Impulsan movimiento por una ‘democracia multiracial’

A nivel nacional decenas de organizaciones participan en una campaña para combatir el "racismo electoral" mediante el fortalecimiento político de las comunidades latinas y afroamericanas.

Miembros de la organización OLÉ que votaron por primera vez. (Suministrada)

Miembros de la organización OLÉ que votaron por primera vez. (Suministrada) Crédito: Impremedia

En tiempos en que el racismo se ha descarado y se usa con fines electorales, organizaciones defensoras de los derechos civiles están llevando a cabo un movimiento nacional que plantea un cambio de régimen para establecer lo que llaman una “democracia multiracial”.

Y es que, según la premisa que comparten activistas y analistas, la democracia que Estados Unidos pregona por todo el mundo dista mucho del sistema de gobierno que se ejerce en este país al tener un presidente como Donald Trump, quien no fue elegido por la mayoría de los votantes y que fomenta la discriminación racial para su ganancia política.

La campaña, denominada Inclusive Democracy Project (IDP), es encabezada por Demos, una organización progresista con sede en Nueva York que se define como un ‘think-and-do tank‘,  en referencia a los equipos de expertos que ofrecen asesoramiento e ideas sobre cuestiones políticas o económicas.

Carol Lautier, quien está a cargo del proyecto IDP, explicó que Demos ofrece asistencia técnica, recursos financieros y apoyo en logística para que las diferentes organizaciones desarrollen estrategias y lleven a cabo en sus comunidades campañas o acciones encaminadas para defender los derechos civiles de las minorías y fortalecer el liderazgo entre los latinos y afroamericanos.

En los tres años que Trump tiene como presidente, Demos ha tenido que redoblar esfuerzos para hacerle frente a las políticas antiinmigrantes y discriminatorias que se han promovido en varios estados, señaló Lautier.

“El objetivo es avanzar en el cambio de políticas a favor de la equidad racial y por una democracia más incluyente y efectiva”, comentó.

Racismo electoral

Los ataques en contra de la comunidad inmigrante que desde la campaña electoral del 2016 ha protagonizado Trump ha sido una de las estrategias para disuadir a los votantes de las minorías, según refieren analistas.

La discriminación racial en los procesos electorales es un problema que prevalece, destaca la misma Comisión sobre los Derechos Civiles (USCCR) en un reporte presentado el año pasado bajo el título: An Assessment of Minority Voting Rights Access.

La evaluación que hizo la USCCR apunta que ese racismo electoral es resultado de las medidas que suelen tomar algunos estados o ciudades en un intento por bloquear o reducir el voto de las minorías, principalmente de latinos y afroamericanos, como lo han hecho Alabama, Texas y Carolina del Norte, entre otros.

“Se han promulgado procedimientos de votación que impiden erróneamente que algunos ciudadanos voten, como leyes de identificación, purga de padrón, solicitud de prueba de ciudadanía, requisitos que dificultan el registro de votantes y movimientos o cierres de lugares de votación, medidas que tienen un impacto en los votantes de color y de los ciudadanos pobres”, refiere el informe.

Democracia de hombre blanco

Al movimiento que encabeza Demos se han sumado ya 24 organizaciones de base que tienen presencia en 12 estados del país, las cuales trabajan principalmente en comunidades latinas y afroamericanas.

Demos y sus aliados consideran que, es necesario una reforma en el sistema político, ya que “la democracia de Estados Unidos tradicionalmente ha reflejado las prioridades del hombre blanco”.

Por eso señalan que no es coincidencia que esas características, de género masculino y de raza blanca,  son las que han tenido en común todos los presidentes del país, con excepción de Barack Obama, quien ha sido el único de raza negra en ocupar el cargo.

El sistema de elección presidencial es calificado como “democracia indirecta”, ya que al inquilino de la Casa Blanca lo escoge un colegio electoral basándose en resultados estatales y no en quién obtuvo la mayoría del voto popular.

Ese mecanismo de democracia indirecta le permitió a Trump llegar al poder, además, de hacer uso del racismo como arma electoral para ganar en estados clave.

Y como esa misma arma es la que parece estar desenfundado Trump para tratar de reelegirse en el 2020, las organizaciones de derechos civiles consideran imprescindible cambiar el discurso de odio, por lo que en los próximos 15 meses estarán afinando estrategias y fortaleciendo las campañas, según expusieron.

La clave de la ciudadanía

Una de las organizaciones que participa en movimiento es OLÉ (Organizers in the Land of Enchantment/Organizadores en la Tierra del Encanto), que dice contar con más de 4,000 miembros que representan a comunidades de Nuevo México, principalmente en Albuquerque, Santa Fe y Las Cruces.

La directora ejecutiva, Andrea Serrano, explicó que OLÉ es una organización sin fines de lucro que surge de las bases de la comunidad para fortalecer a la clase trabajadora mediante campañas de justicia social, reformas económicas y participación electoral.

A pesar de que en el 2016 Hillary Clinton se llevó los 5 votos electorales de Nuevo México, Donald Trump obtuvo gran respaldó al ganar en 19 de los 33 condados del estado.

Ante la amenaza de que el estado cambie de color para las elecciones del 2020, OLÉ ha empezado a reforzar sus acciones, según dijo Serrano, principalmente en cuatro áreas: derechos políticos y laborales, defensa de los inmigrantes, programa de ciudadanía y educación temprana.

Otra de las campañas que a nivel local están impulsando en colaboración con Demos, dijo Serrano, se llama Democracy Dollars, que es una iniciativa que pretenden llevar a las urnas para reformar el sistema de financiamiento público de campañas políticas en la ciudad de Albuquerque y así garantizar que todos los candidatos puedan realizar campañas competitivas basadas en el apoyo que tienen en la comunidad y no por la cantidad de dinero que recaudan.

“Pero el programa de ciudadanía es uno de los asuntos en los que nos estamos enfocando mucho”, agregó, “porque hay mucha gente que ha estado aquí hasta por 20 años, que tienen la residencia permanente, y que ahora se están dando cuenta que con las políticas antiinmigrantes, eso ya no es suficiente”.

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