¿Por qué los universitarios, ancianos e inmigrantes no aprovechan los cupones de alimentos? 

Complejidad y burocracia del proceso para calificar a CalFresh pudieran ser algunos de los retos más grandes que las personas enfrentan 

Personas reciben sus alimentos en un banco de comida en California. /Foto: Jackie Botts de CalMatters.

Personas reciben sus alimentos en un banco de comida en California. /Foto: Jackie Botts de CalMatters.  Crédito: CalMatters

Un estudiante universitario en Fresno que busca evitar pasar hambre ha solicitado cupones de alimentos tres veces. Otro estudiante sin hogar en Sacramento, lo ha solicitado dos veces. Pero a los dos se les ha negado cada vez que lo hacen.

Una trabajadora de 61 años que cuida a enfermos en el hogar en Oakland se quedó sin sus cupones de alimentos el año pasado porque su papeleo fue extraviado. Lo malo de todo es que, sin empleo, no puede pagar por sus alimentos.

Mientras recogía una caja de comida gratis, una anciana de 62 años de edad en San Diego les dijo a los trabajadores que no solicita cupones de comida porque le preocupa que eso le impida calificar para la ciudadanía estadounidense.

En total, aproximadamente 1.6 millones de californianos no están recibiendo ayuda del Programa Federal de Asistencia Nutricional Suplementaria, conocido como CalFresh, a pesar de que son elegibles. Eso significa que el 28% de las personas con presupuestos de nivel de pobreza no recibieron la asistencia que necesitaban en el 2017, según datos del estado.

En los años de la edad adulta, los estudiantes universitarios y los adultos mayores cada vez tienen más problemas para pagar sus facturas, sin embargo, se encuentran entre los grupos con mayor posibilidad de perder los cupones de comida para los que califican, según algunas entrevistas con más de una docena de trabajadores de divulgación (outreach) y funcionarios estatales del condado.

Los expertos dijeron que los inmigrantes, familias de la clase trabajadora y personas sin hogar, también enfrentan retos; no obstante, la situación se complica cuando las personas pertenecen a más de una de estas categorías.

En el 2016, en las universidades del estado de California, solo el 5% de los estudiantes recibían cupones de alimentos a pesar de que uno de cada cuatro era elegible. Respecto a los ancianos, solo el 19% recibió la asistencia, en comparación con el 42% de las personas mayores a nivel nacional, según datos de 2015. Además, los inmigrantes tienen menos probabilidades de inscribirse que las personas que nacieron en los Estados Unidos.

Para aquellas personas que apenas la van pasando, los cupones de alimentos hacen una gran diferencia: el hogar promedio de CalFresh  gana $735 al mes y recibe $272 en cupones de comida, lo que equivale a $3 por alimento. Una familia de dos personas califica con $16,920 de ingreso por año después de pagar gastos como vivienda y cuidado de niños.

“Humanamente lo que esto significa es que seguimos permitiendo que los californianos se queden sin comida”, dijo Jessica Bartholow, una defensora del Western Center on Law and Poverty.

La baja participación en California no es inevitable. Nueve estados, incluidas las entidades vecinas de Oregon y Washington, inscribieron a casi todas las personas elegibles en 2016, según datos federales, mientras que California tuvo la quinta tasa más baja de la nación.

Casi 4.4 millones de californianos carecen de acceso confiable a alimentos suficientes, incluidos 644,300 adultos mayores y 1,638,430 niños. En una encuesta estatal de estudiantes universitarios, el 35% padecía de inseguridad alimenticia.

Cada historia de alguien que pierde estampillas de comida proporciona una lección sobre cómo los funcionarios del condado y los legisladores estatales podrían eliminar los obstáculos que impiden que las personas obtengan ayuda.

El proceso de aplicar a CalFresh “es como si estuvieras aplicando a un empleo”

Con el estómago vacío, el cerebro de Beverly Callupe se sintió borroso y lento mientras su instructor de inglés revisaba las posibles preguntas del examen sobre el libro de The Glass Castle.

“Trato de escribir todo y después le doy sentido, cuando haya conseguido algo de comida”, dijo Callupe, de 20 años de edad, estudiante de Sacramento City College. “Hacer algo tan simple como leer se vuelve tan agotador. Prestar atención es realmente difícil. No es el mejor estado para tomar clases”, dijo la estudiante.

Pasar hambre ha sido una constante en la vida de Callupe desde el mes de junio, cuando decidió abandonar lo que ella llama, un hogar con un padre abusivo, así que se quedó sin hogar de la noche a la mañana.

Ahora que vive en un refugio, Callupe dijo que complementa las cenas gratuitas con los alimentos más baratos que puede encontrar, como sopa enlatada, mezcla para panques, barras de granola y duraznos enlatados. A menudo no almuerza y enfatiza que se va a dormir con hambre casi todas las noches”.

La primera vez que el condado de Sacramento negó la solicitud de CalFresh a Callupe, hace varios meses, ella no estaba segura de lo que pasaba. La segunda ocasión, un trabajador del condado le dijo que necesitaba trabajar más horas para calificar.

Esto es un requisito federal, que solicita que los estudiantes de tiempo completo tengan que trabajar 20 horas a la semana, una situación que podría afectar sus calificaciones y retrasar su graduación; a menos que cumplan con otras excepciones.

“Estaba muy triste y frustrada porque realmente dependía de la ayuda alimenticia”, dijo Callupe.

Muchos otros estudiantes también sufren al navegar las complejas reglas para calificar para CalFresh. Ruby Sultan supo del programa por primera vez en una clase de Ciencia de los Alimentos y Nutrición de la universidad de Fresno. El profesor asignó a los estudiantes a vivir una semana con solo $21 de presupuesto, algo típico para los que dependen de los cupones de comida.

En ese momento para Sultan, de 26 años de edad, la práctica le resultó alejada de su realidad.

“Pero ahora es como mi vida real”, dijo la joven, quien ya no vive en casa de su madre, se hizo independiente financieramente y ha solicitado CalFresh en tres ocasiones, pero sin éxito.

Entre trabajos ocasiones y maestra de fitness en tres gimnasios, Sultan indicó que difícilmente tiene dinero suficiente para pagar por la renta y los alimentos. No obstante, la aspirante a dietista dice que se rehúsa a que su poco dinero afecte su dieta, por lo que planea meticulosamente comidas con verduras frescas, semillas y granos; además de estirar el dinero para pagar por sus libros de texto.

Por otro lado, de los $25 o $30 que gasta en alimentos cada semana, Sultan depende del arroz, frijoles y frutas que obtiene gratis de un banco de alimentos y comidas calientitas semanales que obtiene en una iglesia local.

Muy a menudo Sultan trabaja más de 20 horas a la semana, pero le ha sido difícil comprobárselo al condado de Fresno. La primera vez le negaron CalFresh, en ese momento no pudo obtener los talones de cheque a tiempo. La segunda ocasión no había trabajado suficientes horas para calificar. Y la última vez, en septiembre, ella estaba trabajando suficientes horas, pero se le paso que su jefe firmar la forma que solicitaban.

El problema de la falta de vivienda y alimentos para los alumnos en California es un reto grande. En una encuesta de 2018 en 23 universidades estatales de California, se encontró que el 40% de los alumnos hablaron de inseguridad alimenticia, mientras que uno de cada diez subrayó que había experimentado la falta de vivienda en el último año.

Realmente tiene que ver con los mitos sobre los estudiantes que vienen de familias educadas, cuando la educación era reservada para la clase media o las elites, dijo Bartholow de Western Center of Law and Poverty. Si bien, las generaciones anteriores podrían haber podido depender de sus padres para que les ayudaran con los costos de los alimentos, agregó, muchos de los estudiantes de hoy, provienen de familias que ya están lidiando con problemas de hambre. Estamos hablando de estudiantes que ya tienen hijos o reciben cierto tipo de ayuda como Cal Grants y mantienen un empleo federal, pero que a pesar de todo califican para CalFresh.

En los últimos años, las universidades de California han intensificado sus esfuerzos para ayudar a los estudiantes como Callupe y Sultan a lidiar con la burocracia de CalFresh. Algunas universidades realizan ferias de ayuda donde inscriben a cientos de estudiantes.

Empleados del condado de Sacramento visitan ferias en dos universidades del área varias veces al año para ayudar a los estudiantes a registrarse, dijo Janna Hayness, vocera de medios del condado. Por su parte, el condado de Fresno ha capacitado a personal de las universidades para que ayuden a los alumnos a registrarse y aclaren información a los estudiantes, dijo Ángela Stillwell, gerente del programa de servicios sociales.

“El apoyo estå ahí, si [los estudiantes] tienen el tiempo de buscarlo”, dijo Stillwell, quien agregó que se hace lo que puede para simplificar el proceso de las regulaciones federales.

Los trabajadores de apoyo en las universidades dijeron que su reto más grande es atender a la creciente demanda de los estudiantes que desean registrarse, pero necesitan ayuda.

Cuando la universidad de Cal State Fresno agregó un enlace de aplicación CalFresh a su sistema de registro de clases, el interés entre los estudiantes se disparó, dijo Jessica Medina, quien dirige el proyecto de seguridad alimenticia de la escuela. Casi 400 estudiantes han aplicado solo este trimestre, agregó, en comparación con un total de aproximadamente 200 en los últimos dos años.

Medina estima que necesitaría de dos a tres asistentes para manejar el volumen de preguntas que recibe su oficina. En este momento, ella solo tiene un ayudante de medio tiempo.

Una nueva ley de California podría hacer simplificar la solicitud del estudiante para CalFresh. Dos proyectos de ley pendientes en el Congreso ampliarían la elegibilidad de los estudiantes para obtener cupones de comida.

Pocos días después de su tercer rechazo, Sultan dijo que estaba demasiado desilusionada para presentar una cuarta solicitud.

“Es demasiado tiempo. Es como un trabajo en sí mismo para aplicar.

“No sé por qué me cortaron”

No solo los estudiantes luchan por navegar en CalFresh. Hace un año, Ruth Aquino, de 61 años, recibió una carta del condado de Alameda que decía que sus beneficios de CalFresh habían terminado porque no había presentado un informe que verificara que todavía era elegible. Pero Aquino dice que envió el informe y dejó un mensaje de voz para confirmarlo.

“No sé por qué me interrumpieron los cupones cuando presenté los documentos. Tengo el recibo”, afirmó.

Ella ya contaba con los $91 por mes, pero ahora sin ellos y sin los ingresos que le dejaban el trabajar como cuidadora en el hogar, ya que una de sus clientes acaba de fallecer, se ha quedado sin ningún tipo de ingreso. Así que, para ahorrar dinero, dejó de surtir sus recetas para tratar su colesterol alto.

En septiembre, supo que podía inscribirse a CalFresh en el vestíbulo de su edificio de apartamentos para personas mayores de bajos ingresos en West Oakland. Así que decidió que era hora de volver a presentar una solicitud, sin importar cuán frustrante hubiera sido su última experiencia.

“A veces estoy viendo alimentos que quiero comprar, pero que no puedo pagar”, dijo Aquino. Con el dinero extra para la compra, podría comprar carne con menos grasas saturadas. Ella sueña con hacer un gran plato de espagueti con muchas verduras.

Con la ayuda de un trabajador del Banco de Alimentos de la Comunidad del condado de Alameda, ella tardó media hora en registrar los documentos (identificación, recibo de alquiler, facturas de servicios públicos) y responder las muchas preguntas de la solicitud. Días después, un trabajador del condado llamó a Aquino para una entrevista obligatoria. Cuando su solicitud fue aprobada aproximadamente una semana después, recibió $194, la cantidad máxima por mes para una sola persona.

Para los trabajadores de CalFresh, el fenómeno de que las personas tengan que volver a presentar una solicitud para recibir el apoyo se llama “descuido”.

En el primer trimestre de 2019, el 23% de todas las nuevas solicitudes de CalFresh en todo el estado provenían de personas que habían recibido ayuda alimentaria en los últimos 90 días.

A veces, las personas abandonan el programa porque sus ingresos aumentan temporalmente por encima del límite, pero con mayor frecuencia se debe a problemas de papeleo. A menudo, las personas pierden la fecha límite para su informe de estado de seis meses o la recertificación anual, o su documentación se considera incompleta. No es raro que los documentos se pierdan en el condado, según algunos trabajadores de la misma entidad.

Para Sharon Johnston-Corson, de 50 años de edad, de Sacramento, se necesitó perder un trabajo para tener tiempo para registrarse con CalFresh. Sin una computadora en casa, dijo que ella y su esposo habían luchado por encontrar tiempo fuera de sus trabajos de tiempo completo para ir a una biblioteca donde se podían registrar y envíar los documentos requeridos. Hace un mes su registración de CalFresh había sido eliminada.

Pero ahora que el trabajo temporal de Johnston-Corson ha terminado, su familia, incluidos los gemelos adolescentes, están viviendo con los $11 por hora que gana su esposo.

“La ventaja de estar sin trabajo es que ahora tengo tiempo para llegar al banco de alimentos y hacer todo eso (el papeleo de CalFresh)”, dijo la joven.

En California, alrededor del 61% de los trabajadores pobres elegibles participaron en CalFresh en 2016, en comparación con el 75% en todo el país, según datos federales.

Las solicitudes incompletas y algunos descuidos son especialmente comunes entre las personas sin hogar, que a menudo carecen de una dirección y un teléfono celular, dijo Amy Dierlam, directora (de alcance) de CalFresh en el River City Food Bank, una entidad que ha sido todo un salvavidas para la creciente población de personas sin hogar de Sacramento, donde algunas personas tienen problemas para realizar un seguimiento de los documentos y las citas debido a discapacidad, enfermedad mental o adicción.

Mientras esperaba la ayuda de Dierlam en una tarde reciente, Antonio Chaquies, un hombre sin hogar de mediana edad, descartaba una lista de cosas que no llevaba porque se mochila donde guardaba sus documentos se la habían robado, es por eso que vio como sus beneficios de CalFresh, se redujeron ya que no había entregado uno de sus informes previos y había faltado a varias citas con el condado.

“Simplemente no terminan los pasos”, dijo Dierlam, quien agregó que en su trabajo a menudo se siente como detective, tratando de unir un rompecabezas de las historias de los clientes con cartas del condado para descubrir por qué se les cortó su CalFresh.

“Para algunos, es de vida o muerte”, subraya.

 “Este programa ya no es para mí”

Hace casi dos décadas, cuando falleció el esposo de Evangelina Castañeda, los cupones de alimentos ayudaron a su familia a terminar el mes sin problemas. Pero ahora la residente de San Diego de 62 años no quiere depender de la asistencia gubernamental.

“Tengo miedo de no poderme hacer ciudadana”, dijo Castañeda, quien es originaria de México, pero como residente permanente legal durante décadas, es elegible para cupones de alimentos. “Ahora da un poco de miedo por el presidente que tenemos … Oigo lo que dice a veces en las noticias.

Castañeda dijo que generalmente tiene suficiente para comer, y cuando no lo hace, recoge cajas del banco de alimentos o asiste a las comidas en una iglesia local. De sus cuatro hijos adultos, menciona: “[Ellos] no saben que voy a estos lugares a comer … No les voy a decir porque ellos tienen sus propios gastos y responsabilidades”.

La preocupación de Castañeda se ha vuelto cada vez más común entre las comunidades inmigrantes desde principios de 2017, dijeron los trabajadores del banco de alimentos. Fue entonces cuando escucharon por primera vez la regla de administración pública de Trump que dice que negaría la residencia o ciudadanía a los inmigrantes que utilicen beneficios públicos como cupones de comida o Medicaid.

California y otros estados demandaron a la administración Trump y los tribunales federales bloquearon la regla el 11 de octubre, días antes de que entrara en vigencia.

No obstante, la batalla judicial no ha marcado la diferencia entre la comunidad. María Lewis, coordinadora de divulgación (outreach) de CalFresh del Banco de Alimentos de San Diego, estima que habla con unas 10 personas semanalmente que temen que el solicitar CalFresh dañe la solicitud migratoria de un miembro de su familia.

En todo el estado, los proveedores de servicios sociales han informado que incluso aquellos, como Castañeda, que no se ven afectados por la regla federal, evitan cada vez más los programas de redes de seguridad debido a la incertidumbre y la confusión.

El miedo ha dificultado que CalFresh llegue a los inmigrantes. Pero el enigma de los requisitos federales de elegibilidad para los no ciudadanos ha sido difícil de explicar en inglés para los trabajadores del condado, y mucho más difícil en otros idiomas.

Entre los ciudadanos estadounidenses que están dentro del límite de ingresos para calificar para el programa, el número de inmigrantes que informaron haber participado en CalFresh es del 70%, comparado a las personas nacidas en los EEUU., Según los datos de la Encuesta de entrevista de salud de California 2018.

Los condados pueden combatir los efectos, asegurando que todo el papeleo esté bien traducido a los idiomas que se hablan localmente, dijo Almas Sayeed, subdirector del Centro de Política de Inmigrantes de California. Ella agregó que las oficinas del condado dedicadas a proporcionar a los inmigrantes un espacio donde se sientan bien para proporcionar información ya sea en Los Ángeles, San Francisco, San Mateo y Santa Clara son un modelo a seguir.

No obstante, Castañeda tampoco quiso aceptar estampillas de comida porque pensó que este servicio debería ir a las personas más necesitadas, una creencia común entre las personas mayores. “Estos programas son buenos, pero siento que este programa ya no es para mí porque estoy sana”, dijo Castañeda. “No me quiero aprovechar”.

El conocimiento limitado del programa y la cantidad intimidante de papeleo también son barreras importantes para las personas mayores, dijo Lorena Carranza, gerente de divulgación (outreach) de CalFresh en el Banco de Alimentos de Sacramento.

Un cambio de política reciente puede ayudar a educar a las personas mayores y a disipar los mitos. Hasta junio de este año, las personas mayores de bajos ingresos y las personas discapacitadas que reciben Ingresos de Seguridad Suplementarios (SSI) tenían prohibido obtener CalFresh. Pero los legisladores de California votaron el año pasado para expandir el programa a los beneficiarios de SSI, por lo que los condados y el banco de alimentos movilizaron una campaña de inscripción en todo el estado. Hasta el 1 de octubre, casi 243,000 beneficiarios de SSI se habían inscrito.

Lecciones aprendidas

Hay temas comunes entre estas historias de californianos: estudiantes universitarios, inmigrantes, personas mayores, personas que trabajan largas horas y personas sin hogar, que no obtienen el apoyo en los alimentos que necesitan.

Los conceptos erróneos sobre quién tiene derecho a los cupones de alimentos abundan. Entrar y permanecer en el programa requiere mucho tiempo, un registro diligente y una burocracia de navegación cómoda. Muchos necesitan el apoyo de bancos de alimentos y organizaciones sin fines de lucro para guiarlos a través del programa.

Alexis Fernández, jefe interino de la sucursal CalFresh del Departamento de Servicios Sociales de California, dijo que aumentar la participación entre estudiantes, trabajadores y personas de la tercera edad es una prioridad para el estado. Ya se han hecho algunos progresos: el estado ha reducido los requisitos de huellas digitales, una prueba de activos financieros y una prohibición de por vida a las personas con delitos relacionados con drogas.

Permitir que las personas soliciten y sean aprobadas para el programa el mismo día, como lo ha hecho el estado de Washington, reduciría en gran medida las barreras, dijo Bartholow, defensora de políticas para los más necesitados. Algunos condados de California se han movido hacia este modelo al revisar las bases de datos estatales en lugar de exigir a las personas que registren sus documentos, ofreciendo aplicaciones completamente por teléfono y permitiendo que las personas hagan la entrevista a pedido.

Pero el despliegue no ha sido uniforme en los 58 condados del estado, cada uno de los cuales ejecuta el programa por separado. Los líderes estatales se han enfrentado sobre cuánta mejora puede lograrse presionando a los condados para que sean más eficientes y cuánto depende de que el estado proporcione más fondos para los trabajadores y la divulgación del programa.

Hay mucho en juego a medida que aumentan las poblaciones vulnerables al hambre. Las personas mayores, que son cada vez más pobres e inmigrantes, son el grupo de edad de más rápido crecimiento en el estado. Más estudiantes de bajos ingresos asisten a universidades de California que en el pasado. Y la falta de vivienda está aumentando rápidamente en medio de una crisis de asequibilidad de la vivienda.

Pero cerrar la brecha entre los que necesitan cupones de alimentos y los que no los obtienen es factible, dijo Bartholow.

“No es tan complicado como tener hambre y tratar de ir a la escuela, o tener hambre y tratar de encontrar vivienda, o tener hambre y tratar de cuidar a sus hijos, o tener hambre y necesitar tomar medicamentos con las comidas”, enfatizó Bartholow. .

“Siempre debe de haber una comida con su nombre escrito”, aseguró.

 Jackie Botts es una periodista de CalMatters para el proyecto The California Divde, una colaboración entre varias salas de redacción que examinan la desigualdad del ingreso y la sobrevivencia económica en California.

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