Estadounidenses cruzan habitualmente a México sin autorización. La razón es sorprendente

Los agentes de la Patrulla Fronteriza saben de esta práctica habitual pero hacen la vista gorda

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Crédito: Getty Images

Siempre que hablamos de cruce sin autorización de la frontera mexicano-estadounidense, nos imaginamos el trayecto de sur a norte. Sin embargo, hay quien lo realiza en sentido inverso y de manera habitual. Entrar a México sin autorización no incumple la ley estadounidense pero sí volver a entrar al país (aunque estas personas sean ciudadanas).

Un reportaje del medio NPR revela que la falta de atención médica es lo que impulsa a estas personas a cruzar el río Bravo y adentrarse en tierras mexicanas. Son residentes de un pequeño y rural pueblo texano que se llama Candelaria y tienen a su doctor en el lado mexicano de la frontera.

Al otro lado del río, se encuentra el caserío mexicano de San Antonio del Bravo (Chihuahua). Ambas localidades (la tejana y la chihuahuense) suman un total de 150 habitantes y el vínculo entre ellas se ha forjado a raíz de la necesidad.

Desde Candelaria, para llegar al hospital estadounidense más cercano hay que hacer un largo recorrido en auto. Las opciones son “una caminata de diez minutos o un viaje de tres horas en carro” -dice Loraine Tellez, residente en Candelaria, a NPR. “Somos ciudadanos estadounidenses y tenemos que ir a buscar ayuda a México” -se lamenta la mujer.

Cuando Tellez o uno de sus vecinos se enferman o necesitan atención médica, atraviesan el río con unas cuerdas que que hacen las veces de puente. Una vez en tierras mexicanas, acuden a la clínica San Antonio del Bravo donde el tratamiento y los medicamento -que paga el gobierno mexicano- les sale gratis. Pero Tellez asegura que ni ellas ni muchos otros alardean de esto. “Me siento culpable pero a veces tengo que hacerlo” -reconoce.

¿Tiene este cruce no autorizado consecuencias legales?

Aunque Estados Unidos no restringe legalmente el trayecto de ida a México, la vuelta a Candelaria sí podría ser sancionada. Incluso los ciudadanos estadounidenses tienen que ingresar al país por los puertos de entrada oficialmente designados (en este caso, a más de 90 minutos en auto).

Sin embargo, entre la Patrulla Fronteriza y los habitantes de Candelaria hay una especie de acuerdo no escrito (y no reconocido en público). Así se lo expresó Mike Shelton, agente fronterizo a cargo de la región, a NPR: “La Patrulla Fronteriza no quiere admitir que cosas como están están sucediendo, pero la realidad es que sí que se dan estos casos”.

Según el propio Shelton, los agentes están entrenados para actuar en cada caso de acuerdo a su propio juicio: “Los oficiales deben preguntarse si lo que van a hacer va a impulsar los intereses del gobierno y la sociedad”.

Evelyn Lozano, una residente en Candelaria de 18 años, asegura que ellos avisan a los agentes si por el camino ven a posibles narcotraficantes o traficantes de personas. “Es nuestra forma de ayudar (a los agentes) para que ellos nos ayuden a nostros” -dice la joven, que va al colegio en Texas pero pasa los fines de semana con su familia mexicana.

“Ellos saben que cruzamos ilegalmente -añade Lozano sobre los agentes fronterizos de la zona- pero entienden que a veces necesitamos cruzar para obtener ayuda o comida, para poder sobrevivir“. “Por eso vamos a México, porque no tenemos esa ayuda aquí en Texas”.

La estudiante reconoce que, en su caso, la ayuda es recíproca porque ella lleva a sus familiares mexicanos las cartas que le llegan a Candelaria. Al contrario que el sistema sanitario, el servicio postal no funciona bien en San Antonio del Bravo.

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