Scott Pruitt como administrador de EPA: riesgo para la economía y para nuestras familias

Las posibles consecuencias de que Pruitt llegue a la EPA incluyen pérdida de puestos de trabajo y afectaciones a la salud de nuestras familias

Scott Pruitt encabeza la Agencia de Protección Ambiental.

Scott Pruitt encabeza la Agencia de Protección Ambiental. Crédito: Spencer Platt | Getty Images

En nuestro país, la economía generada por la energía limpia (aquélla cuyas actividades producen bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos naturales de manera eficiente y es socialmente responsable) no es un asunto del futuro, es el presente. La energía limpia ya genera empleos, ahorra dinero a nuestras familias y contribuye en la seguridad de nuestra nación. Todos estos beneficios son evidentes y tan sólo representan la punta de un iceberg de implicaciones positivas.

Por ello fue preocupante, por decirlo de una manera prudente, cuando el Presidente electo Donald Trump, hace algunos días, nombró a Scott Pruitt, Procurador General de Oklahoma, como candidato para dirigir la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Cabe destacar que la EPA es la agencia del gobierno federal encargada de proteger nuestra salud al salvaguardar el medio ambiente a través del cuidado del aire, el agua y la tierra.

Como fiscal en Oklahoma, en repetidas ocasiones, Pruitt inició demandas legales que buscaron bloquear estándares y medidas propuestas por la administración del Presidente Obama que reducirían la contaminación ambiental e impulsarían la generación y desarrollo de energía limpia en el país. Su nombramiento sugiere lo que muchos de nosotros hemos temido de la administración de Donald Trump: que no comprende el potencial que la energía limpia tiene para el futuro y su creciente papel en el desarrollo económico de los estados y del país.

Los antecedentes de Pruitt, tan sólo en la salud pública, son razón suficiente para alarmarnos: por años, ha cimentado su trayectoria profesional en demandas a la EPA, tendientes a obstaculizar y eliminar salvaguardas esenciales para proteger a nuestras familias de contaminación en el agua y el aire. Sus acciones también se han enfocado en facilitar que las grandes compañías contaminen. Se opuso a las protecciones básicas para las familias estadounidenses –contra la contaminación del aire que provoca asma, y del mercurio tóxico que daña el desarrollo del cerebro en los niños. Desde que se convirtió en el Procurador General de Oklahoma, hace cinco años, Pruitt ha trabajado en detener los esfuerzos nacionales para reducir la contaminación de esmog e intentó bloquear medidas para mejorar la calidad del aire en nuestros parques nacionales. Afortunadamente, fracasó en cada uno de estos intentos.

Podemos inferir que la oposición de Scott Pruitt a las normas que promueven la energía limpia proviene de sus alianzas políticas: en 2014 se reveló que dirige una alianza “secreta y sin precedentes” con cabilderos del sector de energía sucias. Pruitt ha construido su carrera respaldando políticas diseñadas para apoyarlos a ellos y detener la economía de la energía limpia, medidas en contra del bienestar y salud de los habitantes de nuestro país.

No nos engañemos: los beneficios económicos generados por la energía limpia son evidentes en todo el país. Millones de estadounidenses ahora trabajan en esa industria. De hecho, el día de hoy, más estadounidenses trabajan en proyectos y empresas enfocadas en la energía solar que en actividades de minería de carbón y extracción de petróleo y gas. El mercado de energía limpia creció 14% tan sólo en 2014 –aproximadamente cinco veces el promedio de la economía. Esta alza representó cerca de 200 mil millones de dólares –aproximadamente el mismo valor que la industria farmacéutica.

Es importante destacar que más de 24 millones de latinos viven en las 15 ciudades con mayor contaminación por esmog, lo que eleva la posibilidad de que nuestras familias sufran de enfermedades respiratorias como el asma. Otro ejemplo, los niños de origen puertorriqueño tienen tres veces mayor posibilidad de sufrir asma, comparados con niños de origen caucásico. Estos problemas son de vida o muerte, en especial entre miembros de nuestra comunidad; en especial para aquellos que tienen menor posibilidad de una cobertura médica, incluso si tienen empleo.

Del mismo modo, más de la mitad de los latinos que viven en Estados Unidos radica en California, Texas, Florida y Nueva York, estados altamente vulnerables a riesgos generados por el cambio climático, como calor extremo, contaminación del aire e incluso inundaciones. Nuestra comunidad también representa 43% de la fuerza laboral en construcción y mantenimiento, y hasta 75% de los trabajadores dedicados a la agricultura. Estos trabajadores están expuestos a mayores riesgos para su salud por la contaminación del aire y el impacto de eventos de clima extremo. Se estima que tan sólo en California, en 2015 se perdieron más de 21 mil empleos relacionados con el campo debido a la sequía.

Generar buenos empleos, tener aire respirable y acceso a agua potable no son asuntos partidistas, son asuntos de relevancia y que representan consecuencias para toda la población. Una reciente encuesta encontró que un impresionante 75% de votantes que respaldaron a Trump apoya la energía limpia. Nadie votó por Trump porque quería más contaminación en la ciudad o área en la que habita. Pero el nombramiento de Pruitt sugiere que la administración de Trump se encuentra tristemente alejada de la realidad en torno a estos valores estadounidenses básicos.

Sabemos muy bien que entre los beneficios de la energía limpia se encuentra el ahorro monetario: la EPA estima que la implementación del Plan de Energía Limpia (pieza clave del legado de la Administración Obama) reduciría, en un un promedio de 85 dólares anuales, el costo de la factura eléctrica de familias en todo el país. Del mismo modo, la economía de energía limpia tiene el potencial de crear empleos bien pagados, así como contribuir a crear comunidades más limpias en materia de medio ambiente. Estos empleos son de fácil acceso para trabajadores latinos, lo que puede provocar mayor estabilidad económica para familias en nuestra comunidad. Éstos son empleos que no pueden ser enviados al extranjero. Éstos son el tipo de empleos por los cuales los estadounidenses –incluyendo los latinos- votaron en noviembre.

También sabemos que los votantes latinos, en estados que van desde Arizona a Virginia, de Ohio a Florida, están convencidos de que el gobierno federal debe asumir el liderazgo en el combate al cambio climático, la reducción de la contaminación del aire y la transición hacia energías limpias. Aún más, los votantes latinos suelen apoyar más a candidatos que están dispuestos a invertir en energía limpia que a candidatos que buscan incrementar nuestra dependencia a combustibles fósiles.

Las posibles consecuencias de que Pruitt llegue a la EPA incluyen pérdida de puestos de trabajo y afectaciones a la salud de nuestras familias. Cientos de compañías, desde fabricantes de automóviles hasta servicios públicos, han invertido en miles de millones de dólares en una economía de energía limpia. Si Pruitt continúa insistiendo en mantener y proteger las viejas y fracasadas fuentes de energía, corremos el riesgo de sufrir un gran retroceso en todo lo que hemos logrado en la construcción de una economía de energía limpia en nuestro país. No podemos hacer crecer la economía si no contamos con líderes dispuestos a apoyar políticas de energía que reconozcan el hecho de que la energía limpia ya está aquí y nos beneficia a todos.

Es por ello que llamo a la comunidad a movilizarse y exigir a nuestros senadores que cumplan con su mandato de proteger y representarnos dignamente y se opongan firmemente a la confirmación de Pruitt como administrador de la EPA. De lo contrario, será a través de las urnas, a través de nuestros votos, que los haremos rendir cuentas.

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