Que les den opciones saludables pero quizás en maneras más atractivas para ellos. O que nos dejen traerles comida a la hora del almuerzo, podría ser una solución”, opinó la madre.

Expertos en salud pública no están de acuerdo con que se limite la oferta de alimentos saludables a los niños, ya que se ha comprobado que al estar más expuestos a estos, hay más posibilidad de que los consuman.

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