Editorial: Un gobierno incapaz y confuso

La crisis política, el caos y la confusión son la marca de este periodo

El presidente Trump cuestiona las investigaciones del FBI en su contra.

El presidente Trump cuestiona las investigaciones del FBI en su contra. Crédito: Oliver Contreras | Getty Images

Dos años de gobierno, dos cierres federales. Las últimas acciones del gobierno republicano -con control de la presidencia y ambas cámaras del Congreso- resaltan su incapacidad para lograr aprobar un plan de gastos. La crisis política, el caos y la confusión son la marca de este periodo.

La diferencia entre los legisladores demócratas y el Presidente Donald Trump sobre los $5,000 millones de dólares para construir un muro fronterizo parecía saldada temporalmente. El interés público de no perjudicar a los cientos de miles de estadounidenses que se verían afectados de no llegar a un acuerdo parecía haber prevalecido al acordarse una extensión de presupuesto hasta el año que viene, cuando se retomen las negociaciones.

Pero justo entonces, cuando todo parecía cocinado, Trump cambió de parecer. El ala ultraconservadora de la Cámara de Representantes y las voces más extremistas de la derecha pegaron el grito en el cielo, lo acusaron de traidor. Y Trump cedió.

El Presidente volvió a mostrar que su palabra en una negociación no tiene valor alguno. Que su postura equivale a una veleta según el viento que la mueva o la última palabra que llegue a su oído. Especialmente si lo acusan de ser débil en inmigración.

Otra vez en las palabras de Trump el muro se convirtió en la solución de todos los males que aquejan a Estados Unidos. Detiene el terrorismo, a los delincuentes y violadores, a los trabajadores que hunden salarios, las drogas responsables de la epidemia de opiáceos y las enfermedades.

El Presidente se olvidó de decir que la construcción de una muralla fronteriza también da argumentos a los políticos demagogos que la usan para explotar el rencor electoral.

Este año hubo una ocasión en que los demócratas estuvieron dispuestos a financiar el muro a cambio de un camino para los jóvenes beneficiarios de DACA. Cuando parecía que podía haber un acuerdo, la Casa Blanca lo saboteó con nuevas exigencias y cambio de postura. Otra vez los duros triunfaron al no aceptar las condiciones para el muro.

Que quede claro: para la administración, la pared fronteriza tiene más valor como una punzante retórica política que como defensora de la seguridad nacional.

El hecho que esté en juego el presupuesto de un cuarto del gobierno federal, en vez del total, le da una libertad de maniobra a Trump para causar el cierre y asumir la responsabilidad sin que se le culpe de perjudicar a las tropas.

El muro es parte del presupuesto para el Departamento de Seguridad Interna. Aunque el gobierno federal “cierre”, el personal de la Patrulla Fronteriza y de ICE continuará en sus puestos. El único impacto sería que no cobraran a tiempo, mientras otros 350,000 empleados federales pierden esos días de trabajo.

Al ala más conservadora del partido Republicano le desagrada el gobierno federal como una cuestión de principios. Pero para el resto del mundo el cierre del gobierno federal es un ejemplo de incompetencia.

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