Muere Joan Rivers, comediante pionera de lengua afilada y humor ácido

Rivers, quien falleció este jueves en Nueva York a los 81 años, será recordada por su humor ácido y por haberse convertido en los últimos años en el azote de las estrellas de Hollywood en la alfombra roja.

El mundo del espectáculo en Estados Unidos está de luto por la desaparición de Joan Rivers, popular comediante y presentadora fallecida este jueves en Nueva York a los 81 años.

Rivers -quien será recordada por su humor ácido y su lengua afilada, y por haberse convertido en los últimos años en el azote de las estrellas de Hollywood en la alfombra roja- llevaba ingresada desde hace una semana en el hospital Monte Sinaí de Manhattan, a donde había sido llevada de urgencia desde la consulta de un médico tras sufrir un paro cardiorrespiratorio.

Horas antes de su fallecimiento, medios locales habían informado que los médicos querían sacar a Rivers del coma inducido en el que se encontraba sumida para tratar de evaluar si había sufrido daños neurológicos, aunque finalmente no pudieron hacer nada por salvar su vida.

Este jueves su única hija, Melissa Rivers, emitió un comunicado en el que anunciaba la muerte de su madre y daba las gracias por las muestras de apoyo recibidas.

“La alegría más grande de mi madre en vida era hacer reír a la gente. A pesar de que es difícil hacerlo ahora, sé que su deseo final sería que volviésemos a reír pronto”, afirmó Rivers.

Con la muerte de Joan Rivers desaparece quien era considerada una mujer pionera en el mundo de la comedia y la televisión en EE.UU., una figura controvertida cuyo humor se centraba en reírse sin complejos de sí misma y de los demás, lo que en múltiples ocasiones la situó en el centro de la polémica.

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Nacida en Brooklyn en 1933 bajo el nombre de Joan Alexandra Molinsky en el seno de una familia de origen judío, Rivers saltó a la fama en los años 60 gracias a su trabajo como comediante sobre los escenarios del Greenwich Village de Nueva York y por sus apariciones en el programa “The Tonight Show” de Johnny Carson.

Con Carson mantuvo una fructífera relación profesional que se prolongaría durante cerca de dos décadas y que se vería truncada en 1986, cuando Rivers aceptó una oferta del canal Fox para presentar su propio espacio nocturno: “The Late Show”.

Carson nunca se lo perdonó y no volvió a dirigirle la palabra. Mientras, el programa de la comediante apenas se mantuvo en el aire unos pocos meses, un fracaso profesional del que, según los que la conocían, Rivers nunca se recuperó del todo.

Un año más tarde, en 1987, la presentadora -quien comenzaba su rutina con la clásica frase “¿podemos hablar?”- enfrentó su peor tragedia personal con el suicidio de segundo marido, Edgar Rosenberg, quien también era su manager, una muerte que ella atribuyó a su fallida aventura en Fox.

Ya en los 90, Rivers volvió a ganarse el favor de los telespectadores con su espacio matutino “The Joan Rivers Show” y con su tarea como comentarista junto a su hija Melissa de premios como los Oscar o los Globos de Oro.

A partir de ese momento las estrellas de Hollywood nunca más volvieron a sentirse cómodas desfilando por la alfombra roja, conscientes de que Rivers tenía preparada su afilada lengua para diseccionar sin compasión lo que llevaban puesto.

En los últimos años, se dio a conocer entre las nuevas generaciones con su espacio “Fashion Police” (Policía de la moda) y con el programa de telerrealidad que protagonizaba junto a su hija “Joan & Melissa: Joan Knows Best?”.

A lo largo de su dilatada carrera, Rivers -quien en las semanas previas a su muerte había estado promocionando su último libro, “Diary of a Mad Diva” (Diario de una diva loca)- nunca tuvo miedo de reírse de sí misma (en especial de su físico), y nunca escondió su adicción a las operaciones de cirugía estética, sobre las que hacía numerosas bromas.

“He tenido tantas operaciones de cirugía plástica que cuando me muera donarán mi cuerpo Tupperware”, dijo en una ocasión.

Tampoco se contuvo a la hora traspasar con su humor las barreras de lo políticamente correcto, sin sentir la necesidad de tener que disculparse. Como ejemplo de ello, están las polémicas en las que se vio envuelta en sus últimos meses de vida.

En abril dejó perplejos a los presentadores del programa matutino “Today” tras hacer una broma sobre las jóvenes que permanecieron secuestradas durante una década en Cleveland en manos de Ariel Castro, asegurando que las tres mujeres tenían más espacio en cautividad que el que ella disfrutaba en la habitación en la que dormía en casa de su hija.

Además, en julio Rivers dijo que la primera dama estadounidense, Michelle Obama, es “transexual”, y su marido, el presidente Barack Obama es “gay”.

Una de sus mayores controversias llegó hace unas pocas semanas cuando, preguntada sobre la reciente incursión militar israelí en Gaza, aseguró que los civiles “palestinos merecen morir”.

“Era capaz de decir cualquier cosa sobre cualquier persona sin nunca disculparse. No importaba si eras un hombre de negocios o una estrella de cine. Había que estar preparado para que Joan te hundiera y mejor si estaban bien vestido, porque si no también te iba a atacar por eso”, explica en conversación con BBC Mundo Jeanne Wolf, veterana periodista de Hollywood, quien era amiga personal de Rivers.

“Podía sonar muy cruel porque decía cosas que el resto del mundo no se atrevía ni a pensar”, apunta Wolf, quien destaca que pese a que Rivers “era una mujer muy perfeccionista en el trabajo y podía ser dura con sus colaboradores, también tenía un lado maternal y se preocupaba por los que la rodeaban”.

“Desde niña era una persona muy insegura. Su familia nunca la hizo sentir guapa y ella nunca se vio guapa, y creo que de ahí venía su afición por la cirugía plástica”.

“Era consciente de lo lista y rápida que era y le encantaba estar sobre el escenario haciendo reír al público. Era adicta a eso. Quería trabajar hasta el último momento y ella mismo lo dijo: ‘si te detienes te mueres’. Creo que realmente vivió de esa manera”, apunta la periodista.

Wolf destaca que la carrera de Rivers estuvo llena de altibajos, siendo su momento más duro cuando fue despedida de la cadena Fox y su marido se suicidó.

“Cuando fue despedida mucha gente la abandonó y creo que ella misma se abandonó. Incluso me contó que había contemplado el suicidio, aunque al final salió adelante. ‘Tengo una hija de la que cuidar, deudas que pagar y gente que necesita que la haga reír’, se dijo a sí misma”.

Rebecca Sun, editora de la revista The Hollywood Reporter cree que Joan Rivers “será recordada como una de las pioneras del humor y como una de las mujeres más brillantes en el mundo de la comedia”.

“Nunca tuvo miedo de meterse consigo misma o con los demás y lo hacía de una manera muy honesta. Eso es que le gustaba a mucha gente de ella”, señala Sun en conversación con BBC Mundo.

El mundo de la comedia echará en falta a Joan Rivers. Quizás no tanto las estrellas de Hollywood que desfilan sobre la alfombra roja.

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