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Ataque terrorista en San Bernardino

Se necesita una ley que no necesariamente prohíba portar armas, sino que haga más difícil su adquisición

syed farook san bernardino

Crédito: Captura | ABC7

Potencialmente una balacera como la que ocurrió en la ciudad de San Bernardino puede llegar a suceder en cualquier rincón del país.  En lo que va del año, ya se registraron 355 balaceras masivas.  Y este número puede, lamentablemente, incrementarse en el poco tiempo que tenemos de 2015.

Inicialmente, la policía no quiso decir exactamente que el ataque de los dos individuos que provocaron el tiroteo en el Inland Regional Center estaba relacionado con los islamistas radicales de ISIS.  Empero, se sabe que Tashfeen Kalik, la mujer que tomó parte de esa balacera, había ofrecido su fidelidad por medio del Facebook a Abu Bakr al-Baghdadi, líder del grupo terrorista en Siria.

En este sentido, el hecho, como quiera que se ve lo vea, es un acto terrorista.  Kalik y su esposo Syed Rizwan Farook dispararon indiscriminadamente, causaron estupor entre la gente, mataron a personas inocentes e hirieron a otros muchos.  A mi parecer, lo que hicieron estas dos personas es un ataque terrorista.

Lo triste de este episodio fatídico es que puede volver a ocurrir nuevamente debido a que los elementos que la propiciaron están latentes en nuestra sociedad.

Por una parte, en nuestro país es muy fácil comprar un arma de fuego de alto calibre.  En algunos estados, el control es mínimo; no hay una investigación minuciosa a la persona interesada en un arma letal, ni mucho menos existe un chequeo policial.

Por otra parte, tenemos una población variada y de muchas ideologías religiosas.  La mayoría son personas responsables y respetuosas de las creencias de otros.  Sin embargo, existe también una cantidad de grupos fundamentalistas religiosos –cristianos, islamistas, budistas—, quienes consideran que su deidad es la única y verdadera.

Hoy, un porcentaje pequeño de seguidores islámicos ven un peligro a su religión el progresismo de las sociedades occidentales.  Estas personas fundamentalistas, muchos de ellos jóvenes, creen hacer un favor a sus creencias al levantarse en armas y cometer atrocidades contra gente inocente.

La mayoría de la gente musulmana y seguidores del Islam es buena y generosa.  Son unos cuantos los que hacen daño y comente atrocidades, como ocurrió el día miércoles en San Bernardino.

Hoy es el momento propicio para que los congresistas en Washington puedan legislar una ley que no necesariamente prohíba portar armas, sino que haga más difícil su adquisición.

Por otra parte, la sociedad norteamericana en su conjunto tiene que hacer conciencia que estas balaceras y atentados son situaciones que incumben a individuos y no a grupos étnico-nacionales.  No podemos estigmatizar a toda una población musulmana por el error de unos cuantos fanáticos religiosos.

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