La cautela en Siria es buena

El desafío que presenta el Ejército Islámico de Siria e Irak (ISIS) requiere una respuesta pensada y coordinada con otras naciones con intereses en la región. Una intervención aérea estadounidense tendrá ramificaciones geopolíticas que no deben tomarse a la ligera ni al calor de la pasión.

El presidente Obama hace bien en no precipitarse ante un clamor de guerra para acabar con ISIS, después del asesinato del periodista James Fowley. La precaución en este tipo de crisis le ha servido bien al Presidente en el pasado, ya sea en la estrategia en Afganistán como hace un año atrás, también en Siria, cuando la Casa Blanca logró el desarme químico del gobierno de Damasco.

En ambos casos se le criticó al mandatario de dubitativo en política exterior, especialmente en el caso de Siria en la que se combinó la amenaza militar contra el régimen de Bashar al-Assad con una negociación con Rusia.

El conflicto en el Medio Oriente es muy complejo para pensar que Estados Unidos tiene el poder de controlar su desarrollo. No hay que olvidar lo ocurrido con la administración anterior que sí creía que lo podía hacer.

La reciente ejecución en masa de soldados sirios por parte de ISIS, y otros casos en Irak, confirmó una brutalidad criminal que ronda con el genocidio de cualquier población que no se adhiera a su interpretación islámica. Este es un problema de todos, no solo de Estados Unidos.

La estabilidad en Siria, a la luz de la amenaza de ISIS, ahora se convertido en una prioridad. La posibilidad de expansión de los extremistas a otros países árabes y a Turquía es una amenaza real.

¿Pero cómo obtener esa estabilidad cuando Washington ya ha determinado que al-Bashar —el enemigo de ISIS— es un dictador inaceptable?

Los interrogantes y los riegos de una acción militar son numerosos. Por todo lo que representa ISIS, la respuesta es una acción coordinada internacional.

Nuestra historia tiene demasiados casos en que una controlada acción militar desemboca en soldados estadounidenses muriendo en tierras lejanas. Por eso preferimos un análisis cauteloso con inteligencia a una temperamental reacción de testosterona militar.

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