¿Réquiem por el periodismo?

En muchos de ‘nuestros países’ ni siquiera se usa la manipulación del poder o la estrategia de entregar ‘pan y circo’ para que las multitudes olviden los asuntos que les deben preocupar, sino la fuerza bruta

Javier Valdez

Javier Valdez Cárdenas, editor de Ríodoce, fue asesinado en Sinaloa, México el 15 de mayo de 2017.  Crédito: HECTOR GUERRERO | Getty Images

Cansado de golpes de izquierda y derecha, el tambaleante oficio del periodismo pareciera agonizar en el tinglado de la era digital.

Debilitado por un rápido avance de las noticias falsas y por una deslumbrante combinación de ganchos clicky, trendy y viral, su cansado cuerpo no resiste más.

Nunca ha parecido el favorito y quizás esa haya sido una de sus principales virtudes: con ella ha podido engañar a más de un enemigo para derribarlo.

Pero ahora, incluso los pronósticos mas conservadores no lo darían nunca como el ganador.

Ha sido víctima de su propio equipo que no ha sabido manejarlo y ha sucumbido ante el nuevo y deslumbrante mundo virtual, con su nueva era de posibilidades que no parecieran concretarse nunca; también de la globalización de la información que promueve lo mismo a cualquier peso semi-pluma sin oficio que a un peso pesado con arte.

Eso sin contar con las amenazas y acciones concretas del crimen organizado en todo el mundo, que lo atacan desde dentro y fuera del ring sin la adecuada protección de un referee honrado o de una organizacion imparcial.

Pero lo que está en juego es mucho más que un campeonato mundial.

Publicaciones dan cuenta de 96 periodistas asesinados en 2016 en todo el mundo105 comunicadores muertos solo en México desde 2000– debido a gobiernos débiles o corruptos, que dicen investigar casos pero que pocas veces encuentran un culpable.

Un panorama verdaderamente desalentador en el que la impunidad se ha colocado al mando, bajo la mirada permisiva de quienes controlan las herramientas que tiene la democracia para combatirla.

Una lucha que nunca ha sido equitativa ahora se ha tornado imposible.

Comunicadores -en Venezuela, por ejemplo- siguen siendo blanco de una constante persecución promovida desde el poder para controlar a la opinión pública y silenciar una parte del discurso nacional a cualquier precio.

En muchos otros casos, periodistas continúan como el objetivo principal de una clara estrategia de descrédito -acá mismo en Estados Unidos- cuando lo que dicen no rima con el discurso que se promueve desde el Gobierno.

Desde siempre, quienes abusan del poder han tenido en la intimidación su más básica arma de control social.

En muchos de ‘nuestros países’ ni siquiera se usa la sofisticada manipulación del poder o la vieja estrategia romana de entregar ‘pan y circo’ para que las multitudes olviden los asuntos que realmente les deben preocupar, sino la fuerza bruta de los golpes y la macana.

Que nadie festeje. Porque cuando caiga el peleador, caeremos todos

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