El millonario robo en el que participan miles de mexicanos

El robo de energía eléctrica es uno de los delitos más frecuentes

Berta Segura muestra la toma cancelada por la CFE.

Berta Segura muestra la toma cancelada por la CFE. Crédito: Gardenia Mendoza/Impremedia

MÉXICO  De buenas a primeras y sin explicación alguna, Joaquín dejó de pagar el servicio de electricidad. Su cuñada Bertha Pineda lo supo porque le afectó: la familia compartía  el mismo medidor para dos departamentos y el mismo tomacorriente del servicio eléctrico hasta que un día llegaron los trabajadores de la paraestatal Comisión Federal de Electricidad (CFE)  y le cortaron la luz.

“Nosotros nos cansamos de pagar  la parte que le tocaba a  mi cuñado y pedimos que separaran los medidores’’, recuerda. “La deuda de él fue creciendo hasta que cortaron la luz, pero luego él pago para   vinieron  otros empleados de la CFE para que lo conectaran (de manera clandestina’’).

El robo de energía eléctrica es uno de los actos delictivos más arraigados y tolerados en la sociedad mexicana en la que participan en complicidad trabajadores de la CFE, ciudadanos en general, empresas y comercio ambulante de todo el país.

En un informe reciente, la CFE reportó que sólo durante 2017 interpuso 20,000 denuncias por el robo de la energía eléctrica que se sumaron a otras siete millones de facturas que no ha podido cobrar desde 1994 por lo cual las  pérdidas ascienden a alrededor de 3,500 millones de dólares.

El problema, reconoció Rafael Mateo, un ingeniero de atención a cliente de la compañía, es que quienes se “cuelgan’’ con improvisados cables están al amparo de algunas autoridades y protección social: si en una calle alguna casa se cuelga, la mayoría a su alrededor lo hace.

En 2011 la CFE emprendió un programa de inspección “casa por casa”, que le permitió realizar más de medio millón de conexiones en año y medio, pero en muchos lugares no los dejaban entrar y se toparon finalmente con una pared de impunidad’’.

“Es más fácil robarse la luz que tener un contrato porque hay impunidad, no se recibe castigo por hacerlo, a pesar de que es un delito en flagrancia’’, advierte.

El robo de energía es un delito tipificado como “apropiación de bienes públicos”, que alcanza una pena de entre tres a 12 años y multas de hasta 3,700 dólares, en su equivalente en pesos, de acuerdo con el Código Penal Federal, en el artículo 368.

Pero el delito casi nunca se procesa, según observaciones de Héctor Moreno, analista político del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterey porque, al no ser considerado como un delito grave, por parte de las autoridades, puede alcanzar fianza o simplemente la autoridad no lo persigue.

“La CFE perdona a muchas personas porque dice que necesitan la energía para sobrevivir, pero entre los que roban la luz hay negocios establecidos de forma permanente la utilizan con afanes de lucro’’.

La producción y administración de la energía eléctrica ha tenido claroscuros a lo largo de su historia como empresa del Estado porque mientras por un lado ha crecido hasta cubrir casi el 100% del territorio nacional, por otro ha estado ligada a escándalos de corrupción en los que se han visto involucrados políticos de los más altos niveles.

En 2011  el gobierno de Felipe Calderón acusó  al Sindicato Mexicano de Electricistas de desviar dinero para patrocinar la primera campaña de Andrés Manuel López Obrador y sostener su movimiento político en todo el país.

Por otro lado la organización civil Mexicanos contra la Corrupción —encabezada por el empresario Claudio X. Gonzalez— acusó por otro lado a Carlos Peralta Quintero, presidente ejecutivo de Grupo IUSA, amigo del presidente Enrique Peña, de hacerse de contratos por  654 millones de dólares fingiendo hacer licitaciones.

“El robo de la luz se ha convertido en un gran negocio con el que lucra mucha gente con cargo al erario público’’, dijo Moreno.

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