Niño con discapacidad da la residencia a sus padres indocumentados

El menor sufre de condiciones de salud mental especiales que le permitieron arreglar el estatus migratorio de sus progenitores

Bonfilio Ortega Huertas y su esposa Silvia Esthela Santos logran la residencia permanente por su hijo Alfredo quien sufre de una condición especial. (Araceli Martínez/La Opinión).

Bonfilio Ortega Huertas y su esposa Silvia Esthela Santos logran la residencia permanente por su hijo Alfredo quien sufre de una condición especial. (Araceli Martínez/La Opinión). Crédito: Araceli Martínez | La Opinión

La pareja formada por Bonfilio Ortega Huertas y su esposa Silvia Esthela Villanueva Santos, inmigrantes mexicanos y trabajadores del campo, lograron lo que parecía imposible obtener, su residencia permanente en los Estados Unidos, y por una vía que jamás pasó por su mente, su hijo con discapacidad.

Nunca imaginamos que el retraso mental y autismo que sufre nuestro hijo Alfredo, nos ayudaría a obtener la residencia”, dice Bonfilio.

Él y su esposa son de Oaxaca, México. Bonfilio emigró a los Estados Unidos en 1998. Silvia había llegado unos años antes en 1994.

En el año 2001, en los campos de fresa de Oxnard, Bonfilio y Silvia se conocieron y enamoraron. Ahora Bonfilio es mayordomo en un campo de cultivo, y ella se dedica de tiempo completo a cuidar a su hijo Alfredo de 14 años.

Bonfilio Ortega Huertas logró la residencia gracias a su hijo Alfredo, quien nació en EE UU y sufre de una condición especial. (Araceli Martínez/La Opinión).

La pareja tiene dos hijos más: Misael de 17 años y Carlos de 11 años.  Ninguno de ellos nació con alguna condición especial, solo Alfredo. Los tres hijos son ciudadanos de los Estados Unidos.

Silvia platica que se dio cuenta que había dado a luz a un niño especial cuando a los dos años, Alfredo aún no daba sus primeros pasos.

“Me empecé a mover y a preguntar dónde me podían ayudar. Encontré los centros regionales de salud mental. Ahí diagnosticaron a Alfredo con retraso mental y autismo, y le empezaron a dar terapias”, comenta.

“También tenía dificultad para hablar”, cuenta Bonfilio.

Con el paso de los años, algunas amistades con niños especiales, les dijeron que deberían consultar con un abogado de migración porque existía la posibilidad de que pudieran arreglar su estatus migratorio.

“Hace dos años, en el 2017, fuimos a ver al abogado en migración, Alex Gálvez. Yo fui la que animé a mi esposo. Ándale, le dije. Nada perdemos”, recuerda Silvia.

Silvia Esthela Santos con su hijo Alfredo quien debido a que no se puede valer por sí mismo debido a su discapacidad intelectual, le dio la residencia. (Araceli Martínez/La Opinión).

Su esposo no quería. “Le daba miedo. ‘¡Vamos! él que nada debe, nada teme. Primeramente Dios, Dios sabe todo’, le decía a mi esposo para convencerlo de ver a un abogado”.

Fue el abogado Gálvez quien les pidió casarse porque vivían en unión libre. “Nos casamos este año, después de 17 años de vivir arrejuntados”, dice Silvia.

La segunda semana de julio, en el Show de Piolín conducido por Eduardo Sotelo, el abogado Gálvez los sorprendió con la noticia de que, la residencia se las habían aprobado, y de ahora en adelante, ya no tendrían que vivir en las sombras.

Bonfilio dice que la mayor felicidad que le ha traído ser residente, es andar por la calle sin miedo.

“Nuestro hijo Alfredo no se puede valer por sí mismo. Tenemos que cuidarlo y ayudarlo en todo. La residencia nos da un respiro porque ya no estamos con el pendiente de que nos pueda deportar”, afirma.

“En estos tiempos, hacen una redada, nos levantan, y nuestros hijos quedan abandonados”, externa.

A Silvia le entró un sentimiento de seguridad.

“Antes me daba miedo salir con el niño. Qué tal si nos agarran, decía”.

Aunque sonríe sola del gusto, no termina de convencerse de que ya tiene la residencia. “¿Es verdad? dice que pregunta. ¡Créelo! ¡es verdad! ¡Ya tienes tu residencia! me dice mi esposo, pero siento que todavía no la tengo. Aquí tienes el papel en la mano, me muestra”.

Una nueva vida comienza para Bonfilio Ortega y su esposa Silvia Esthela Santos ahora que son residentes por medio de su hijo Alfredo. (Araceli Martínez/La Opinión).

Silvia dice que ella vivía preocupada por una deportación porque no quería separarse de sus hijos. “Nadie entendería a un niño especial como su madre. Yo lo subo al bus que lo lleva a la escuela. Estoy pendiente para recogerlo y mi deseo es sacarlo adelante porque él vive en su mundo y depende de nosotros en todo”, platica.

Su hijo mayor era el más angustiado por la falta de estatus migratorio de sus padres.

“Cada vez que íbamos a una audiencia a migración, nos marcaba por teléfono a cada rato y se ponía muy nervioso temiendo lo peor”, dice Silvia.

Afirma que ellos mismos se preocupaban mucho cada vez que tenían que ir a Migración por el proceso de residencia.

“Nos daban miedo ir a la cita. Qué tal si nos agarran… ¿y las criaturas? ¿qué será de ellos? gracias a Dios, ya todo se arregló para bien”, externa.

Lo que más alegría les da es que ya van a poder cumplir uno de sus sueños, “llevar a los niños a dar la vuelta a Los Ángeles”.

Platica que ella quisiera que los padres indocumentados que tienen hijos con condiciones especiales severas, supieran que pueden conseguir la residencia.

El abogado Alex Gálvez con el popular conductor de radio Eduardo Piolín Sotelo y la familia de Bonfilio Ortega, su esposa Silvia Esthela Santos, y sus hijos Alfredo y Carlos. (Foto suministrada).

El alivio 42B

El abogado en migración Alex Gálvez explica que Bonfilio y Silvia se beneficiaron del alivio 42B, el cual cancela su deportación y da la residencia a padres de niños con condiciones especiales severas.

“Se tuvo que demostrar que su hijo Alfredo, va a necesitar ayuda para el resto de su vida”, precisa.

Generalmente los padres que califican, deben tener niños con retraso mental, parálisis cerebral, autismo de moderado a severo, Síndrome de Down, entre otras condiciones.

“Es muy importante que la discapacidad se compruebe a través de documentos emitidos por centros regionales de salud mental, psicólogos, terapistas, u hospitales de niños ya sean públicos o privados”, puntualiza.

Gálvez dice que los padres tienen que presentarse a entre dos o cuatro audiencias con un juez de migración.

El alivio 42B es muy fuerte, y la aprobación de los casos por parte de los jueces suele ser muy alta.

“Lo que recomiendo es que vayan con abogados que cuenten con experiencia en este alivio. No todos la tienen. Este es un tema delicado y se requiere ser muy específico”, observa.

La clave para ganar estos casos es lograr que el juez determine que el menor va a necesitar la ayuda de alguien para el resto de su vida, y eso se demuestra con documentos médicos, remarca.

Gálvez describe los requisitos adicionales que deben cumplir los padres de niños especiales para calificar para este alivio.

Tienen que haber vivido diez años de manera continua en el país; no contar en su historial con delitos graves; y no deportaciones previas”, precisa.

Además, el hijo con condiciones especiales debe ser menor de 21 años cuando se apruebe el caso. “Esto significa que si tiene más de 21 años no es elegible. Por lo tanto, es recomendable que la petición de residencia bajo este alivio se empiece a no más tardar a los 18 y 19 años de edad del hijo especial. El proceso suele durar entre dos o tres años”, indica.

 

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