Y ¿usted que quiere?

La política se convirtió en moneda de cambio, templo del cinismo, los aspirantes huelen un mundo de oportunidades

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Crédito: BBC

Un científico llegó hasta las alturas del control de la seguridad nacional y denunció un fraude en la compra de un detector molecular inservible. La inversión nacional supera los 300 millones de pesos mexicanos y el país corría el riesgo de hacer el ridículo internacional, porque los ingleses estaban a punto de encarcelar al “inventor”. Después de una hora y rechazar los documentos, el funcionario espetó:

– Y ¿usted que quiere?

El científico se desconcertó. El no fue a vender servicios, ni silencio. Trataba de frenar un fraude que enviaba inocentes a prisión, porque el detector era la prueba.

El funcionario no podía entender el nacionalismo desinteresado. Se encontró con alguien honrado interesado en el interés general.

Al estallar internacionalmente el escándalo y tomarlo una periodista agresiva, el gobierno cerró el negocio. El científico ayudó a cerrar el fraude, pero en México sigue operando.

Un académico trató de rescatar el sistema de monitoreo de calidad del aire de su ciudad, en manos de un político inescrupuloso, que mentía para no perder el control afectando la posibilidad de incidir en un tema de salud pública. Al buscar ayuda la primera pregunta fue:

– ¿Cuál es su negocio?

Todo se reducía a identificar en donde se beneficiaba el político mentiroso para lograr un arreglo.

La política se convirtió en moneda de cambio, templo del cinismo, los aspirantes huelen un mundo de oportunidades y de ser descubiertos compartir beneficios y en ocasiones ni eso; el sistema sabe silenciar a los discordantes: los compra o reprime.

La política dejó de ser medio para la felicidad de la sociedad, o instrumento para el bien general, es un mecanismo para enriquecer a unos cuantos.
Desde guerras para que los amiguetes de los políticos se enriquezcan brutalmente, otorgamiento de contratos devueltos con favores muy lujosos, y ocultamiento de intereses. Si algún despistado, como el científico, encuentra algo gordo, se le trata de tapar la boca con billetes.

Los medios se silenciaron con carretadas de dinero, y extorsionan a la política y la sociedad. La línea entre honestidad y deber se diluyó.

Un policía viola la ley y lo justifica porque su salario es bajo. Un maestro vende calificación porque le gusta el whiskey. Un constructor cambia especificidades para ganar más aunque el edificio se caiga, un funcionario juega con la seguridad del Metro, aunque se descarrile. Y así hay corrupción hasta la saciedad.

Delitos, crímenes, corruptelas pasan impunemente porque no hay castigos ejemplares.

La política es un juego de complicidades que protege a los políticos que se comportan como pandilleros.

El sistema es inteligente y encuentra víctimas propiciatorias. El campesino encarcelado por el detector molecular; el funcionario fugado hasta que el “asunto” se arreglara sin pisar la cárcel.

Y una sociedad burlada hasta la saciedad

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