Los chicos “olvidados” viajan solos

Reporte especial Niños migrantes: Pavel Lagos, de 16 años, espera en el albergue "La 72" la llegada del tren

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TENOSIQUE, México.— A los 16 años, Pavel Lagos ya es padre de un bebé de tres meses del que no se hace cargo, desertor de la escuela primaria, desempleado del campo, sobreviviente del acoso de los Maras, abstemio y buscador de tesoros: una persona que ya no cabe en El Cedro, su provincia, ni en su país, según describe.

En Honduras lo que me quedaba es que me mataran.

Pavel espera en el albergue “La 72”, junto con seis amigos adolescentes, la llegada del tren de carga para atravesar este país como polizonte, aún con el riesgo de secuestro, extorsión o mutilaciones porque no tiene dinero ni apoyo familiar para pagar a un guía traficante que lo llevaría por caminos menos riesgosos, dice: “Mejor morir en el camino a quedarse sin prosperar”.

El sacerdote católico Alejandro Solalinde, fundador del albergue Nuestros Hermanos en el Camino en Ixtepec, Oaxaca, cree que es la falta de horizonte lo que resume el éxodo actual de los niños que toman por sí mismos la decisión de emigrar.

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“Diariamente pasan por aquí entre 15 y 20 chicos, a veces más, de entre 12 y 17 años y todos dicen que sólo tienen violencia y miseria en Centroamérica“.

El tío de Edgar Ramírez, de 15 años oriundo de El Salvador, atendió la desesperación de su sobrino cuando éste le contó de los peligros en medio de un ambiente donde los adolescentes de su edad miden su hombría por el consumo de alcohol y drogas, las fechorías callejeras y las mujeres que embarazan.

Yo no quiero hacer nada de eso y me presionan- explicó el muchacho a su pariente que vive en Nueva York.

– Vení- le dijo.

“Llega a la frontera con EEUU y yo pago para que cruces”.

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