La residencia, el regalo de un hijo militar a una madre
Madre se resistía a que su hijo fuera a los Marines, sin imaginar que le abriría las puertas para legalizar su estatus migratorio
Elsa Medrano le rogó tanto a Dios que no aceptaran a su hijo en los Marines, pero sus plegarias no fueron escuchadas. Contra su voluntad, Aldo Parra se enlistó en las Fuerzas Armadas.
Lo que nunca imaginó la madre es que ese hijo al que tanto trató de convencer para que no siguiera una carrera militar, la ayudaría desde esa posición a conseguir su residencia.
“Es un regalo muy grande que nos ha dado mi hijo a mi y a mi esposo, su padre, en especial en estos tiempos tan difíciles”, dice la madre.
Pero a Medrano le costó mucho aceptar que su hijo quisiera hacer seguir una vida en la milicia.
“Me preocupé muchísimo cuando me dijo que quería ir a la Marina. Por todos los medios posibles, me opuse. Temía por su vida. Pero él estaba determinado a servir y defender a su país. Cuando se graduó de la secundaria en North Hollywood me dio un ultimátum, ‘si no me dejar ir, yo me voy, ya cumplí los 18 años’”, recordó la inmigrante mexicana.
Inmigrantes mexicanos
Medrano vino a Estados Unidos hace 25 años. Su esposo Raúl Parra hace 27 años. Aquí se conocieron, se casaron y tuvieron cuatro hijos. Aldo es el segundo de sus retoños.
En el tiempo cuando su hijo estaba en proceso de irse a los Marines, fueron a ver al abogado en migración, Alex Gálvez.
“El hijo mayor acababa de cumplir los 21 años y nos habían dicho que él podía ayudarnos a conseguir la residencia”, cuenta la madre.
“El abogado nos dijo que eso no era posible, que no bastaba con tener hijos nacidos en Estados Unidos mayores de 21 años para que un padre indocumentado pudiera obtener la residencia”, recuerda.
Sin embargo, dice que Gálvez les empezó a preguntar que si tenían algún hijo enfermo o en las Fuerzas Armadas.
“Hijos enfermos no, pero le dijimos que nuestro hijo estaba en proceso de ir a la Marina. El abogado nos dijo que teníamos que esperar a que se graduara del campo de entrenamiento militar básico para solicitar la residencia”, platica Medrano.
Todavía en ese momento, esta madre cuenta que ella se resistía a aceptar que su hijo sirviera en las fuerzas militares de Estados Unidos. “Conseguir la residencia al precio de que mi hijo vaya a la Marina, de ninguna manera decía yo”.
Les llega la residencia
Finalmente convencida de que su hijo no daría reversa en su decisión de servir a su patria, cuando se graduó del entrenamiento básico, ella y su esposo solicitaron la residencia.
“Ahora me dice mi esposo, ‘tanto que te enojabas y bien que te sirvió’. Yo me oponía porque ir a la Marina significa poner la vida de mi hijo en riesgo. Pero uno no puede contra la vocación de los hijos”, dice.
Esta madre platica que su hijo se puso muy contento cuando se enteró que gracias a él iban a poder arreglar su estatus migratorio y dejar de ser indocumentados. “Él estaba muy estresado por nuestra situación. Cuando se graduó del entrenamiento básico en San Diego, no pudimos ir porque él nos advirtió que estaban revisando los documentos migratorios”, comenta.
Medrano y su esposo iniciaron los trámites en 2017. A su marido, un trabajador de una fábrica de partes de avión, ya le llegó la tarjeta de residencia.
“Yo estoy a la espera. El abogado dice que en cuestión de semanas la voy a tener. Pero ya tengo el parole in place ”, dice.
Parole in place es un proceso por el cual los familiares inmediatos de militares, veteranos o reservistas, que se encuentran en condición de indocumentados pueden evitar una deportación, pueden residir en los Estados Unidos y hasta tienen la posibilidad de adquirir una tarjeta de residencia.
Entrada legal
El abogado Gálvez explica que el parole in place (PIP) es ‘una entrada legal en su lugar’ que da el gobierno estadounidense a los familiares de un miembro de las Fuerzas Armadas para evitar la deportación, y es el primer paso a la residencia.
“Es un beneficio migratorio que el gobierno de Estados Unidos otorga a los familiares de quienes están dispuestos a dar su vida por el país”, aclara.
Con el parole in place en sus manos, esta madre confiesa que se siente más segura y sin el miedo a una deportación en cualquier momento. “Por fin estamos teniendo una vida más saludable”, exclama.
“Ahora he entendido que Dios usó a mi hijo para ayudarnos a salir de las sombras. Estamos muy agradecidos. Mi residencia es el mejor regalo que he podido tener”, confía.
Agrega que su esposo dice que su hijo, el infante de la Marina, es un “guerrero valiente”. “ La verdad nunca imaginamos que a través de él íbamos a conseguir la residencia en los Estados Unidos”, expresa.
¿Quién califica?
El abogado Gálvez dice que para que un familiar califique para la residencia teniendo a un hijo militar necesita tener 21 años y haberse graduado del entrenamiento militar básico.
“Cuando el hijo tiene 17 o 18 años, si pueden solicitar la residencia pero se la van a dar a sus padres hasta que cumpla los 21 años. Sin embargo, sí pueden conseguir mientras tanto el parole in place o entrada legal que evita la deportación”, precisa.
“En el caso de la familia Parra-Medrano se conjugaron dos factores para obtener la residencia. Primero, el hijo en la Marina que apenas va a cumplir 20 años este mes, solicitó para ellos el parole in place; y el hijo mayor de 21 años nacido en el país solicitó la residencia. Fue una combinación. Es importante decir que uno sin el otro no hubiera funcionado”, explica.
Gálvez indica que al padre le llegó primero la residencia porque, aunque es una misma familia, los casos son atendidos por oficiales de migración diferentes.
Para evitar la separación familiar
En noviembre de 2013, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos amplió una ley de migración militar Parole in Place para favorecer a los familiares indocumentados de los militares y permitirles ajustar su estatus migratorio sin tener que salir del país. Esto permitió darles tarjetas de residencia a los padres, esposos e hijos inmigrantes de militares en activo, en la reserva, veteranos o de la Guardia Nacional.
Antes de 2013, las familias indocumentadas eran forzados a salir del país para solicitar la residencia. Esto provocaba mucho estrés, incertidumbre y separación en las familias de los militares.
El Servicio de Migración y Ciudadanía (USCIS) no tiene la información de cuántos familiares indocumentados han arreglado su residencia a través de sus parientes en las Fuerzas Armadas. Para obtener los detalles, se requiere una solicitud basada en el Acta de la Libertad de Información.(FOIA).