Las abejas corren peligro por los plaguicidas, según estudio de California

Hay que alcanzar un equilibrio entre perder cosechas y perder abejas

En el primer trimestre del año, 78,000 colonias desaparecieron en EEUU.

En el primer trimestre del año, 78,000 colonias desaparecieron en EEUU. Crédito: archivo

Un nuevo informe de California concluye que una clase de pesticida representa un riesgo significativo para las abejas que polinizan las almendras y otros cultivos. Por consiguiente, los agricultores de California podrían enfrentar más restricciones sobre cómo combaten los insectos que se comen los cultivos.

Publicado esta semana por el Departamento de Regulación de Pesticidas del estado, el estudio concluye que los productores de cultivos principales, como nueces, uvas de vino, cítricos y bayas, tendrán que cambiar la forma en que combaten las plagas que destruyen los cultivos para lograr un equilibrio entre perder cosechas y perder las abejas que los polinizan.

Es probable que desarrollemos restricciones en el futuro que requerirán que los productores modifiquen cuándo y dónde se usan los pesticidas“, dijo Charlotte Fadipe, vocera del Departamento de Regulación de Pesticidas de California, quien, afirmó, eso sí que “una prohibición total de la clase de pesticidas conocida como neonicotinoides o neonics es poco probable y poco realista“.

Gran parte de la industria agrícola del estado de $45 mil millones de dólares depende de las colonias de abejas traídas para polinizar cultivos. Las almendras por sí solas usan alrededor de 1.8 millones de colonias, que pueden costar hasta $190 dólares por temporada por alquiler, según estimaciones del gobierno y la industria.

Las poblaciones de abejas han estado disminuyendo constantemente durante más de una década, una tendencia atribuida a los efectos combinados de la exposición a los pesticidas, los ácaros depredadores y las prácticas de gestión de las empresas de polinización. Así, en el primer trimestre de este año, casi 78,000 colonias desaparecieron de las existencias comerciales de apicultura de la nación, un fenómeno conocido como colapso de colonias, según un estudio del Departamento de Agricultura de EEUU. Eso supone un aumento del 15 % en tales colapsos del mismo período del año pasado, según el USDA.

Los activistas que presionaron para prohibir los pesticidas dijeron que el informe respalda su caso. “Cuanto más aprendemos sobre la toxicidad de los neónicos, más evidente es que casi cualquier planta con néctar o polen rociado con estos venenos es insegura para las abejas”, afirmó Nathan Donley, científico sénior del Centro para la Diversidad Biológica. La Unión Europea prohibió algunos neonicotinoides en las plantas con flores en 2013, y a principios de este año limitó aún más su uso a los invernaderos.

No todos aplauden el informe, claro. Bayer Crop Science, que comercializa varios plaguicidas basados ​​en neonicotinoides, criticó la medida por considerarla infundada, afirmando cumplir con las leyes y tener garantía de seguridad. A su vez, Renee Pinel, presidenta y directora ejecutiva de Western Plant Health Assn., grupo de defensa de la industria agroquímica, dijo que el informe se basó en los “peores escenarios y no en las tasas reales o de aplicación de etiquetas” habituales.

Los reguladores estatales de plaguicidas respondieron que su “peor caso” se derivaba de lo que informaron los usuarios de plaguicidas y los estudios de la industria, y que la agencia utilizó un cálculo de riesgo que era “realista pero protector”. Dicho análisis mostró que había un riesgo significativo para las abejas de los residuos químicos en el polen y el néctar de las nueces de árbol, los cítricos, las bayas, el algodón y ciertas hortalizas con flores como los pepinos, la calabaza y los tomates.

Según el informe, los productores de California han duplicado con creces el uso de neonicotinoides desde 2007 hasta 2016, incluso cuando disminuyeron su dependencia de los pesticidas organofosforados y carbamatos, más peligrosos para la salud humana. Alrededor de 195 toneladas de neonicotinoides se usaron en los campos de California en 2016, en comparación con 1,000 toneladas de organofosforados y carbamatos, según los reguladores estatales de plaguicidas.

Controlar la exposición de las abejas a esas floraciones durante los períodos en que se aplican los pesticidas es complicado. Y, debido a que el néctar se comparte ampliamente en las colmenas, la contaminación puede tener un efecto de cascada. Por eso, los productores de cítricos y almendras han adoptado planes de protección de abejas.

Parece que el estado tardará unos dos años en desarrollar regulaciones basadas en el informe. Entretanto, la Agencia de Protección Ambiental federal ha retrasado su revisión de pesticidas bajo el mandato de Trump.

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