Neuer, Nobel 2014 en literafútbol

Alemania le debe, en altísimo porcentaje, el haber ganado el mundial que se jugó en Brasil

El guardameta del Bayern Múnich, Manuel Neuer (c).

El guardameta del Bayern Múnich, Manuel Neuer (c). Crédito: EFE

Señor Neuer, salud. Un poco tarde, pero a manera de desagravio, le cuento que estoy furioso con la votación que le embolató el premio de la FIFA como mejor jugador del 2014, el equivalente al Óscar del fútbol. Hay que decirlo en letra de tango: “Qué falta de respeto, qué atropello a la razón”.

El premio quedó en poder de Ronaldo, el del gritico “siiiiuuuuuuhhhhhhhh” que pegó cuando le dieron el Balón de Oro. (Después de estudiar todos los gritos que pegó Tarzán en sus películas, este servidor tradujo el zumbido de CR7: “No me lo merezco, pero el trofeo es mío. Además, ‘Victoria, canto victoria, estoy en la gloria, se fue mi mujer, Irina’. Bellas, favor pasar hojas de vida”.

Herr Neuer, ese balón de oro habría quedado mejor en su casa de Munich, la ciudad que tiene los meódromos más grandes del mundo para evacuar cerveza.

Si hasta en la votación final usted, Manuel, quedó detrás de Messi. Otro atropello a la razón.

A su persona, Herr Manuel, le debe Alemania en altísimo porcentaje haber ganado el mundial que se jugó en Brasil. Y si el Bayern Munich está donde está que no le pregunten a un policía acostado, ni siquiera al papa Francisco, a qué se debe.

Se le atribuye a Passolini haber dicho que el poeta del año debería ser el goleador del campeonato. Con su venia, diría que el poeta del 2014 es su persona, arquero reencarnación de su paisano Oliver Kahn.

De los arqueros puede decirse con temor a equivocarse que viven en la soledad de ellos en compañía… Debería permitírseles llevar crucigramas para llenar en las horas muertas del partido. O llevar computador para bajar porno de internet en los sabáticos que permiten los 90 minutos.

Con su venia, don Manuel, pero nunca me gustó el puesto de arquero. Si uno gana, ganan todos los jugadores, si pierde, la culpa es del portero.

Para meterle goles a usted hay que pelar cocos con la uña. Sus 1,9 metros inhiben a cualquiera. Usted juega con todas las extremidades: manos, pies, cabeza, lo que se necesite hacer con ellos dentro o fuera del área. Creo que hasta el esternocleidomastoideo y la silla turca lo han sacado de líos.

Este año había sido el preciso para otorgarle esa noche de los egos el balón de oro a un sucesor del divino Ricardo Zamora, el español nacido a principios de 1901. Zamora nació y ya era leyenda del fútbol.

Otro motivo para darle el premio, aparte, repito, de su calidad y calidad humanas: el de arquero era el puesto del Nobel Alberto Camus. Jugaba en esa posición porque se le gastaban menos los zapatos. Sin confirmar sí lo digo: jugando fútbol aprendió Camus a redactar. En ese puesto está la cuota inicial del Nobel.

En fin, Manuel, y perdón por la igualada, pero usted cumple a cabalidad la lección que les dio el mejor reportero del mundo, el polaco Kapuscinski, a sus colegas: no basta con ser buen periodista, también hay que ser una buena persona.

Usted es mi Nobel del fútbol que se jugó en 2014. Cuando pase por mi casa en Medellín sepa que mi casa es la suya, mi pan y el ron es para compartirlo

En esta nota

Alemania Bayern
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain