Sobreviviente de la ‘repatriación mexicana’ durante la Gran Depresión exige una disculpa oficial

Durante la década de 1930 más de un millón de personas, la mayoría niños estadounidenses, fueron forzadas para que se fueran a México

Emilia Castañeda, de 89 años de edad sostiene el libro “Década de la traición”, que habla de la repatriación de mexicanos en la década de 1930.

Emilia Castañeda, de 89 años de edad sostiene el libro “Década de la traición”, que habla de la repatriación de mexicanos en la década de 1930. Crédito: Jorge M. Nieto | Especial La Opinión

Emilia Castañeda conoció la miseria a los nueve años y en un país ajeno. Su padre, un albañil, no tenía empleo y decidió irse a Durango con sus dos hijos, ambos nacidos en Estados Unidos. Era 1936 y el país vivía la Gran Depresión.

Así, esta familia pasó de vivir en un hogar propio en el barrio de Boyle Heights a dormir en el patio de la casa de unos parientes -en Gómez Palacios- incluso en las noches lluviosas. Los niños extranjeros soportaron el acoso en todos lados, en todo momento.

Emilia tuvo que trabajar desde que llegó a México.

“Una señora me preguntó que si le podía cuidar a su niño y también le lavaba la ropa, como si yo fuera la madre”, cuenta Castañeda, de casi 89 años. “Fue una vida miserable”.

Fueron nueve largos años de pobreza que ella dejó atrás cuando decidió regresar a su país de origen, poco antes de cumplir 18 años. Una madrina que vivía en Los Ángeles le ofreció pagarle el pasaje en tren y ella no desaprovechó la oportunidad. Pero su padre y su hermano prefirieron quedarse en Durango.

Con el tiempo, Castañeda comprendió que en aquella triste década de 1930 más de un millón de personas, la mayoría niños estadounidenses, fueron forzadas o presionadas para que se fueran a México voluntariamente por las duras condiciones de vida.

Se trató de una suerte de auto-deportación que se conoce como “Repatriación Mexicana”.

“A mí nadie me echó de aquí. Mi papá se fue porque no conseguía trabajo […] en esa época sólo había para los americanos [anglosajones]”, cuenta la anciana.

Castañeda ahora lidera una campaña que aboga para que este acontecimiento se incluya en los libros de historia en California y que exige a la Casa Blanca ofrezca una disculpa a los sobrevivientes, como ya lo hicieron los gobiernos estatal y del condado de Los Ángeles.

“No quiero recompensa, ni un centavo. Todo el tiempo lo he dicho, yo quiero una disculpa formal”, dice la mujer, quien subraya que no desea escuchar un discurso en la televisión, ni leer los fríos párrafos de una legislación.

Ella quiere que el presidente Barack Obama le pida perdón en persona.

“Porque violaron nuestros derechos civiles”, continúa.

La Opinión pidió un comentario al respecto a voceros de la Casa Blanca y del Departamento de Estado, pero no respondieron al cierre de nuestra edición.

Christine Valenciana, profesora de la Universidad Estatal de California en Fullerton e hija de Castañeda, compara la indiferencia del gobierno federal sobre este hecho con el abuso en contra de un niño indefenso. “Mucha gente no sabe lo que pasó”, lamenta.

Un grupo de alumnos de primaria en Bell Gardens, quienes ayudaron a redactar la legislación estatal que pide enseñar sobre la “Repatriación Mexicana” en las aulas, enviaron una carta al presidente Barack Obama exigiéndole una disculpa, pero recibieron un escrito superficial y con fotos de sus perros.

“Para mí fue un insulto a esos niños”, expresó Castañeda.

Sigue un ambiente ‘antimexicano’

A decir del historiador Francisco E. Balderrama, los inmigrantes latinos aún padecen un ambiente hostil en Estados Unidos porque no se han reconocido los graves errores cometidos durante la expulsión masiva e inconstitucional en la década de 1930.

Más de un millón de personas fueron presionadas para irse a México durante la Gran Depresión, la crisis económica que entonces atravesó el país. Se calcula que el 70% eran niños nacidos aquí.

A este pasaje histórico que no aparece en los libros de texto se le denomina “Repatriación Mexicana”.

“Hay un patrón que estamos viendo de nuevo de ‘antimexicanismo’, de ver a los mexicanos como trabajadores desechables”, dijo el autor del libro Decade of Betrayal: Mexican Repatriation in the 1930s (Década de Traición: Repatriación Mexicana en la década de 1930).

El perdón oficial ayudaría a “sanar” y avanzar en este sentido, dijo el catedrático.

“Permitiría no repetirlo con los patrones que vemos ahora y que veíamos a principios del siglo pasado, enfocándose en mexicanos, el color de piel, su acento y sus apellidos”, señaló.

La investigación de Balderrama, la más extensa sobre este hecho, encontró que si bien hubo pocas redadas para expulsar a los inmigrantes hace 80 años (una de éstas se realizó en la Placita Olvera, según documentó La Opinión), la mayoría se fue voluntariamente porque les negaban oportunidades laborales y los servicios de asistencia gubernamental daban menos comida a las familias mexicanas.

“Los sobrevivientes quieren que esto no le vuelva a ocurrir a nadie, por eso piden el perdón”, dijo.

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