Niños no acompañados de Guatemala reciben la residencia de los EE UU

Cuando cumplan los 18 años, podrán solicitar la ciudadanía

Los menores Arleth y Jose Pocop  muestran contentos sus green cards. / fotos: Aurelia Ventura.

Los menores Arleth y Jose Pocop muestran contentos sus green cards. / fotos: Aurelia Ventura. Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinión

Un lustro después de haber ingresado al país como menores no acompañados, los hermanos Arleth y José Pocop recibieron la residencia de los Estados Unidos. Cuando cumplan la mayoría de edad, a los 18 años podrán solicitar la ciudadanía.

“Nos sentimos muy felices”, dijo Arleth de 14 años quien junto con su hermanito José de 12 años hicieron el viaje de Guatemala a Texas en 2014.

Escaparon del hogar de su abuela paterna para reunirse con su madre Vanessa Pineda en Los Ángeles. “La abuela nos regañaba, nos pegaba, nos mantenía en las calles”, recordó Arleth.

Arleth y José Pocop abrazan a su madre Vanessa Pineda tras recibir la noticia de que ya son residentes de los Estados Unidos.(Aurelia Ventura/La Opinion)

Su madre los dejó en Guatemala a cargo de su abuela paterna para venir a Estados Unidos en 2012, cuando quedó viuda del padre de sus hijos.

“Siempre tuvimos la esperanza de reunirnos con mi mamá porque ella nos hablaba por teléfono, y nos decía que nos iba a mandar traer”, recordó Arleth.

La madre se las ingenió para traerlos. Una amiga le pidió a la abuela que le prestara a los niños para llevarlos a una fiesta infantil. Pero en lugar de irse a un festejo, los menores emprendieron el viaje hacia el norte, solo con lo que traían puesto.

Una mujer coyote fue quien hizo el trayecto con ellos por todo México durante 15 días. Luego los entregó a un balsero en el río Grande que cruza la frontera entre México y Estados Unidos por Texas.

Los dos menores reconocieron que sintieron bastante miedo durante el trayecto hacia los Estados Unidos sobre todo cuando cruzaron el río Grande. “Sentía que me moría. Estaba muy hondo y era de noche. Íbamos mi hermanito y yo solos con el balsero. Al llegar del otro lado, nos dejó ahí. Nosotros nos agarramos de las manos y nos unimos a un grupo que ya estaba [ahí]”, recuerda Arleth.

Arleth and Jose Pocop junto a su madre Vanessa Pineda, su padrastro Erick Morataya y su hermanito Erick de cuatro meses. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Dijo que comenzaron a caminar y hubo un momento que tuvieron que correr.

“En eso nos agarró la Migra y nos preguntó con quién veníamos. Le dijimos que solos”, contó la niña.

 Y confió que fue un momento muy triste porque la separaron de su hermano.

“En el Centro de Migración, a los niños y niñas nos ponen separados. Yo solo podía ver a mi hermano por una ventana pero sin que se diera cuenta porque me regañaban”, relató Arleth.

De Texas, se los llevaron a un centro de detención para menores en Chicago, donde permanecieron alrededor de 15 días. Después los entregaron a una familia estadounidense, donde estuvieron con ellos en su casa como un mes pero ya juntos.

Vanessa recordó que la coyote que trajo a sus hijos, le informó que ya los habían cruzado y hasta ahí llegaba su trabajo. “Dos días después Migración me avisó que estaban bajo su custodia,  y no volví a saber de ellos por muchos días. Ya cuando los entregaron a una familia, podía hablar con ellos por un minuto al día”, indicó.

Los hermanitos Arleth y Jose Pocop se han adaptado muy bien a su nueva vida en Estados Unidos. (Photo Aurelia Ventura/ La Opinion)

En mayo de 2014, las autoridades de Inmigración le pidieron  a la madre comprarles un boleto de avión de Chicago a Los Ángeles.

Apenas se reunieron con ella, en Los Ángeles, ella empezó a tramitar el asilo político para los menores.

Cinco años más tarde, ya con su tarjeta de residencia en las manos, la pequeña Arleth admitió que el riesgo que tomaron durante el viaje para reunirse con su madre, valió la pena.

“Mi mamá nos da cariño. Nos ayuda en las tareas. Mi abuela era muy diferente”, dijo.

Y narró que cuando se reunieron con su madre después de estar retenidos en un albergue para menores durante dos meses, fue un momento muy emocionante.

Esa misma emoción vivieron cuando el abogado de migración Eric Price les entregó la residencia.

“En este país vamos a tener más oportunidades”, dijo José de 12 años quien aún no se decide entre ser futbolista o policía cuando sea mayor. Mientras que Arleth reveló que ella quiere ser médico pediatra.

Vanessa acompañada de su esposo Erick Morataya y de su pequeño hijo Erick de 4 meses, confesó sentirse muy agradecida con Dios porque sus hijos ya son residentes de los Estados Unidos.

Vanessa Pineda se siente bendecida de que sus hijos Arleth y José Pocop hayan obtenido la residencia permanente. (Photo Aurelia Ventura/ La Opinion)

“Qué más puedo pedir a la vida cuando lo que yo más deseaba era que mis hijos estuvieran legales para que no tuvieran que vivir escondidos, y ya me lo concedió. ¡La residencia es una bendición!”, exclamó.

Y rememoró los dos años en los que estuvo separada de sus hijos. “Me sentía frustrada”, dijo. Pero luego cuando pudo mandarlos traer y el Servicio de Migración y Aduanas (ICE) los tuvo bajo su resguardo en un albergue fueron de mucha preocupación. “No sabía que iba a pasar con ellos. Sentía que me iba a volver local”, comentó. Hasta que por fin se los entregaron y pudo hacer realidad su sueño de tener una familia unida.

“Con amor y cariño se han adaptado a este país. Han aprendido muy bien el inglés y tienen muy buenas calificaciones. Mi deseo es que los dos vayan a la universidad”, señaló.

Vanessa trabaja en la limpieza de cuartos de hotel, y su esposo en el servicio de valet parking.

El abogado en migración Eric Price sorprende a los hermanitos Pocop con la tarjeta de residencia permanente. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Asilo político y residencia

El abogado en migración Eric Price quien en 2017 consiguió el asilo a los hermanitos Pocop y ahora la residencia, afirmó que mucha gente no se da cuenta que cuando reciben el asilo puede permanecer bajo ese estatus por el resto de sus vidas.

“Si la meta es vivir aquí para escapar de la violencia de tu país, pueden permanecer con el asilo para siempre”, explica.

Pero cuando se trata de un niño, las cosas cambian. “Estados Unidos va a ser su país por el resto de su vida, por eso es importante que un año después de obtener el asilo, soliciten la residencia, y cuando cumplan los 18 años se conviertan en residentes de los Estados Unidos”, recomendó.

Price anotó que la vida entera les ha cambiado a los hermanos. “Después de vivir sin su madre, enfrentados al descuido y a la pobreza; y hacer un viaje enormemente peligroso con extraños, han podido reunirse en una tierra de oportunidades”, externo.

Cuestionado sobre la complejidad del caso de los hermanos guatemaltecos, opinó que cada caso de asilo es complicado. “El promedio general de aprobación de asilo es muy bajo. Uno necesita encontrar la clave para manejar cada petición ”, consideró.

La petición de asilo de los hermanitos Pocop fue muy interesante.“Ellos son increíblemente inteligentes. Se pueden expresar muy bien y eso les ayudó mucho”, agregó.

Price expuso que las leyes que protegen a los menores no acompañados que entran al país aún están en vigor, solo que bajo el gobierno de Trump, hay mucha presión para erosionar dichas protecciones. “Se ha tornado muy complicado”, sostuvo.

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