Editorial: Vetos que protegen el planeta

La acción del presidente Obama impide el sabotaje del Congreso al Acuerdo del París

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Crédito: BBC/Carbon Engineering

Los vetos del presidente Barack Obama son infrecuentes, pero las pocas veces que fueron utilizados fue para defender aspectos claves de su administración y legado. Uno de ellos es la reducción de los gases contaminantes para combatir el cambio de clima.

En agosto pasado la Agencia para el Medio Ambiente (EPA) emitió normas nuevas para reducir las emisiones de dióxido de carbono, que según los científicos es responsable del efecto invernadero y, consecuentemente, del calentamiento global. El nuevo plan impone la meta de reducir en 32% las emisiones para el año 2030, en comparación a los niveles de 2005. Esta acción es una de las bases de la propuesta estadounidense a la reciente cumbre en Paris.

El Congreso de mayoría republicana se opuso de inmediato a la nueva norma por considerarla un abuso de autoridad ejecutiva, que impone condiciones pocos realistas, que perjudican a la economía causando pérdida de empleos y aumenta los precios para los consumidores.

Pero los republicanos, más allá del alegado impacto económico, cuestionan la base científica de que la actividad humana tiene un efecto negativo. Por ejemplo, la mayoría de los precandidatos presidenciales, y todos los favoritos que encabezan las encuestas, rechazan la idea de que el hombre tiene alguna responsabilidad sobre el calentamiento global. Al senador Ted Cruz le gusta comparar a los escépticos con el astrónomo Galileo en su discusión con la gente de su época que creía que el sol giraba alrededor de la tierra.

Por eso, antes y durante la negociación de París, el Congreso pasó dos resoluciones distintas eliminando las normas del Plan de Energía Limpia de Obama. El propósito, además de anular el plan, fue dar una señal al mundo de que Obama no podía garantizar que Estados Unidos, el segundo mayor contaminador del mundo, iba a reducir las emisiones contaminantes.

El veto presidencial del sábado es la respuesta de Obama al desafío del Congreso. Todavía hay en los tribunales una demanda de 27 estados y de la industria que cuestiona la legalidad del plan.

La política ecológica es a largo plazo. El próximo presidente será el que decida seguir con la reducción de gases o ignorarla  como el avestruz con la cabeza en el hoyo. La limpieza del aire tiene sus costos, pero los beneficios de salvar al planeta de catástrofes, como la elevación del nivel del mar, es invaluable.

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