Editorial: Una prueba para el Congreso

Ahora hay que demostrar que tienen la capacidad para trabajar con Obama

El presidente Barack Obama espera poder trabajar con el nuevo Congreso.

El presidente Barack Obama espera poder trabajar con el nuevo Congreso. Crédito: Archivo / EFE

@LaOpinionLA

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El Congreso abre mañana otra sesión legislativa con una nueva dinámica que pondrá a prueba la capacidad de liderazgo republicano para gobernar junto al presidente Barack Obama.

Las elecciones de noviembre pasado le dio a la oposición mayorías en ambas cámaras del Congreso. Esto les permitirá dirigir la agenda política y controlar la legislación que se aprueba para ser enviada a la Casa Blanca.

La meta de los republicanos es mostrar que son capaces de gobernar sin causar inconvenientes, como un cierre de gobierno.

Lo ideal serían que buscaran medidas de común interés, que sean negociables a con la Casa Blanca para promulgar la mayor cantidad de leyes en beneficio de todos los estadounidenses. Ese es el funcionamiento esperado por la gran mayoría de los estadounidenses.

Sin embargo, un sector conservador de creciente influencia, ligado al Tea Party, cree que la negociación es una traición, una muestra de debilidad por lo cual se debe seguir fielmente una agenda ideológica sin importar las posibilidades de acuerdo con el Presidente. Ellos dicen que esta es una forma de responder a sus votantes y de crear una agenda que le permita a los republicanos ganar la casa Blanca en 2016.

En el otro lado, está el presidente en una nueva función, dado el cambio de equilibrio de poder y con una actitud más libre de las ataduras que crean los cálculos electoralistas. Él no puede imponer la agenda política pero puede detener los proyectos aprobados con su veto. Los republicanos no tienen mayorías suficientes en la Cámara de Representantes ni el Senado como para anular el veto.

Todo depende de las prioridades que se establezcan en el Congreso.

Lamentablemente, el panorama no pinta bien. La eliminación de Obamacare, el bloqueo a la orden ejecutiva sobre inmigración como a la de apertura con Cuba, la desregulación tanto en el sector energético como Wall Street y el oleoducto Keystone no dan espacio de negociación.

Los republicanos deben mostrar que son razonables y que el obstruccionista es el presidente, para ello necesitan una bancada disciplinada detrás de una agenda más inclusiva que la impulsada inflexiblemente por el sector aliado al Tea Party.

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