Editorial: Una renuncia necesaria

La salida de Eric Shinseki como jefe de la Administración de Veteranos(VA) era un paso necesario en el camino para restaurar la credibilidad de la agencia federal en la atención médica de sus beneficiarios.

El reporte independiente del Inspector General del VA fue la gota que rebasó el vaso al señalar que el hospital del VA en Phoenix tenía a 1,700 veteranos en una lista de espera extraoficial, que la espera llega a 115 días y que estos retrasos tienen una “impacto significativo en la calidad de la atención”. Para peor, el reporte consideró que es “sistemática” a lo largo del VA la manipulación de las listas de espera de pacientes para dar la impresión a sus superiores que el tiempo de espera para ser atendido era menor al real.

La reacción inicial de Shinseki a estos problemas y a los reportes periodísticos de que las largas esperas hayan conducido a la muerte de beneficiarios fue muy tibia. La indignación general que surgió porque el gobierno no proveía una atención correcta a los soldados que había mandado a la guerra no se reflejaba en Shinseki en la medida que era necesaria, tanto para dar seguridad que los problemas se corregirían, como para proteger políticamente a la Casa Blanca de las críticas republicanas.

En un año electoral, la oposición quiere responsabilizar directamente al presidente Obama por las acciones deshonestas de un grupo de individuos personas que integran una burocracia de 280 mil personas que laboran en 1,700 instalaciones. Ellos desean explotar la situación al máximo.

La atención de salud de los veteranos es importante, hay un compromiso social con ellos. El cambio de liderazgo en el VA es positivo para ese fin. La cuestión ahora es si se hace el esfuerzo bipartidista de cumplir con ellos o si se deja de lado la búsqueda de soluciones para hacer politiquería electoral y nada más.

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