Cuando el pasado criminal se puede remontar y obtener la ciudadanía

A inmigrante mexicano le lleva muchos años aclarar sus antecedentes para naturalizarse estadounidense

Rafael Hernández logró hacerse ciudadano estadounidense después de una larga batalla. (Araceli Martínez/La Opinión).

Rafael Hernández logró hacerse ciudadano estadounidense después de una larga batalla. (Araceli Martínez/La Opinión). Crédito: Araceli Martinez | La Opinión

Nervioso e incrédulo, Rafael Hernández acudió a su ceremonia de ciudadanía, temeroso de que de un momento a otro, le fueran a decir que siempre no calificaba, y que ahí mismo los agentes de migración lo arrestarían y lo deportarían a México.

“No me la creía. Tenía miedo y dudas”, reconoce. Pero los temores de Rafael resultaron infundados.

En una masiva ceremonia en el Centro de Convenciones de Los Ángeles, acompañado de tres de sus cuatro hijos, y dos de sus ocho nietos, prestó juramento y se convirtió en ciudadano estadounidense.

“Temía que me fueran a deportar y no pudiera volver a ver a mis nietos”, confiesa.

Los nervios se transformaron en felicidad una vez que juró serle fiel a Estados Unidos y le entregaron su certificado de naturalización.

Pero para hacerse ciudadano, Rafael libró una larga batalla.

Rafael Hernández acudió a su ceremonia de naturalización acompañado por algunos de sus hijos y nietos. (Araceli Martínez/La Opinión).
Rafael Hernández acudió a su ceremonia de naturalización acompañado por algunos de sus hijos y nietos. (Araceli Martínez/La Opinión).

Problemas por drogas

El miedo de Rafael era por su pasado criminal.

Él emigró de Ocotlán, Jalisco, México cuando tenía 12 años, en 1970. Dos años después se hizo residente porque su madre es nacida en el país.

“Me metí en problemas con la justicia cuando era joven, por cuestiones de drogas. No las dejé hasta que me mataron a dos hermanos y me hice cristiano. Entonces empecé a ver las cosas diferente”, cuenta.

Hace 20 años, Rafael decidió que ya era tiempo de hacerse ciudadano, pero su pasado se interpuso, y fue rechazado.

“Además me echaron cargos adicionales de heroína que yo no había cometido. Me costó mucho probar con hechos que no era esa persona que cometió el crimen del que me acusaban, y que estaba en otro lugar”, dice.

Fue hasta el 2017 cuando de nuevo solicitó la ciudadanía, y logró limpiar su récord criminal.

“El año pasado acudí a mi examen de ciudadanía, y lo pasé sin problema, pero los antecedentes volvieron a aparecer, y me dejaron en espera”, dice.

Rafael tuvo que buscar el apoyo del abogado en migración, Eric Price. “Ellos tuvieron que mandar una carta a la oficina de Ciudadanía (USCIS) explicando toda la situación. Finalmente me aprobaron y me citaron a la ceremonia de naturalización el 20 de febrero. Le pedí al abogado que me acompañara alguien de su oficina, por si Migración me detenía a la hora de llegar al Centro de Convenciones”, platica.

Rafael Hernández feliz al lado de sus nietos después de naturalizarse estadounidense. (Araceli Martínez/La Opinión).
Rafael Hernández feliz al lado de sus nietos después de naturalizarse estadounidense. (Araceli Martínez/La Opinión).

El nuevo ciudadano estadounidense se ha quitado un peso de encima y está lleno de planes para el futuro.

“A mis 62 años, estoy yendo a la escuela porque quiero sacar mi licencia de contratista para montar un negocio con mi hijo”, comenta animado. “La vida no se acaba hasta que se acaba”, asegura.

Y recomienda a los residentes legales que tienen antecedentes, que no se den por vencidos, y busquen ayuda de un buen abogado de migración para que estudien su caso y exploren sus posibilidades. “¡No hay que darse por vencido! ¡Sí se puede!”, dice jubiloso.

Delitos que impiden la ciudadanía

De acuerdo a Kathy Brady del Centro de Recursos Legales para los Inmigrantes (ILRC), la condena por un delito agravado antes o después del 29 de noviembre de 1990, es una barrera para hacerse ciudadano estadounidense.

Cualquier delito, o aún las faltas menores que hayan implicado más de un año de cárcel, deben examinarse con atención como el robo de casas, falsificación de documentos y obstrucción de la justicia. Aunque hay ofensas que, independientemente de su condena, se consideran delitos graves como narcotráfico, posesión de un arma en manos de un criminal, fraude, abuso sexual de menores, no presentarse a un juicio o sentencia por un delito.

“Debido a que algunas ofensas son repentinamente clasificadas como delitos graves, los abogados necesitan examinar cada ofensa con cuidado para asegurarse que no es un delito grave”, señaló.

Algunas ofensas graves son: tráfico de humanos, soborno de un testigo, pornografía infantil, tráfico de explosivos, crímenes violentos como robo con al menos un año de cárcel, intento de homicidio, conspiración para cometer un delito grave, re-entradas ilegales al país después de una deportación a causa de un delito agravado, asesinato, prostitución, revelar la identidad de un agente encubierto, abuso sexual de menores, evasión fiscal, esclavitud, tráfico de vehículos, sabotaje, violaciones, solicitar pago de rescates, lavado de dinero, fraude, falsificación, tráfico de armas, tráfico de drogas, traición a la patria, perjurio, obstrucción a la justicia y revelar información oficial clasificada.

En esta nota

#mexicano ciudadania Drogas Inmigración migración migrante naturalizacion
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain