Los deportados que no están en crisis

Conoce la historia de Jorge Alberto Muñoz

MÉXICO Hay deportados que no están en crisis. Ni de identidad ni económica. De ello dan cuenta ocho perfiles. Son empresarios y artistas; comerciantes y cantantes que explotan en México las habilidades que adquirieron en Estados Unidos: son bilingües, desinhibidos y ambiciosos como se muestran en una serie de documentales que se transmiten en redes sociales desde esta semana.

“Es gente que no dramatiza su situación y busca oportunidades”, precisa Jorge Alberto Muñoz, un deportado de 27 años que hoy es director y productor de la cadena multiplataforma @yocdmx. “No somos ricos, pero nos va bien, somos independientes”.

“I CDMX, ni de aquí ni de allá”, la miniserie de documentales, busca mostrar otra versión de la tragedia: que el éxito está en cada persona no en el país donde están. De México ––precisa Muñoz–– se aprende la humildad y la habilidad de sobrevivir a la pobreza y a la adversidad de no tener la mesa puesta como ya se tiene en la Unión Americana, “donde todo es más fácil”.

Los capítulos comienzan a transmitirse este domingo con la historia de Obed Berry, un cantante de hip hop que hace música binacional desde la capital mexicana en mancuerna con una de las promesas estadounidenses de youtoube: Speaks, quien mueve actualmente tiene alrededor de medio millón de vistas diarias.

Aquí puedes ver el primer capítulo

Edwin Malagón, un barbero que montó su negocio en la colonia Tabacalera, en el corazón de la CDMX ––quien también tendrá su parte en la serie–– comenta que no ha sido fácil sumergirse en el país que los vio partir de niños y regresar como adultos a pelear por un espacio. “Estamos despertando algo, pero la gente no esta lista aún aquí”, dice.

Lograr la aceptación propia y de extraños es un trabajo de todos los días. Muñoz pica piedra hace cuatro años para consolidar su serie de documentales. “Me muevo en la comunidad bilingüe y veo que hay mucha gente que se la está rifando”.

Los deportados se adaptan poco a poco a México
Los deportados se adaptan poco a poco a México

Entre ellos está Rumec, quien fue repatriado hace cuatro años y hoy exporta mangos y café de Chiapas a Dubai gracias a su inglés, sus habilidades comerciales y las relaciones que hizo en la séptima economía del mundo que es California, donde estudió derecho, de donde lo echaron. Ahora promueve en México el emprendedurismo, el trabajo coorporativo y el net working.

Otro ejemplo de éxito empresarial es Hola Code, una asociación civil que educa a retornados en temas de programación electrónica con apoyo de gente de Sillicon Valley. La capacitación es gratuita hasta que puedan reembolsarla con trabajos de más de 1,000 dólares mensuales.

En el área artística, Calandria dará también su testimonio. Esta cantante de folclor que decidió por su propio pie regresar a México y dejar de vivir en alerta, lleva a la par su carrera profesional y el activismo faminista, contra la desigualdad y los asesinatos de mujeres.

A pesar de las diferencias de intereses, como ocurre en cualquier comunidad, a este grupo de deportados entre millones que suman en los últimos años, los une un común denominador: la convicción de que el Sueño Americano sí existe, pero no está en donde se cree. “Queremos enviar a los deportados que están llegando o van a regresar este mensaje”, dice Muñoz.

Son 600 cada día.

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