¡Dejen de culparnos por los abusos sexuales!
Hace más de dos semanas que he venido pensando cómo escribir este post sin sonar tan autorreferente pues siempre comienzo con “en Chile”? La cosa es que en mi país, hace dos semanas, la presidenta Michelle Bachelet decidió enviar al Congreso un proyecto de ley que permita el aborto terapéutico y sólo en caso de violación, riesgo de muerte de la madre e inviabilidad del feto. Se podrán imaginar el debate que ha generado este tema en una sociedad tan conservadora como la chilena. Por si no sabían, somos muy muy conservadores.
Para contextualizar un poco el tema, en Chile cualquier tipo de aborto es ilegal y penalizado por ley. Según estimaciones, más de 200,000 abortos se realizan año a año e incluso la cifra puede ser mayor. Es imposible cuantificar pues como les dije, es un acto ilegal. Las principales razones de quienes se oponen a legislar en este tema se basan fundamentalmente en sus valores, moralidad y citan a Dios y la Iglesia Católica como soportes esenciales. Hay incluso campañas de doctores que piden que no se apruebe este proyecto pues ellos como doctores, tienen que luchar por proteger la vida tal cual lo prometieron el día que hicieron su juramento.
Por el otro lado, estamos quienes apoyamos este proyecto por la simple razón de que es totalmente justo que una mujer decida qué quiere hacer con su cuerpo. Muchas chicas no nacieron para ser madres y no es una respuesta válida para ellas “pues Dios nos creó así”. Menos cuando el hijo, que nunca quisieron ni buscaron tener, es producto de una violación. Y aquí sí que me declaro una intransigente: ninguna mujer busca ser violada. No es nuestra culpa y nunca lo será.
La estudiante de Columbia, Emma Sulkowicz, decidió cargar con su colchón hasta que las autoridades de la universidad expulsaran al tipo que abusó sexualmente de ella.
Ustedes dirán “¿pero quién piensa eso?” y mi respuesta es “muchas personas”. Más de las que uno podría imaginar. Incluso un diputado chileno, quien después de mandarse joya de declaración –acusando que a veces es culpa de las mujeres que tomaron un coctel de más-, pidió disculpas públicas. No logro entenderlo, pero siempre digo “OK, somos un país chico en vías de desarrollo”. Pero los políticos estadounidenses pueden llegar a ser igual o peor que los que habitan esa larga y delgada franja de tierra en el sur del mundo.
En West Virginia se está discutiendo que los abortos se realicen sólo hasta las 20 semanas de gestación, pues según activistas pro-vida, pasado ese tiempo el feto ya puede sentir dolor y sufrimiento. Mientras se discutía el asunto la semana pasada, el republicano Brian Kurcaba aseguró que una violación es horrorosa, pero a la vez es “hermosa” cuando se concibe un hijo producto de esto. Al igual que el político chileno, pidió disculpas públicas y se arrepintió de sus dichos. Pero sea como sea, ya sabemos lo que realmente piensa.
Y ¿saben qué? Quizás suene despectiva pero incluso puedo, quizás, entender a estos señores porque son hombres y no tienen la más remota idea de qué puede llegar a sentir una víctima de violación. Jamás. No saben ni nunca nos entenderán. Menos cuando en la mayoría de los casos, los abusadores son hombres y las víctimas somos las mujeres.
Pero lo que no puedo llegar a entender es que mujeres le quiten la seriedad al asunto y piensen igual que ellos. Como género, independientemente de nuestras religiones o conservadurismo, debemos cuadrarnos. No hay segundas lecturas cuando se trata de abusos sexuales. Sólo es culpa del violador.
Susan Patton tiene una opinión “diferente” de lo que puede considersarse abuso sexual.
Esta mujer a la que me refiero quizás no es el mejor ejemplo, pues es una señora ya de edad y, por lo que me imagino, demasiado conservadora. Pero igual les quiero comentar su declaración: hace un tiempo en conversaciones con CNN, Susan Patton (aka “Princeton Mom”) aseguró que las violaciones sexuales son “learning experiences” (WTF?). Pero eso no es todo: “We’re now talking about or identifying as rape what really is a clumsy hookup melodrama or a fumbled attempt at a kiss or a caress”.
Claro, somos nosotras las que exajeramos, pues es lindo decir que fuimos violadas. Es súper agradable contar a la policía, familiares y doctores que un hombre desconocido abusó de nosotras sexualmente. No, mejor aún, es genial decir que nuestro padrastro lleva abusando de nosotras varios años.
¡Por favor! No es agradable confesarlo, nunca saldrá algo hermoso de una violación sexual y no, nunca será nuestra culpa. Si de esa terrible violación viene un ser humano, nadie tiene el derecho de obligar a una mujer a tener a ese hijo. Nadie. Porque sólo ella sabrá si es capaz de darle vida a un niño que no considera su hijo, que no fue deseado, que de hecho, le recuerda segundo a segundo lo que le causó una depresión que la tuvo al borde del suicidio. Si esa mujer es fuerte y quiere tenerlo, se gana todo mi respeto. El mismo respeto que tiene quien decide no querer pasar por eso.