La Patrulla Fronteriza impidió que médicos voluntarios vacunaran a niños en centros de detención

El esfuerzo de los médicos obedece al hecho de que la semana pasada un menor falleció a manos de las autoridades, aparentemente por no ser tratado a tiempo contra la influenza.

Entre los médicos voluntarios había doctores que habían llegado a EEUU en situaciones similares a los menores detenidos. (Fotos: Manuel Ocaño)

Entre los médicos voluntarios había doctores que habían llegado a EEUU en situaciones similares a los menores detenidos. (Fotos: Manuel Ocaño) Crédito: Manuel Ocaño / Impremedia

La doctora Sheryl Recinos, de Santa Clarita, llegó a la frontera con sus hijos a sumarse a un contingente de médicos y estudiantes de medicina que este lunes trató de ingresar al centro de detenciones de la patrulla fronteriza en San Ysidro.

“Queremos que cierren los centros de detenciones, pero si eso no es posible ahora, queremos que nos den permiso de atender a los menores detenidos; ya han muerto siete niños bajo custodia de autoridades fronterizas, tres de ellos por influenza, y esto pudo fácilmente prevenirse”, dijo la doctora.

La profesional marchó algunas calles con una pancarta que decía que “la influenza se esparce más rápidamente en las jaulas”.

La doctora Sheryl Recinos llegó con su hija. (Manuel Ocaño)

“Todos aquí somos voluntarios que queremos ver pro la salud de esos niños sin que nuestro trabajo le cueste un centavo al gobierno”, declaró la doctora Recinos.

La médica fue una más de 30 médicos y un grupo de estudiantes de medicina que intentaron atender a los niños en el centro de detenciones como parte de una movilización del movimiento Cerremos los campos de concentración (centros de detenciones) y las Familias permanezcan juntas (Families Belong Together).

Dos médicos que llegaron de Centroamérica cuando eran niños en la década de los años ochentas aprovecharon para identificarse con los menores en los centros de detenciones.

El doctor Mario Mendoza, anestesiólogo, llegó de El Salvador a los siete años de edad con su madre y su hermano al huir de amenazas de muerte en su país porque su madre, profesora, exigía mejores condiciones de vida.

La mamá de Mendoza caminó por el desierto doce horas para salvar a sus hijos, pero más tarde el gobierno de Estados Unidos les negó el asilo. “Yo me identifico con los niños que ahora están sobre el cemento frío en los centros de detenciones como este sin que nadie les atienda, tal vez enfermos de influenza”.

El doctor Mario Mendoza originario de El Salvador, llegó a EEUU a los siete años. (Manuel Ocaño)

El doctor Sirac Cardoza vino de Nicaragua también por amenazas de muerte a su madre. Su mamá cruzó con el ahora médico agarrado al cuello de ella pro el Río Grande. El médico terminó hace dos semanas su entrenamiento profesional y venir a la frontera fue su primer acto de solidaridad.

“No tengo más remedio que verme en esos niños detenidos; sé lo que se siente”, explicó.

Los 40 profesionales de la salud intentaron de contactar a la patrulla al interior del centro de detenciones con señas desde fuera y mediante un sistema de interfón a la calle, pero sin obtener respuesta.

Colocaron entonces sobre una mesa los materiales médicos, jeringas y dentro de un contenedor especial con temperatura controlada las vacunas que querían aplicar a los menores dentro de la instalación.

La Patrulla Fronteriza no abrió la puerta a los doctores voluntarios. (Manuel Ocaño)

Una pediatra de Boston, Bonnie Arzuega, dirigente del contingente, lamentó “que los niños mueran por influenza y otras enfermedades sobre el piso frío de los centros de detenciones, sin atención médica”.

“Queremos que se les acaben las excusas para esas muertes crueles que son perfectamente prevenibles. Estamos aquí como voluntarios médicos profesionales, con licencia profesional del estado de California, que traemos las vacunas contra la influenza y lo que se necesita para ofrecerlo sin costo. Solo necesitamos que los abran y nos dejen entrar”, dijo Arzuega.

Como la patrulla ignoró el ofrecimiento, los médicos colocaron a la entrada principal del centro de detenciones una manta con la que habían marchado: “No más muertes por influenza”.

Arzuega aseguró que dentro de la instalación hay niños detenidos, pero dijo que desconocía cuántos son. La patrulla en ese centro no respondió a solicitudes de la prensa.

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